sábado, 29 de septiembre de 2012

Paciencia, pero ¿hasta cuándo?



Paciencia pide el General Raúl Castro a los que sugieren realice reformas económicas y políticas profundas. Como las que necesita Cuba . No parches de supervivencia.

Paciencia pide Marino Murillo, el cebado zar de las tímidas trasformaciones hasta ahora efectuadas. Siempre con una impecable guayabera blanca y el paladar complacido, después de almorzar varios platos, postre incluido, en el comedor personal adjunto a su oficina.

Paciencia también piden los esforzados amanuenses oficiales, para contener el disgusto de la gente ante esa parodia de perestroika tropical que nos intentan vender.

Calma señores, nos dicen desde la radio o la tele. Alegan que es necesario analizar hasta el mínimo detalle antes de tomar cualquier decisión.

Es una burla colosal. Seis años después de llegar al poder , el 31 de julio de 2006 , por decreto de su hermano Fidel, en cámara lenta el General Castro viene aplicando aperturas y reformas poco efectivas .

Por favor, no me hablen más del acceso a la telefonía móvil, del alojamiento en hoteles, ni de la posibilidad de comprar un auto viejo o vender tu casa. Ésos son derechos que siempre debimos tener. Y nunca supimos reivindicar.

Tener una línea de celular o un quiosco de venta de pan con guayaba no es suficiente para un país que naufraga. Hacen falta reformas serias. No cortinas de humo.

Los medios oficiales de la isla gastan ríos de tinta criticando los cuatro años de gestión del presidente Barack Obama. De su incumplimiento en el cierre de la prisión en Guantánamo. O su lentitud en aprobar reformas migratorias.

Pero ningún reportero estatal levanta su voz para quejarse de las insustanciales medidas tomadas por Castro II en seis años de mandato. En Cuba las cacareadas reformas se ejecutan al compás de un lento danzón.

Por supuesto, la gente no es tonta. Sabe que e sa manera de proceder es una estrategia del gobierno para atrincherarse en el poder. A paso de tortuga controlan los cambios. Y en caso de ver señales que pongan en peligro su mandato, retroceden al punto de partida.

Con el cuento de las esperadas reformas migratorias, tienen engañada a una parte del exilio . El régimen quiere ofrecer una imagen de altruismo político al reconocer a la diáspora .

Es un absurdo. Nunca debieron aplicarse leyes aberrantes que tratan a los cubanos residentes en el exterior como forasteros en su patria.

Sabiamente, también usan el castigo y los premios con ciertos exiliados . Los rebeldes y bocones, a la lista negra. Ésos, ni en pintura. Ni siquiera pueden ser enterrados en su país.

A los que se mantengan callados y acepten sus reglas de juego, se les daría luz verde para que monten un timbiriche en su terruño; se presten a la explotación laboral y mensualmente entreguen billetes verdes al régimen.

¿Por qué mientras se llenan la boca hablando de reunificación familiar y de exigirle a la administración de Obama medidas que aligeren el embargo y faciliten el trasiego de mayores cantidades de dólares hacia Cuba, el gobierno da una vuelta de tuerca y dicta resoluciones endureciendo la entrada de paquetes por parte de los cubanos radicados en el exterior ?

Pura mendacidad. Es el fingimiento habitual de los Castro en su afán de ganar tiempo y respirar un poco de oxígeno político.

Algo se puede sacar en limpio tras 6 años de presidencia del General. Su meta es consolidar el poder más allá de su existencia. Eternizar la revolución verde olivo. Todo lo demás son tácticas dilatorias y trampas para cazar tontos.

Hace dos meses un editorial firmado por Orlando Márquez, portavoz de la iglesia católica , pedía calma para “la búsqueda de nuevos modelos sociales, con paciencia y sin traumatismos, sin que nadie quede excluido”.

Quisiera creer que los mismos que durante 53 años han administrado mal los destinos de la nación, están enfrascados en armar un proyecto social inclusivo y democrático. No puedo. Es como decirle a mi hija de nueve años que ahora el lobo de la caperucita roja es bueno. Allá quien lo crea.

Pero, por favor, no pidan más paciencia a personas que comen una sola comida al día, viven en sórdidas habitaciones de barrios marginales y el futuro lo consideran una mala palabra.

De los periodistas oficiales que piden paciencia, salvo las 80 horas al mes que a algunos les dan para que naveguen gratuitamente por internet, el resto vive y sufre las mismas carencias del cubano común.

Los ministros y generales no. Raúl Castro no sabe lo que es dejar de desayunar o almorzar. Y por el color de la piel de Marino Murillo, el zar de la economía, la proteína siempre está presente en su mesa. Al portavoz del Arzobispado, Orlando Márquez, tampoco debe faltarle la buena comida o preocuparle la merienda escolar de sus hijos.

Sean militares, dirigentes del partido o de la alta jerarquía católica, estos 'representantes de la sociedad cubana' residen en casas confortables, andan en autos modernos.

No les falta la gasolina. Ni la billetera con divisas. Internet a una velocidad razonable. Antena por cable autorizada. Y el pasaporte listo para viajar por medio mundo. De esa forma, pienso, cualquiera en Cuba tiene paciencia.

Iván García
Foto: Tomada de El período de las demoliciones en Cuba, publicado en Primavera Digital el 12 de agosto de 2012.
Leer también: ¿Hasta cuándo?, coherente documento presentado por la disidencia cubana el 4 de enero de 2011.

jueves, 27 de septiembre de 2012

El embargo tiene más agujeros que un queso Emmental



El bloqueo, como le llama el gobierno, es real. Es un embargo comercial que a partir de 1960 decretó Estados Unidos y comenzó aplicarse con todo rigor en 1962. En esa época provocó que las máquinas y equipos de cientos de fábricas se convirtieran en un montón de herrumbre inservible.

Luego, las afectaciones fueron menores. La antigua URSS conectó una tubería de petróleo y rublos desde Moscú hasta La Habana. De la Unión Soviética anualmente nos llegaban camiones, tractores maquinarias, cohetes antiaéreos y Migs 29.

Todo eso pagado con caña de azúcar, caramelos y mármol. O sin pagar un centavo, en el caso de las armas. A sabiendas que el vecino del norte nos había impuesto “un criminal bloqueo” -al decir de Fidel Castro- lo lógico hubiese sido intentar racionalizar el caudal de rublos y recursos que por decreto enviaba el Kremlin y crear en la isla una industria rentable y unos servicios eficientes.

Pero qué va. Ya se conoce que los régimenes totalitarios no han funcionado en ningún país. No es problema de coeficiente intelectual, ni deficiencias genéticas. No. Es que estos sistemas sociales y que intentan ser justos, no funcionan porque han olvidado que el hombre es un animal individualista y competidor feroz.

Las sociedades cerradas, desde Corea del Norte, pasando por China y Rusia y terminando en Cuba, han fracasado porque van contra de la razón humana. En el período de 1975 a 1989, cuando sobraban recursos de la Europa Oriental, los efectos del embargo apenas se notaban en la isla verde olivo.

Después cayó el Muro de Berlín. Y Cuba no había invertido un duro en desarrollarse. Solo sabíamos gastar y gastar. Entonces vino la inevitable crisis económica. El eufemístico “período especial en tiempos de paz”. Ya se sabe lo que es: una guerra sin muertos por tiros, pero con las mismas consecuencias.

Hambre, apagones de 12 horas diarias y una economía que retrocedió a la era primitiva. Fue cuando Fidel Castro retomó el discurso de condena el embargo.

Sí, es injusto. El mundo da fe de ello en las votaciones anuales en las Naciones Unidas. Pero si Cuba no fuera la mendiga del Caribe y tuviese dinero en sus arcas, el embargo hubiese sido una herramienta inútil.

Culpar al embargo estadunidense de los males de la economía nacional, tampoco es justo. Los mandarines criollos son letalmente ineficaces por problemas estructurales del sistema. Además, el embargo tiene más agujeros que un queso Emmental. Por divisas, en las tiendas habaneras se venden productos Made in USA como Coca Cola, jugos Del Monte y ordenadores Dell.

