martes, 20 de marzo de 2012

Destrozar la historia


En Cuba hay una deuda notoria a la hora de contar la historia de la nación.

Revisemos los cuadernos de los alumnos de primaria. Sus imágenes y textos dicen que Fidel Castro ha sido un padre para los niños y que antes de la Revolución, la isla era un protectorado yanqui, atestado de corruptos y gangsters.

Nada bueno se habla de los 58 años de República, en el siglo XX, y menos de los logros alcanzados en el XIX.

No se mencionan los avances en la radiodifusión , los progresos en la sanidad, el crecimiento de la renta per cápita, las productivas zafras azucareras o que estuvimos entre los primeros países del mundo en tener televisión. Y quizás el primero en recibir una transmisión televisiva internacional, antes que existiera la vía satelital, cuando en la década de los 50, gracias al uso de un avión se retransmitió la serie mundial de las Grandes Ligas de Estados Unidos.

Para la historiografía oficial, lo rescatable del pasado son universitarios combativos como Julio Antonio Mella, políticos como Antonio Guiteras o líderes sindicales como Jesús Menéndez y Aracelio Iglesias.

Los niños cubanos -es el caso de mi hija de 9 años - crecen con la idea de que antes de 1959, una pobreza atroz campeaba por todo el país, y que el pueblo, cansado de tantos abusos, se alzó en armas para cambiar el estado de cosas.

Cierto que en la Cuba republicana hubo desmanes, corrupción, contrabando y amplias diferencias entre el campo y la ciudad.

Pero había democracia, aunque ésta fuera inmadura y perfeccionable. También había libertad de expresión y de asociación.

El Partido Socialista Popular (PSP) pasó proscrito buena parte de su existencia. Uno de sus mejores momentos los tuvieron en el primer gobierno de Fulgencio Batista (1940-44). Si los declaraban ilegales, los del PSP se las arreglaban para mantener su periódico, Noticias de Hoy, a no ser después del golpe de estado de Batista, en 1952, cuando destruyeron la maquinaria y cerraron el local, en Desagüe entre Oquendo y Marqués González, Centro Habana. También tuvieron una emisora, la Mil Diez, por la cual desfiló la crema y nata de la música, cultura e intelectualidad de la época. Fue inaugurada el 1 de abril de 1943 y clausurada y destruida el 12 de marzo de 1948 por paramilitares del gobierno de Ramón Grau San Martín.

Se podría decir que en la etapa republicana se hubiera necesitado más democracia e instituciones más sólidas. Leyes más fuertes contra el crimen organizado, la corrupción, el nepotismo, los pandilleros -entre ellos el propio Fidel Castro- y lo s que vivían de 'botellas' públicas (personas que cobraban sin trabajar).

Había que reformar una nación y blindarla contra golpes de Estado , como el de Fulgencio Batista el 10 de marzo de 1952, y las ansias dictatoriales de tipos como Gerardo Machado, presidente de 1925 a 1933.

La solución no era enterrar el Habeas Corpus; unir los tres poderes judiciales bajo un solo puño, el del comandante; prohibir las huelgas obreras; eliminar la prensa libre; prohibir otros partidos políticos y fusilar o condenar a muchos años de prisión a opositores pacíficos .

Si la asonada de 1952 la hubiese provocado Castro y el ataque al cuartel Moncada hubiese sido una acción militar dirigida por Batista, a tenor de lo acaecido cinco décadas después, a los implicados en semejantes osadías los hubiesen llevado a juicios sumarísimos y sin derecho a apelar, los hubiesen pasado por las armas.

En mi opinión, en su segundo mandato, en plena Guerra Fría, Batista fue un dictador sanguinario. Pero los Castro no se han quedado atrás. Y durante 53 años, contra viento y marea han ejercido férreamente el poder y mantenido un régimen totalitario. Y de una manera burda y manipuladora han contado la historia.

Esto ha tenido su precio. Varias generaciones de cubanos han crecido adoctrinados por las tesis oficiales . Si entre adolescentes y jóvenes se hace una encuesta sobre Cuba antes de 1959, se verá el desconocimiento profundo de esa etapa en nuestra vida nacional.

Para ellos , la Revolución y los hermanos Castro son sinónimo de Patria. El pasado republicano es arrojado al basurero . Casi nada, dicen, se puede rescatar de ese período. Ya se sabe: los ganadores suelen contar las cosas a su manera. Pero debería haber un límite . Y dejar de destrozar la historia .

Iván García

Foto: Una bodega cubana antes de 1959. Tomada de la primera parte de La Habana de mi infancia. Más fotos en la segunda parte y en la tercera y final.

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