viernes, 13 de julio de 2012

Los chicos de la esquina



La desesperanza y frivolidad de la juventud se palpa en cualquier esquina de La Habana. En zonas marginales como La Victoria, San Leopoldo, Párraga, Mantilla, Pogolotti y El Fanguito, por sólo mencionar unas pocas, desde horas tempranas se van animando el grupo de jóvenes cuyas edades van desde los 14 hasta los 20 años. Día tras día se sientan en la esquina. Lo tienen progamado para ver pasar el tiempo.

El panorama es similar en otros barrios que fueron de clase alta y media, como Miramar, Fontanar, Vedado, Santos Suárez y la Víbora. La forma de matar el tedio son diversas. La más frecuente es una mesa para jugar dominó con una botella de ron. Para otros, la esquina es el sitio propicio para fraguar robos, asaltos o cualquier otra actividad violenta. Muchos se sientan para hablar de sueños irrealizados, de cosas que no poseen o comentar de moda, autos, deportes, mujeres. Una constante en la conversación es el dinero y por supuesto los dólares.

La cifra del total de jóvenes cubanos desempleados, que no estudian y no tienen ningún objetivo en la vida, probablemente no se conozca. Pero es fácil darse cuenta que en cada barrio, uno de cada tres jóvenes ha hecho de la esquina su desahogo diario. Para ellos, el futuro es una mala palabra. Viven el presente como zombies. Por eso el mayor porcentaje de alcoholismo, sida y suicidios ocurre entre la juventud. También son los más propensos a cometer hechos delictivos. De sus filas proceden las jineteras y los pingueros, la última forma de vender el sexo en la Isla.

Para buena parte de las mujeres y hombres menores de 30 años, el porvenir es sinónimo de extranjero: viajar, casarse con un ciudadano de otro país, trabajar con empresarios foráneos, relacionarse con turistas, tener amistades fuera, ganarse el sorteo de visas y emigrar a los Estados Unidos o meterse en la disidencia como vía para irse legalmente.

Salvo excepciones, tienen poca cultura en política y no les interesa informarse de lo que pasa en su país y en el mundo. Sus símbolos son las marcas. Sus vidas están regidas por artículos Made in USA. "El fula (dólar) es lo máximo," suelen decir. Ellos forman parte de ese 30% de la población que no reciben remesas famliares y por lo tanto las divisas tienen que pujilatearlas como sea. El 'swoosh', diseño gráfico de la Nike, es sinónimo de solvencia en Cuba. Hay quienes han recibido una soberana paliza para ser despojado de una gorra, un blue jean, un par de tenis o un vistoso reloj.

Ir vestido con ropa de marcas reconocidas puede ser peligroso a ciertas horas de la noche. A principios de 1998, la policía capturó una banda que en el municipo habanero de 10 de Octubre había cometido más de 70 actos de violencia física contra las personas, con el fin de quitarles dinero y objetos de valor. Al enterarse del suceso, un joven habitual en la esquina de su casa, comentó que por cada banda desarticulada por fuerzas policiales operan cinco.

Aquella Habana nocturna de boleros y clubes, descrita por Guillermo Cabrera Infante en sus libros, hace tiempo no existe. Porque el triunfo casi nunca le sonríe a los cumplidores estrictos de las leyes. Nadie realmente honesto podrá mejorar su vida a no ser que herede una fortuna, o sea un artista o deportista famoso. Todo lo contrario: el éxito va de la mano de la ilegalidad. Y los chicos de las esquinas lo saben mejor que nadie.

Una alta proporción de estos jóvenes desesperanzados son negros o mestizos, provenientes de hogares donde se viven infiernos chiquitos, carentes de afecto familiar; con padres, si existen, alcohólicos, drogadictos o que llevan años presos. Su refugio es la esquina del barrio. Para muchos, la primera gran experiencia ha sido la cárcel y algunos llegan a considerarla su segunda casa.

La promiscuidad y violencia en las prisiones los convierte en hombres antes de tiempo. Trasponen el ambiente presidiario a las calles. Casi todos los actos violentos, asesinatos y violaciones, son cometidos por jóvenes de la raza negra. Es una triste realidad para un país donde no se ha institucionalizado el racismo.

La población negra cubana es la que acumula más carencias materiales y espirituales. En los más de 180 barrios insalubres existentes en la capital, predominan los habitantes negros y mulatos. Las viviendas más deterioradas y en peores condiciones suelen ser ocupadas por familias de piel oscura. El porcentaje más alto de deserción escolar corresponde a alumnos negros o mestizos.

Para casi todos, la marihuana, el alcohol, y la ´timba' (música) agresiva de agrupaciones como La Charanga Habanera o Pablo FG y su Élite, constituyen su mayor distracción. Los gestos vulgares de las canciones de estas orquestas los incitan a la violencia y el machismo. Actos vandálicos cometidos en la ciudad, han ocurrido después de bailables donde han tocado los 'timberos', como se les llama para diferenciarlos de los 'salseros'.

Con 'timba' o sin ella, con buches de ron o de agua, con marihuana o cigarros populares, el universo de los esquineros es limitado. Tan estrecho como el de los jineteros, chulos, pingueros y bisneros. Si algo tienen en común es que la mayoría, además de ser jóvenes, son negros, pobres y nacidos con la revolución.

Iván García

Foto: Policías pidiendo la identificación a jóvenes negros en una esquina de La Habana. Tomada de Cuba Matinal.

*Publicado el 25 de abril de 1998 en Cubafreepress.

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