A finales de los 80 existió un departamento denominado MC (moneda convertible) dentro del aparato de inteligencia cubana, que entraba de contrabando tecnología yanqui. Los oficiales del Ministerio del Interior perdieron el rumbo y comenzaron a traficar con drogas.

Pero, al margen del narcotráfico, el MC demostró que para los hermanos de Birán no es difícil comprar productos fabricados en Estados Unidos. En los momentos más duros del embargo -durante la administración de George W. Bush- los militares cubanos compraron hasta jeeps Humvee del ejército gringo.

Precisamente el enemigo número uno de los Castro, desde 2001 es el país que mas alimentos vende a Cuba. El verdadero embargo, diez veces más violento, lo tiene implantado el régimen hacia sus ciudadanos.

Hablemos con franqueza. La información no circula libremente, internet es un lujo a pagar en divisas y para salir y entrar a tu propia patria debes esperar con paciencia que te concedan un permiso, si te lo conceden. Hay mucho más. Los cubanos no tienen derecho a invertir en su país y se puede ir tras las rejas por escribir tus criterios u organizar un partido político.

Ya se pueden tener celulares, alojarse en los otrora hoteles exclusivos para turistas y comprar o vender autos y casas. Pero ahora las autoridades han vuelto a colocar colocado trabas al flujo de paquetes entre las familias residentes en el extranjero y las de aquí. A partir del 3 de septiembre, enviar una caja desde el exterior hacia Cuba, además de caro y riesgoso, puede ser un dolor de cabeza.

Ya ocurrió en 2008, a raíz de los tres ciclones que ese año asolaron varias provincias. Se permitió el envío de hasta 5 kgs de medicamentos y otros artículos de primera necesidad. Lo primero que hizo Correos de Cuba fue subir el importe a las personas que los recibían, de 20 pesos a 70, casi la mitad de la pensión de un anciano.

El cinismo está al por mayor entre las autoridades cubanas. Con el pretexto del 'bloqueo' y sus arcas vacías, no les tiembla la mano para aplicar un torniquete al cuello de sus ciudadanos y tratar de ahogarlos por completo.

En una entrevista de 2010, el cantautor español Víctor Manuel, decía: "No veo en Cuba una evolución hacia la democracia. Tendrían que estar en democracia hace muchos años. Quieren ser como los chinos, pero como no tienen el poderío económico de China, lo que hacen es joder a la gente".

Una gente que está harta del cuento del embargo. Pero también de su añejo gobierno. Si los Castro sinceramente desearan el libre flujo de cubanos y de paquetes, no pusieran tantas trabas legales.

Sin embargo, forman un guirigay, cuando Estados Unidos limita el número de viajeros cubanoamericanos o dólares a enviar. En el fondo, detestan a los emigrados. Porque se marcharon de su patria y la mayoría no apoya a la revolución. No olvidemos que fue Fidel Castro quien los llamó "gusanos".

Iván García

Publicado el 13 de noviembre de 2010 en El Blog de Tania Quintero con el título El verdadero embargo.

martes, 25 de septiembre de 2012

Hacer media


construction workers, 6:17 AM, Havana Vieja por lumierefl.

Hacer media en Cuba es no hacer nada. Coger un 'diez', una pausa... Hablar de cualquier cosa. Conversar de la telenovela de turno o del último juego de béisbol. Burlarse de los jefes. Criticar al gobierno. En fin, eso, hacer media.

En cualquier centro laboral de la isla, las personas trabajan en cámara lenta, a paso de jicotea. Como si estuvieran en permanente huelga de brazos caídos. La gente entra a trabajar a las 8 de la mañana, pero si es una empresa de servicio, suelen abrir una hora más tarde. Después, a hacer la típica media. Si usted le pregunta sobre un asunto, ponen cara de Al Capone y responden con una grosería .

Nada les interesa. Ni los clientes ni el buen trato. Sólo que pasen volando las 8 horas, para irse a casa, con lo que han podido robar de su puesto de trabajo. Un poco de aceite, si es un restaurante; muestras de champú y jabones, si es mucama de un hotel. Papel, presillas, si es oficinista. Cables, tornillos, un martillo, un serrucho, si es obrero o constructor.

'Pinchar' (laborar) de forma eficiente no es negocio para el cubano. La paga es miserable y el Estado, que todo lo controla, no ofrece beneficios por hacer las cosas bien. Por tanto, en la República Socialista de Cuba, la mayor parte de la producción y los servicios son lentos y chapuceros.

Se gasta tres veces más en materiales en una obra, pues sustraen el cemento y las cabillas para venderlos o reparar mínimamente sus hogares. Son indolentes por el simple hecho de que se sienten estafados y maltratados por el andamiaje estatal. El desquite: robar todo lo que puedan.

La lógica de los trabajadores es simple y pura. Si el gobierno no se preocupa por ellos, entonces a ellos les importa un comino el Estado y sus problemas. Y todo se vuelve disimular. Aparentar. Fingir. Engañar. Y poder apropiarse de la mayor cuantía de bienes estatales.

Así, entre desidia, robo y mal trato, "pinchando" lo menos posible, transcurren las jornadas laborales en la isla de los Castro. No importa que el General Raúl se desgañite y exija trabajar más y mejor, para que en ese hipotético futuro que nunca llega, podamos vivir mejor.

Ya la gente está cansada del mismo cuento. Por la mañana aplauden exaltados en la Plaza de la Revolución, y por la tarde vuelven a la pereza. Hacer media. Ver el tiempo pasar. Otear lo que se pueden robar. A hurtadillas tomar un trago de ron. Lo demás, ¡que se vaya al carajo!

Iván García


Publicado el 11 de diciembre de 2009 en el blog Desde La Habana. Entonces ese blog formaba parte de la plataforma Voces Cubanas creada por Yoani Sánchez y de la cual Iván García era fundador. Pero cuando en enero de 2010 el blog comenzó a ser administrado por Carlos Moreira, un buen día descubrimos que 'alguien' había eliminado todos los posts publicados en 2009 y que ya habíamos guardado en una carpeta denominada Archivo 2009. Finalmente, sin avisar ni dar explicaciones, el blog Desde La Habana fue sacado de Voces Cubanas. Leer: Firmado en La Habana.


Foto: lumiere, Flickr

domingo, 23 de septiembre de 2012

Pianos explosivos y guitarras antipersonales


Una lista negra o transparente y sin textura (nunca vista ni reconocida), pero que durante medio siglo ha servido para censurar a músicos cubanos y extranjeros en la isla, comienza a hacerse visible.

Los voceros de la milicia que vivaquea en las estribaciones del poder anuncian que, al menos, Celia Cruz, Olga Guillot y Bebo Valdés podrán escucharse otra vez -fuera de las audiciones clandestinas- en la radio del país donde nacieron.

Están prohibidos desde que decidieron salir de Cuba en la década de los 60. El inventario de artistas indultados no se queda ahí. Crece o disminuye según la categoría de quienes comentan el tema desde La Habana con un alborozo condicionado por el miedo a violar el código de una autorización que nadie ha visto tampoco.

Algunos se atreven a poner entre los músicos a quienes se les quitará el castigo al saxofonista Paquito D'Rivera, el trompetista Arturo Sandoval, la cantante Gloria Estefan y el compositor Willy Chirino.

Entre los extranjeros que estuvieron en esa nómina aparecen Elvis Presley y Julio Iglesias, considerados en su momento parte de una banda (sonora) enemiga o agentes de una conspiración internacional.

Hasta ahora no ha sonado en las emisoras la música de ninguno de los cubanos mencionados. Lo que ha hecho ruido es el aviso del posible perdón, aunque no pasa de ser un rumor orientado.

Es una bulla oportuna para tratar de aprovechar la celebridad de los supuestos liberados y dejar sin espacio la lista real de los activistas de derechos humanos, las damas de blanco y los periodistas que, en el mes de julio, fueron víctimas de más de 400 detenciones arbitrarias, actos de repudio y golpizas.

Esa indulgencia vaporosa busca también acallar las resonancias del turbio accidente de tráfico en el que perdieron la vida, el 22 de julio, el líder opositor Oswaldo Payá y su compañero Harold Cepero.

Además, nadie cree en la tardía piedad estatal por unos músicos. Los cubanos quieren libertad para la música. Y libertad a capela, sin acompañamientos.

Raúl Rivero
El Mundo, 17 de agosto de 2012
Video: Veinte años, el clásico de María Teresa Vera, en una versión de Bebo Valdés y Juan Pablo Torres. Uno de los once temas que aparecen en el CD Bebo Rides Again, grabado en la ciudad alemana de Ludwisburg en 1994. Los otros son: Al Dizzie Gillespie, Anda, Pa'gozar, Felicia, La comparsa, A la marcheré, Pan con timba, Pierre Jamballah, To Mario Bauzá y Oleaje.

viernes, 21 de septiembre de 2012

Vivir en guerra en un país sin guerra


beggar in Havana by elhabanero06.

El 'período especial', que aún no ha terminado en Cuba, es una guerra sin el tronar de los cañones. Es como vivir en un país en guerra. Cierto que no hay raids aéreos, ni bombas inteligentes. Pero la perenne crisis económica que se vive en la isla, dan para escribir varios tomos.

En 2012 los rigores del 'período especial' no son tan violentos como cuando estuvo en su apogeo, veintidós años atrás. Cómo olvidar, aquellos años duros de la década de los 90.

Recuerdo que la primera vez que escuché el pomposo calificativo fue en el verano de 1989. Unos meses después, el Muro de Berlín se vino abajo y la Unión Soviética, otrora una potencia mundial, se desmoronó a velocidad supersónica.

El comandante de verde olivo, en un discurso al inaugurar una fábrica de fusiles AKM, en la provincia de Camagüey, ya hizo mención del agujero negro que nos venía encima.

Luego, en un acto con mujeres, en el teatro Karl Marx, medio en broma -se sabe que Castro tiene atrofiado el sentido del humor- medio en serio, le dijo a las damas presentes, “guarden bien las ropas, en años venideros las van a necesitar”.

La gente en Cuba nunca vivió de manera sobrada. Siempre escaseaba algo. Además de faltar las libertades individuales, que los nacidos en los 60 no percibíamos, gracias a la tubería de petróleo, trigo y rublos desde Moscú, Papá Estado a cada uno de sus ciudadanos le otorgaba una vida pobre, pero digna.

Antes de esa guerra silenciosa que fue y sigue siendo "el período especial en tiempos de paz", podíamos comprar dos pantalones al año, tres camisas y un par de zapatos, con una libreta llamada de 'productos industriales'. Cosa rara, para la generación nacida en esa época: se pagaba en pesos, la moneda nacional.

La libreta o cartilla de racionamiento alimentaria era más abundante. No para tirar cohetes, pero la cuota no era tan magra como en la actualidad. Había alimentos en venta libre. Y la leche condesada o evaporada no eran artículos suntuarios.

Incluso, en las lecherías dejaban en horas de la madrugada las cajas con litros de leche fresca, yogurt, queso proceso o de crema, y a nadie le pasaba por la cabeza hurtárselos.

Pero nadie podía imaginarse lo que era vivir en 'período especial'. Fue terrible. La gente bajó de peso como si asistiesen a una sauna diaria. Siempre teníamos hambre. Se hacían colas para comprar unas pizzas que en vez de queso llevaban papa hervida.

Los ancianos, famélicos y desdentados, se agolpaban en los cafetines para tomar una infusión hecha con cáscara de naranja o toronja. Es cuando aparecen los engendros alimenticios, madre de la necesidad. De sus laboratorios gastronómicos, a la carrera el comandante sacó picadillo texturizado, a base de soya; masa cárnica; pasta de oca; fricandel; perros sin tripas y masa vegetariana, entre otros inventos.

Todo sabía a rayo. Pura bazofia. Todavía el dólar estaba prohibido y la gente vendía los pocos artículos de valor que le quedaban para comprar alimentos. Cuando Fidel Castro el 26 de julio de 1993 despenalizó el dólar, mi madre vendió su colección de discos de música popular brasileña por 39 dólares.

Otros vendieron los muebles o los cambiaron por un cerdo, que luego criaban en la bañadera de su apartamento, con un bozal, para que el marrano no chillase y diera la voz de alarma a los inspectores de salud.

Aparecieron enfermedades exóticas como la neuritis óptica y el beriberi. Mucha gente caía como moscas en las calles, por deficiencias en su locomoción. El transporte público desapareció. Los tractores se sustituyeron por bueyes y carretones tirados por caballos.

La bicicleta fue el vehículo oficial para el pueblo, adoptados por los jerarcas. Claro, ellos seguían moviéndose en coches. Se habló seriamente de la Opción Cero, un estado de sitio en el cual tropas del ejército repartirían raciones de comida por las cuadras.

Lo que apaciguó el desastre de convertirnos en la Corea del Norte del Caribe, y que la gente empezara a morir de hambre, fueron las medidas adoptadas por Castro.

Esas medidas fueron la tabla de salvación. Alejadas de la filosofía socialista, eran de corte liberal y de economía de mercado. Las empresas que funcionaron y eran rentables, fueron las de capital foráneo. Se permitió a la gente tener pequeños negocios. Se legalizó la tenencia de divisas. Dio resultados. Muchos ciudadanos mejoraron sus bolsillos y el gobierno guardó en sus arcas millones de dólares.

Luego en Caracas apareció el incontenible bolivariano Hugo Chávez y Castro vio resurgir el maná. Sacó sus cuentas. Las tímidas aperturas le habían otorgado libertad económica e independencia a unos cientos de miles de cubanos.

Pero eso erosionaba su poder monolítico. Entonces mandó al diablo ese 'coqueteo capitalista'. Le pidió a Chávez que le tirara un cabo. Y el de Barinas se lo tiró. Petróleo a raudales y una confederación de países rebeldes que podían ponerle la cosa mala a los poderosos.

Salió ganando en lo político. La revolución cubana estaba al garete. Chávez y compañía rescataron la bandera de la guerra sin cuartel contra el imperialismo yanqui.

Pero en 2008 surgió una crisis real que afectó a todo el planeta. Con la caída de los precios del petróleo, la situación interna y el despilfarro, el Santa Claus venezolano le sopló al oído de los Castro: me estoy quedando corto de plata.

Los hermanos de Birán recogieron el guante. Y ofrecieron el mismo discurso que durante décadas le han vendido al pueblo. Hay que ahorrar. Y abrirle un agujero al cinturón. Otro más. Y en eso estamos. Detenidos en medio de un temporal. Sin paraguas.

Con una economía que hace agua. Y unos socios extranjeros que miran con desconfianza al gobierno cubano, por lo absurdo de su legislación de inversiones, y lo tramposo que suele ser en sus tratos.

Además, con gran parte de la población cansada del añejo régimen, al que culpan por el mal funcionamiento de la nación. Todos esperan que se solucionen los verdaderos problemas. Comenzando por el cáncer de la corrupción.

De momento, siguen los habituales ataques a los países ricos y las campañas de patrioterismo. Es un rodeo. Los cubanos guardan en su memoria la cruda realidad del 'período especial' en la década de los 90. Ya saben cómo es vivir en guerra en un país sin guerra.

Iván García

Escrito en abril de 2010 y actualizado en agosto de 2012.

Foto: habanero06, Flickr.
Leer también: El país del futuro.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Las "íntimas", el dolor de cabeza de las cubanas



Nada es fácil en Cuba. Hasta menstruar es un dolor de cabeza. Si lo dudan, pregúntenle a Marlene, 23 años, informática, lo que sufre cuando cada veintiocho días, le llega el período. En la isla, a las almohadillas sanitarias, se les conoce con el nombre de 'íntimas'.

Están racionadas. Se venden en las farmacias, a mujeres previamente censadas en las edades comprendidas desde los 10 hasta los 55 años. A razón de un paquete de 10 almohadillas per cápita, una vez al mes, a 1.20 pesos.

-Son de pésima calidad, se rompen con facilidad y no alcanzan. Entonces tienes que comprarlas en el mercado negro o en divisas, explica Marlene enojada.

Por 'debajo de la mesa', el mismo paquete vendido en las farmacias, puede costar de 10 a 15 pesos (0.50 o 0.75 centavos de cuc o peso convertible). En las tiendas por divisas, el surtido es más amplio y de mejor calidad. Por un paquete de almohadillas importadas tienes que pagar de 0.90 centavos a 1.30 cuc. Traducido a la moneda nacional, serían entre 22 pesos y 30 pesos (22 pesos es el salario promedio de dos días de una trabajadora).

-Es como un castigo por ser mujer y sangrar todos los meses, dice indignada Raisa, 27 años, ama de casa, y quien a falta de 'íntimas', acude a trozos de ropa vieja, que hierve con agua caliente y pone a secar al sol, para desinfectarlos.

Según un reportaje del Noticiero Nacional de Televisión, en Cuba hay cerca de 4 millones de mujeres en edad fértil. Gladys Vázquez, funcionaria de Comercio Interior, ministerio que controla lo que se distribuye por la libreta de racionamiento, al ser entrevistada se fue por lo manido. Culpar al “bloqueo yanqui” por la calamidad de la economía. Todo vale. Lo mismo si usted no tiene agua potable, una vivienda decente, sus hijos no tienen juguetes o a las mujeres les faltan almohadillas sanitarias, la culpa es del "bloqueo", como en Cuba llaman al embargo.

Jóvenes como Yailén, 17 años, estudiante de bachillerato, se preguntan por qué un producto de primera necesidad, como las 'íntimas', son vendidas por moneda dura. La periodista del Noticiero no le hizo esa pregunta a la funcionaria -y de habérsela hecho, dudo que le hubiese respondido.

-Y en La Habana no se pueden quejar, aclara Suchitel, 32 años, empleada de almacén. En Santiago de Cuba, donde vivo, las almohadillas se pierden durante varios meses. Si no tienes plata para comprarlas en divisas o en el mercado negro, entonces no te queda más remedio que ponerte trapos, hojas de alguna planta o un tapón casero, confeccionado con la guata con la que se rellenan los colchones. Podríamos ponernos algodón, pero el algodón también es un producto deficitario en el país.

La propia Gladys Vázquez, funcionaria de Comercio Interior, reconoce que "ha habido incumplimientos en las entregas, debido a la falta de materias primas, que se compran en China o Francia". Y por supuesto, repitió que "la culpa la tiene el bloqueo".

Muchos en Cuba están contra del embargo. Pero pocos creen que el día que desaparezca, abundará el jamón y la carne de res. O que almohadillas de buena calidad, como los Kotex usados por las cubanas antes de 1959, se puedan adquirir en las tiendas en moneda nacional.

Sin embargo -o con embargo- al gobierno le falta dinero. Y a las mujeres, 'íntimas'.

Iván García

Publicado el 20 de diciembre de 2009 en el blog Desde La Habana. Entonces ese blog formaba parte de la plataforma Voces Cubanas creada por Yoani Sánchez y de la cual Iván García era fundador. Pero cuando en enero de 2010 el blog comenzó a ser administrado por Carlos Moreira, un buen día descubrimos que 'alguien' había eliminado todos los posts publicados en 2009 y que ya habíamos guardado en una carpeta denominada Archivo 2009. Finalmente, sin avisar ni dar explicaciones, el blog Desde La Habana fue sacado de Voces Cubanas. Leer: Firmado en La Habana.

Foto: Anuncio de los tres tamaños de Kotex que se vendían en 1936. Tomado de AdClassix.com.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Frijoles, sudor y lágrimas


Cuban Kitchens por TimBrighton.

Josefa, 67 años, ama de casa, ha trabajado toda su vida como un animal de carga. Sus momentos de felicidad los puede contar con los dedos de una mano.

Gorda y fofa, de andar cansino, vive en el marginal y mayoritariamente barrio negro del Diezmero, en el municipio San Miguel del Padrón, al noreste del corazón de La Habana. Pobre a más no poder, su futuro es el próximo día.

Siempre está improvisando. Tiene cuatro hijos, tres hembras y un varón, pero Josefa es la que dice la última palabra en la choza donde vive hace cuarenta años.

Convive con tres generaciones distintas en tres habitaciones estrechas y poco ventiladas. A la entrada, detrás de la puerta, siempre hay una vasija de barro repleta de collares y otras más chicas con sobras de comida y un mocho de tabaco.

-Es una ofrenda a Elegguá, a ver si la vida nos cambia. Ésa es mi lucha, un día tras otro, cocinar para buscarme unos pocos pesos y ayudar a los hijos y nietos que están trabajando o en la escuela. Luego ver televisión, pero cuando llegan las 10 de la noche estoy dormida en el sillón.

Lo cuenta mientras en un amplio caldero cocina arroz blanco. Cobra una exigua pensión de 193 pesos (8 pesos convertibles), que se le evapora comprando ajo, cebolla, ají, tomate y viandas. Dos de sus hijos están presos.

-La hembra, por cómplice de un robo con fuerza, está en Manto Negro, la cárcel de mujeres, en las afueras de la capital. Y el varón, el de menor edad de mis cuatro hijos, en la prisión de Boniato, Santiago de Cuba, por matar vacas.

Josefa continúa hablando sin dejar de cocinar. Ahora, en una olla de presión, prepara unos frijoles colorados con un olor tan sabroso que a uno se le hace la boca agua.

-Y eso que nunca tengo hueso de jamón, tocino, chorizo o morcilla para prepararlos como Dios manda.

La vida de su familia es aburrida y sin sucesos agradables. Las dos hijas que viven con ella ganan bajos salarios. Al regresar del trabajo, junto a su madre, preparan una docena de raciones de comida y las venden a 25 pesos por el barrio. Sus esposos lo único que saben hacer es beber ron, jugar dominó y pelear.

-En mi casa no los quiero, son un par de vagos, lo más duro de este miserable país lo nos toca a las mujeres. Además de cocinar para ganarnos unos pesos, tenemos que lavar, planchar y atender a los hijos, nietos y a los maridos. Debieran hacernos un monumento.

El gobierno de los Castro no ha pensado en eso. Las leyes cubanas favorecen poco a las mujeres, de cualquier edad y estado civil. Cuando se divorcian, la ley le reclama a los padres mensualidades que suelen oscilar entre los 50 y 60 pesos (2 o 3 pesos cubanos convertibles).

-Esa cantidad es una burla. Ese dinero nada más alcanza para pagar el comedor del seminternado en la escuela primaria, dice con ironía una de las hijas de Josefa.

También la violencia familiar va en aumento. La sociedad cubana no sólo ha tocado fondo por su interminable crisis económica, sino por su devaluación social y moral. Cuba es un país donde la mayoría de las familias están divididas por el éxodo migratorio, la ausencia de matrimonios estables, el gran número de divorcios y la violencia doméstica y de género.

La miseria y la escasez material dan como resultado que en en muchos hogares se vivan verdaderos infiernos. Al menor contratiempo, se desata una tormenta. Ya sea si un pariente coge el pan que nos corresponde por la cuota o se come un huevo de más.

Pero a lo que vamos. Si alguien ha sufrido con más intensidad las penurias y la desilusión por la falta de un futuro claro, ésas han sido las mujeres cubanas. En particular si son jubiladas y madres solteras. Como Josefa, ama de casa de una humilde barriada habanera.

La vida para ella es un círculo vicioso infinito: llevar a los nietos a la escuela, cocinar e intentar buscar un puñado de pesos para sobrevivir en las duras condiciones del socialismo cubano.

A pesar de sus escasos momentos felices, Josefa es atenta y hospitalaria con quienes la visitan. Si pasa usted por el Diezmero, no deje de probar sus frijoles colorados. Sin chorizo ni tocino son para chuparse los dedos.

Iván García
Foto: TimBrighton, Flickr

sábado, 15 de septiembre de 2012

"La discriminación racial es un combustible peligroso"



Juan Antonio Madrazo, de 42 años, licenciado en administración de empresas, nos da la bienvenida en su cuartel general de la calle 23, entre C y D, Vedado. Tras tomar un sabroso café, brindado por su mamá, salimos a la terraza donde observamos el ir y venir de los transeúntes y la mescolanza socio-racial de los cubanos.

¿Según las estadísticas oficiales, qué por ciento de ciudadanos negros hay en Cuba?

-Un 10%.

¿Cifra cuestionable?

-Claro. Los primeros en cuestionarla son los propios cubanos. Cuando te montas en una guagua o caminas por las calles, te das cuenta de la superioridad numérica de los afro descendientes. Es cierto que hay ciudades con más población blanca, pero también existen asentamientos con una relación aritmética contraria. El antropólogo Juan Alvarado fue uno de los primeros en poner en entredicho las estadísticas oficiales -las verdaderas cifras son “secreto de estado”-. Incluso, tenemos informaciones de especialistas del Instituto Cubano de Genética, quienes manifestaron estar en descuerdo con los números arrojados por los censos de población y vivienda, afirmando que al menos 60% de cubanos son afro descendientes.

-Enfáticamente te aseguro que el gobierno ejerce presiones sobre todos aquellos intelectuales que impulsan un debate nacional sobre la demografía afro descendiente, destacándose entre ellos: el bibliotecólogo Tomás Fernández Robaina, el ensayista Roberto Zurbano, quien en la actualidad preside el fondo literario de Casas de las Américas, y la investigadora Inés María Martíatu, por cierto, más reconocida en el extranjero que en Cuba. También, desde 1986, en los congresos de la UNEAC se han disputado estos cuestionamientos raciales, pero el régimen se las arregla para silenciar las demandas del anhelado debate nacional.

¿Por qué el gobierno oculta las verdaderas cifras de nuestra composición étnica?

-Por intereses políticos. Hay que desandar la historia. En 1962, José Felipe Carneado, entonces ideológico del Partido Unido de la Revolución Socialista, certificó públicamente que la discriminación racial fue erradicaba por decreto revolucionario, y a los afrocubanos -considerados “una minoría étnica”- se les confería el derecho a la igualdad. Paralelamente comenzó el discurso -o mejor dicho, el “chantaje emocional”- de que los negros se convirtieron en personas gracias a la revolución, que estudiarían y trabajarían amparados por ese Olimpo de deidades blancas que los liberó del yugo opresor, debiéndoles lealtad y agradecimiento sin límites.

-Desde entonces, el afrocubano sería la punta de lanza, o la carne de cañón para defender la revolución, por considerársele el sector poblacional “más beneficiado”. Las manipulaciones fueron denunciadas desde el principio por intelectuales de la talla de Carlos Moore, Juan René Betancourt, Iván Cesar Martínez y Juan Benemelis, quienes tuvieron que exiliarse, y son satanizados con vehemencia por las corrientes procastristas.

¿Qué cantidad de afrocubanos milita en las filas del partido comunista?

-La cifra es considerable.

¿Y la representación en las altas esferas del partido y el gobierno?

-Totalmente cosmética, pocos escaños de los máximos dirigentes del régimen están ocupados por negros. Ejemplifico que en el MINFAR y MININT, no hay viceministros ni generales de cuerpo de ejército negros. Creo que en las fuerzas armadas sólo hay dos generales de división. Se ha comprobado que la máxima graduación a la que ascienden los oficiales negros es a la de general de brigada.

-Las campañas internacionalistas de Angola y Etiopía -utilizadas para enmascarar el perfil discriminatorio del régimen- produjeron pocos oficiales negros de alta graduación; por ejemplo, el fallecido general de brigada Víctor Schuhe Colás, quien fuera el más brillante estratega del frente norte en Angola, ni siquiera fue ascendido a general de división póstumamente. Académicos soviéticos detectaron desequilibrios raciales en la élite gubernamental cubana, y gracias a esas conclusiones, elevaron al politburó a Esteban Lazo, un aparatchik, sin bagaje revolucionario. También es ínfima la representación de embajadores afrocubanos acreditados en otros países.

¿Cuáles son las discriminaciones más reportadas en Cuba?

-La más relevante es el desmesurado hostigamiento de los cuerpos policiacos contra los ciudadanos negros, a quienes tildan de potenciales delincuentes, y se les obliga a mostrar su carnet de identidad, so pena de ser multados o aprehendidos. En el año 2010, la opinión pública condenó la Ley SB-1070 adoptada en Arizona, contra los inmigrantes ilegales. En Cuba, este tipo de violación discriminatoria está instituida desde hace 40 años contra los propios cubanos. Y por cierto, no tengo información de que algún cónclave internacional de derechos humanos la haya repudiado.

-En la industria turística, ciudadanos negros con títulos universitarios, incluso, con pleno dominio de tres idiomas, no pueden aspirar a ocupar plazas de guías turísticos o directivos gerenciales, en cualquiera de los hoteles de las más reputadas cadenas del país. A duras penas, los empleos más asequibles para ellos, son: servicios en la elaboración de alimentos dentro de las cocinas, mozos de limpieza, mantenimiento y custodios. Algunos plantean que gerentes cubanos, blancos, con un carnet del partido en el bolsillo, han sentenciado: “Aquí no queremos negros”. Otros, los más diplomáticos, achacan la negativa a exigencias de empresarios europeos.

-En determinados ministerios, como el de la Inversión Extranjera, Comercio Exterior, Relaciones Exteriores y el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica, es baja la presencia de directivos afrocubanos. Sólo se le asignan cargos de secretarios del partido y sindicatos, o sea, los de agitadores políticos. En la esfera de la cultura también se han recibido denuncias de discriminaciones raciales. Por ejemplo, en el Teatro Lírico Nacional, el Ballet Nacional de Cuba y otras instituciones. Igualmente es discriminatoria la no existencia de una pedagogía relacionada con la integración racial, tanto en el contexto educativo, como en los medios de difusión. En fin, el paquete es amplio.

Según vox pópuli, los afrocubanos tienen una presencia preponderante en las turbas de respuesta rápida. ¿Cuestionas este comentario?

-No lo discuto, reconozco que es una consecuencia de las manipulaciones antes mencionadas. Utilizar un sector poblacional tildado de “víctimas”, para convertirlos en “victimarios”, defensores de un régimen que supuestamente “les benefició y otorgó plenos derechos”, es una escenificación que, a la vista de los incautos, favorece “la imagen” de la dictadura. Pero tales abominaciones también fueron utilizadas por el colonialismo español, en el siglo XIX, cuando creó la Milicias de Pardos y Morenos, los Guerrilleros Negros y los Casinos de Españoles de Color, con el fin de dinamitar la moral de las tropas independentistas.

¿Qué efectos busca la publicidad oficialista explotando la imagen del afrocubano?

-Es una grosera y contradictoria propaganda. En una valla enclavada en la avenida Boyeros, sobre la fotografía de un sonriente afrocubano un rótulo dice: “Los cambios que necesita Cuba, son más socialismo”. Sin embargo, la mayoría de los negros están sumidos en la más exorbitante pobreza. Desde hace más de 60 años, sobreviven en los mismos barrios: Centro Habana, La Cuevita, Palo Cagao, Hindaya, Pocitos… e innumerables ciudadelas de la periferia capitalina.

-Paradójicamente, pocos moran en el Nuevo Vedado, Miramar, Kohly, Country Club, Siboney o cualquiera de los mejores repartos de La Habana. Las más recientes innovaciones económicas no han beneficiado a los cuentapropistas negros, pues en un alto porcentaje, no cuentan con buenas casas, ni familiares en el exterior que les ayuden financieramente para montar un negocio, por ser el sector poblacional que menos ha emigrado.

¿Qué tareas se ha propuesto acometer el Comité Ciudadano por la Integración Racial (CCIR)?

-Trabajo, trabajo y más trabajo, documentando casos de discriminación racial a través del observatorio ciudadano, impartiendo conferencias, haciendo periodismo y luchando a brazo partido para que la diáspora tome conciencia de que el problema racial debe tomarse en cuenta desde ahora y no a partir del restablecimiento de la democracia en Cuba. También hemos elaborado un plan de denuncia civil por la pobre cobertura dedicada a la conmemoración del centenario de la masacre de los independientes de color y por la insuficiente difusión del documental 1912, Voces para el silencio. Un pueblo que no predica sobre sus errores, corre el riesgo de volver a cometerlos.

¿Se les oponen otros afrocubanos e instituciones oficialistas?

-Intelectuales pro-régimen, como Miguel Barnet, Guillermo Rodríguez Rivera, Esteban Morales y Gisela Arandia. Los proyectos oficialistas, como Cofradía de la Negritud, o el desarticulado Color Cubano, todos empeñados en desmoralizarnos ante el pueblo como una disidencia negra y mezquina vinculada al 'Plan Bush'. También el chantaje intimidatorio y la represión de la policía política contra todos aquellos jóvenes que se nos acercan -que cada día son más-, porque el régimen está consciente de que la discriminación racial es un combustible peligroso que pudiera acelerar una rebelión.

¿En una Cuba libre y democrática, fundarían los negros otro Partido de Independientes de Color?

-No es viable. Nosotros luchamos por la integración racial, y soñamos, como en Estados Unidos soñó el reverendo Martín Luther King Jr. En una Cuba libre y democrática, negros y blancos nos daremos las manos para reconstruir la patria, la cual, por cierto, bastante desbaratada nos la dejará el comunismo.

Texto y foto: Pablo Pascual Méndez Piña
Cubanet, 15 de agosto de 2012

jueves, 13 de septiembre de 2012

Ser abakuá está de moda en Cuba



Los marginales de arrabal se conocen a la legua. Tienen su manera muy particular de caminar. Un lenguaje reinventado cada noche con nuevas jergas. Y un saludo distintivo: el beso en el rostro entre varones. Al mejor estilo de la mafia italiana.

A falta de AK-47, algunos cargan vetustos revólveres, armas de fuego caseras, que lanzan los proyectiles hacia cualquier dirección, o pistolas rusas Makarov hurtadas de almacenes militares.

De cualquier manera, tener una pistola en Cuba es un lujo. Lo habitual es portar armas blancas. Desde una afilada chaveta de zapatero, un punzón, un machetín recortado o una navaja de barbero.

La mayoría de los guapetones habaneros de calibre se refugian en las sectas secretas abakuá. Otros en la masonería. Ninguno va a misa los domingos. La religión católica no es lo suyo.

Ser abakuá está de moda entre adolescentes y jóvenes capitalinos de barrios pobres y mayoritariamente negros. El ñañiguismo es una religión afrocubana de larga data. Sus antecedentes se ubican en la región nigeriana de Calabar.

Según cuentan, la organización tiene como base un mito africano que narra la historia de la violación de un secreto por parte de una mujer: la princesa Sikán encuentra al pez sagrado Tanze y reproduce su bramido en el tambor sagrado Eku.

En Cuba la asociación nació entre los negros esclavos en los inicios del siglo 19. La primera sociedad abakuá de blancos surgió en los primeros años del siglo XX. Su creador fue Andrés Facundo de los Dolores Petit, conocido también por sus aportes a la regla del Palo con la elaboración del cuerpo conceptual y ritual de la variante Kimbisa.

La sociedad secreta abakuá cubana es la única de su tipo en el continente americano. Solo se practica en La Habana y Matanzas. Se supone que hay medio centenar de templos.

Los sellos son la representación de cada juego o potencia abakuá. Existen alrededor de 130. En estas sociedades solo son admitidos hombres. No se puede ser gay. Tampoco un tipo flojo o de pocas agallas.

Pero Benito, un viejo abakuá, cree que algunas cosas han cambiado para mal dentro de la religión. “Cuando yo me inicié, a mediados de los años 50, además de una buena conducta social, primaba el respeto a la familia, a tus amigos y al prójimo. Nada de golpear a tu mujer. O abusar de una persona indefensa. La ética, caballerosidad y valores humanos eran fundamentales. Esto ha dado un vuelco con los años. Y algunos plantes han sido absorbidos por marginales violentos e incultos que han convertido esta religión en un hobby”.

Muchos jóvenes del bajo mundo pertenecen a la secta secreta. Se suelen saludar cruzándose la mano, un gesto habitual entre abakuá, o sustituyendo el apellido por el nombre de su juego.

Algo así como Fernando el Enmaranñuao. O Joel el Bekura. “El colmo es que hasta en la prisión Combinado del Este se ha formado un plante. En ninguna regla de esta sociedad se dice que para ser ñáñigo hay que ser un ladrón o traficante de drogas. Eso, al contrario, va en contra de nuestros principios”, alega un abakuá habanero.

Sin embargo, jóvenes de La Habana subterránea lo interpretan de otra manera. Y forjan su hombría a punta de navaja o cometiendo delitos reprobables. Cuando charlan entre ellos lo que importa cuán duros son. Se jactan de haber estado varios años en prisión sin una mancha negra en su conducta. Y si su mujer les fue infiel, luego de propinarle una brutal paliza, rompieron con ella.

Viven en estado de guerra perenne. Su hoja de méritos engorda según sus batallas urbanas. Que en los barrios marginales de La Habana es sinónimo de guapería, de un buen número de bofetones propinados o cortadas en el rostro a los tipos que los incordiaban.

Viejos ñáñigos, como Benito, consideran que están equivocados. “Para ser abakuá solo hace falta ser un hombre de principios, no un delincuente”.

Iván García
Foto: Procesión Abakuá, óleo de Juan González Pérez (Guantánamo, 1955).
Leer también: Los abakuá en la sociedad secreta cubana.

martes, 11 de septiembre de 2012

La Habana, entre drogas y reguetón



En un edificio sucio y gris, de finales de los años 20 del siglo pasado, suele encontrarse a Juan Antonio, joven con talla de basquetbolista. Viste una bermuda ancha por debajo de la cintura que nos muestra la marca de su calzoncillo boxer.

Los brazos atléticos, ejercitados en gimnasios caseros, están cubiertos por sendos tatuajes con una leve intención artística. Gafas muy grandes, onda retro. Camiseta de Lebron James, la estrella de Miami Heat, y unas chancletas de cuero completan su facha, habitual por estos barrios marginales y mayoritariamente negros.

Pasada las 10 de la noche, Juan Antonio comienza su faena. Vender melca o marihuana ‘yuma’ (extranjera). Aparentemente está tomando la brisa nocturna en la entrada del derruido y colmado edificio multifamiliar. Pero no, espera a sus clientes.

Los primeros en llegar son los ‘faranduleros’, como les dicen a los seguidores de la farándula habanera. Chicos conocedores del itinerario exacto de los reguetoneros. El lugar y la hora dónde van sonar.

La transacción es un pase rápido. Los jóvenes desean adquirir tres gramos. El expendedor tiene separado minúsculos paqueticos de a gramo. Una mano entrega 150 pesos convertibles y fugazmente Juan Antonio, como devolviendo el saludo, les deja caer tres pequeños envoltorios de papel blanco con cocaína.

Es fin de semana. Y los consumidores habituales de La Habana nocturna acostumbran pasar por el negocio de Juan Antonio, a quien las noches movidas le dejan un buen margen de ganancia.

“Existe ya una clientela fija, enganchada en ‘halar polvo’. Son gente de nivel o con amplias entradas de dinero. Músicos, reguetoneros, hijos de papá, jineteras y extranjeros de paso por la ciudad. Lo difícil no es vender. Es tener los ojos bien abiertos para otear a la ‘moná’ (policía)”, apunta Juan Antonio mascando un chicle.

Ciertamente la policía se la pone difícil. A toda hora, por las calles de Centro Habana caminan policías especializados vestidos con uniformes negros y enormes perros pastores alemanes.

Son los principales enemigos de tipos como Juan Antonio. Si los pillan vendiendo drogas pasarían una larga temporada tras las rejas. Las sanciones por venta de drogas pueden llegar a 30 años. Y hasta cadena perpetua.

Pero Juan Antonio se la rifa. “No tengo otra manera de buscar dinero. Es lo único que sé hacer. Como jugar a la ruleta rusa. La fama de tu producto puede traer una cola de policías. Si no tienes clientes no tienes dinero. Es muy arriesgado, pero tengo tres niños que mantener”.

Cuando se le pregunta dónde y cómo obtiene las drogas se enoja. “Coño, un periodista es lo más parecido a un policía. Eso no te lo voy a decir. Bastante tienes con poder contar tu historia”, dice. Y se marcha a atender un cliente que acaba de llegar con tres risueñas chicas en un cuidado auto americano de los años 50.

Extraoficialmente se sabe que los incipientes cárteles de droga habaneros obtienen el suministro de los recalos de droga que con frecuencia arriban a las costas cubanas.

Pescadores, reclutas o gente de la zona no siempre entregan toda la droga incautada. Desvían una parte. Y es que una simple bolsa de cocaína colombiana deja tanto dinero que marea.

“Las personas tienen sus necesidades. Quieren reparar su casa. Tener artículos electrodomésticos de primera. Y dinero debajo del colchón para casos de urgencias. Entonces busca a gente como yo, que de manera razonable les paga la melca extraviada”, señala en voz baja un hombre dedicado a la compra y venta de drogas al por mayor.

La Habana aún no es una ciudad donde se muevan grandes cantidades de cocaína. Por su alto costo, entre 45 y 50 cuc el gramo, es una droga al alcance de un segmento reducido.

Pero si usted quiere ‘volar’ siempre encontrara una fórmula. En la Calle 23, en plena Rampa, se encuentra la discoteca llamada La Gruta, una de las preferidas de los reguetoneros de moda. La entrada cuesta entre 5 y 10 pesos convertibles.

Esa noche canta el Micha, uno de los pesos pesados del reguetón en Cuba. Los usuarios desbordan la discoteca. Muy cerca de la barra, Arturo vende pastillas de Parkisonil a 20 pesos la unidad. También marihuana criolla a 25 pesos el cigarrillo.

“A la gente le gusta ponerse ‘rica’ al ritmo del reguetón. Cualquier cosa es buena. Ketamina, Maicon, Parkisonil u otra pastilla que arrebate”, dice Arturo con las pupilas dilatadas.

No es raro que un adolescente habanero de 15 años alguna vez haya probado sicotrópicos o fumado un porro de marihuana criolla, la más barata. La ‘yuma’ suele costar entre 4 y 5 cuc un pequeño envoltorio que da para liar un par de cigarrillos. Los fumadores aseguran que es de mucha más calidad que la local.

A los cigarros de marihuana siempre les han puesto nombres rimbombantes: “la patá de King Kong”, “Black Bird, el pájaro amarillo” o “el verdadero Fidel Castro”, un cigarrillo que según los marihuaneros de vieja data, cuando se hace un bazuco ligado con polvo, hablas tanto o más que el comandante en sus buenos tiempos.

En ese mundillo te puedes encontrar otra clase de adictos. Como Sheila, una ‘farandulera’ que dice haber probado -y preferir- pastillas de diseño EPO, que suelen venir en los bolsos de turistas europeos.

Las leyes cubanas, de un tiempo acá, tratan al consumidor como un enfermo o enajenado. Pero la frontera entre el que vende y consume es muy tenue. Si te pillan con 10 cigarrillos te pueden ‘empapelar (procesar), aunque jures que la yerba era para consumir.

Desde finales de los años 90, los servicios especiales ha montado fuertes operativos en un intento por frenar el auge de las drogas en La Habana nocturna. Ha habido períodos en que su venta disminuyó. Pero como un dragón de múltiples cabezas, vuelve a resurgir.

“Es lo atractivo de lo prohibido. La policía arriba de ti y la gente arriba del ‘lío’ (droga)”, confiesa Juan Antonio.

“¿Cómo resolver los problemas de la vida diaria? Como no se pueden resolver, entonces lo mejor es estar en las nubes”, afirma Arturo, mientras camina despacio por La Rampa junto a varios amigos.

Hace rato dieron las tres de la madrugada, cargan varias canetas de ron añejo, un ‘magacín’ de Parkisonil y dos cigarrillos de marihuana. Han tenido una noche caliente entre reguetón y sicotrópicos.

Ahora esperan el amanecer sentados en el muro del malecón, con una resaca de mil demonios. Relajados y distantes. Eufóricos, eso sí. Es su manera de ‘escapar’ de la realidad.

Iván García

Foto: Portada del disco Cuban Reggaeton (Planet Italy, 2009).

domingo, 9 de septiembre de 2012

Hijo de "pincho"



Sentía que necesitaba un 'toque'. Un impulso incontrolable. La hora de la coca. Y allá se fue. Donde siempre. A la casona oscura y agrietada, detrás del barrio chino de La Habana. Sudaba y casi corría, las piernas le temblaban ligeramente y le faltaba el aire, cuando con 35 cuc (pesos convertibles) en mano, compró el gramo de cocaína que su cuerpo le pedía.

Lo inhaló de un golpe. Como un asmático, que necesita un soplo de oxígeno. En ese momento fue feliz. Tres horas. Luego volvería el vicio a dominarlo.

Si usted, no conoce los efectos de las drogas en una persona, entonces les presento a Rolando. Nació en cuna de oro. Para la vida repleta de estrecheces de la Cuba socialista de Fidel Castro, personas como él, pertenecen a una élite privilegiada.

Sus padres fueron diplomáticos en países occidentales. No conoció la libreta de racionamiento. Y en los años duros del “período especial”, en su mansión de Miramar no faltaban la carne de res ni los mariscos. Tampoco la luz eléctrica. Tenían una planta emergente, tres autos y una moto en el garaje.

La vida para su familia era bella. En los 90, cuando la ciudad estaba oscura hasta 16 horas diarias, en la sala iluminada el padre charlaba con sus amigos sobre Londres, Madrid, París... Conversaciones mojadas con Jack Daniels o un buen whisky escocés. Con canapés de jamón o salmón. Así creció Rolando. Entre "pinchos", la gente le dice a los dirigentes que viajan por el mundo, tienen criados en sus casas y perros rottweiler en el jardín.

Hijo único, lo mejor que hizo Rolando fue holgazanear. Dejó la carrera de relaciones internacionales. Entonces su padre le consiguió un curso de gerente, en una cafetería por divisas en Varadero, playa a 132 kilómetros al este de la capital.

Allí se volvió adicto a la cocaína. Ya había fumado algún que otro porro y en las orgías con lesbianas, probó pastillas de diseño. “Pero la coca fue la que me enganchó, era para mí lo bello y lo prohibido, nunca me faltó dinero para comprarla”. Era fácil. Un día malo le dejaba 400 cuc de ganancia en la cafetería. Si no, lo cogía de la caja registradora. Halaba más polvo que una aspiradora.

Hasta que llegó el día fatal. Una mañana, sin previo aviso, una inspección a la cafetería detectó un faltante de 9,400 cuc. No aceptaron sobornos ni regalos. “Venían en serio, fui despedido y me levantaron una causa. Gracias a la influencia de mis padres no fui a la cárcel”, confiesa. Pero la coca seguió prendida a él. Sus padres lo han intentado todo.

Han recorrido los mejores centros de rehabilitación del país. Nada, siempre vuelve. “Ahora, los viejos hacen gestiones para llevarme a una clínica en Europa, siento que no me puedo dominar, es como un reloj biológico, cada determinadas horas, tengo que halar”, dice casi en un susurro.

Está avejentado y ha perdido mucho peso. Le obligan a comer. Su casa se ha convertido en su prisión. Sus carceleros son sus padres. Pero al menor descuido, huye tras un gramo de coca. Y ha tenido suerte: forma parte de una familia influyente y comprometida con la revolución de los Castro. Su historia hubiese sido otra de ser un ciudadano común y corriente.

En las madrugadas, cuando logra saltar la cerca de la residencia familiar y corre como un demente en pos de la cocaína, se siente poseído por una fuerza maligna y poderosa. Después, cuando sudando frío inhala el polvo blanco junto a unos latones de basura, rodeado de cucarachas, ratas y olor a mierda, vuelve a ser el niño feliz que una vez fue. Sólo por unas horas.

Publicado el 5 de diciembre de 2009 en el blog Desde La Habana. Entonces ese blog formaba parte de la plataforma Voces Cubanas creada por Yoani Sánchez y de la cual Iván García era fundador. Pero cuando en enero de 2010 el blog se independizó y comenzó a ser administrado por Carlos Moreira, un buen día descubrimos que 'alguien' había eliminado todos los posts publicados en 2009 y que ya habíamos guardado en una carpeta denominada Archivo 2009. Finalmente, sin avisar ni dar explicaciones, el blog Desde La Habana fue sacado de Voces Cubanas. Leer: Firmado en La Habana.

Iván García

viernes, 7 de septiembre de 2012

Las vacaciones de los jerarcas



Como cualquier lugar del mundo, Cuba tiene sus encantos. Y es suficiente razón para que, después de un curso escolar, al llegar las vacaciones, los cubanos intenten disfrutar de su país, si pueden.

La 'jet set' nacional prefiere lo foráneo. Lugares paradisíacos o glamorosos. No importa, la idea es despojarse, aunque sea por corto tiempo, del disfraz de la modestia y practicar el consumismo, en toda la extensión de la palabra, sin miradas acusadoras.

Los mancebos de la cúpula revolucionaria eligen Ibiza, y los menos jóvenes, Saint Tropez. Los vetustos del poder son variables en cuanto a preferencias vacacionales. No es difícil entender que el lujo y los deportes acuáticos, son imanes perfectos que atraen miradas discretas de quienes gozan la abundancia.

La crème de la créme, el clan Castro Espín, ya no va a Varadero, les queda chiquito, y prefieren no alternar con la plebe. A los viajes de veraneo les llaman “viajes neo culturales”, suena más chic y nadie repara en ello. Una interesante opción que les permite descubrir de primera mano el pasado, la historia y las tradiciones, por ejemplo, de Mykonos, esa pintoresca isla griega que tanto visitan y que “por ahora” pertenece al archipiélago Cícladas. Sí, por ahora, mañana no sabemos. Y cuando esta gente ilustrada viaja en busca de la historia, no escatima en gastos. Capri es otro de sus destinos favoritos, allí estuvo Octavio Augusto, y un poco más tarde, Tiberio.

Para quienes no salen de Cuba, hospedarse en los hoteles si antes estuvo prohibido: ahora es casi prohibitivo. Así que un buen día en la playa se convierte en una opción, incluso cuando las ofertas de transporte y gastronomía continúan siendo pocas, malas y caras.

En las noches, La Habana brinda un panorama diferente. Siempre en CUC (pesos convertibles). El Salón Rojo del hotel Capri se redescubre combinando el estilo clásico de cabaret con innovadoras propuestas que favorecen el contacto y la confidencia entre la oferta coctelera de ron con coca cola, o cocaína.

La conocida Casa de la Música de Galiano es un lugar espectacular que cuenta con un salón con tres grandes bares en la planta baja, y otro pequeño, en la planta alta, de ubicación inmejorable y acertada programación. Lo lamentable, y a nadie preocupa, son las pésimas condiciones en la estructura constructiva de ese local, joya del Art Deco. Donde un día estuviera el Cine Jigüe, y antes el Teatro Cuba, está en peligro de derrumbe. Poco les importa, cerca hay una funeraria, por si acaso, y además no es circuito de los 'delfines de la revolución'.

En Miramar, zona exclusiva, está Don Cangrejo, una antigua casa familiar luego transformada en un mal restaurant, y hoy convertido en sala de fiesta. Entrar cuesta 5 CUC, y está de moda entre los jóvenes con parentela de buen poder adquisitivo, deseosos de divertirse y 'especular' (alardear).

Para la gran mayoría de los cubanos, las vacaciones son un dolor de cabeza, por no decir una pesadilla. Las opciones son limitadas: sentarse en el parque, jugar dominó, ir al cine, pasear por el malecón, con mucha suerte un campismo, rezar porque termine el verano y ver televisión. Siempre que no haya apagón.

Juan Juan Almeida
Martí Noticias, 7 de julio de 2012
Foto: Isla griega de Mykonos, uno de los destinos preferidos del clan Castro Espín.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Los hijitos de papá



Los hijos de ciertos jefes de la nomenclatura tienen un sello personal. Visten ropa de marca. Toman cogñac o whisky. Tienen coche propio. Internet en casa. Son aficionados a la buena mesa y a las noches movidas en las mejores discotecas de la ciudad.

Poseen pasaporte para viajar al extranjero. Y en privado halan más cocaína que una aspiradora. Son fanáticos al sexo con varias chicas. Para guardar la forma y seguir la estela de sus padres, estudian en colegios militares. O administración y marketing en prestigiosas escuelas foráneas. Su doble moral es exquisita. Delante de desconocidos, de carretilla te sueltan el típico discurso nacionalista y antiyanqui.

En confianza, están esperando el desenlace final para ver de qué lado está la mayoría. Mientras, sus padres los van posicionando en buenos puestos laborales. Cuando en Cuba se produzca un cambio real, y no el artificial diseñado por los gurús de verde olivo, los hijitos de papá serán los futuros gerentes de empresas, bancos, hoteles, campos de golf o cualquier otro negocio que dé plata en la Cuba post Castro.

Ahora van de gallo tapado. Gastando combustible y divisas en La Habana nocturna. Viviendo bien. Desayunando, almorzando y cenando. Bailando salsa y reguetón en centros nocturnos como el Salón Rojo del Caprí o en Río Club, discoteca de la barriada de Miramar, a escasos metros del río Almendares.

A la salida, siempre risueños y con la cartera llena, terminan la noche en cafés a tiro de piedra del malecón habanero. Bebiendo cerveza Heineken y esnifando 'melca' en el asiento trasero de su auto. Suelen ir a la cama a la hora en que muchos se levantan para ir a trabajar. Almuerzan carne de res mientras en gigantescos televisores de plasma, ven las últimas noticias internacionales por CNN o TVE.

Sus padres están autorizados a tener antenas parabólicas y adsl las 24 horas. Cuando el discurso oficial pide a los cubanos de a pie que abran un nuevo agujero al cinturón, los descendientes de tipos importantes, tienen aire acondicionado central en sus residencias y los fines de semana salen a pescar en el yate del 'viejo'.

Lo bueno de ser hijo de un “pincho” (dirigente) en Cuba, es que no tienen que preocuparse por los paparazzi o las notas escandalosas en la prensa del corazón. Los trapos sucios se guardan en casa. Sus progenitores tienen el poder. Controlan el ejército y los medios de comunicación y producción.

Son jóvenes con vía libre para llevar una vida disipada y fácil. ¿Y sus padres? Bien, gracias. No se enteran o no les importa. O prefieren mirar hacia otro lado.

Publicado el 15 de marzo de 2011 en El blog de Tania Quintero con el título Hijos de papá.

Iván García

lunes, 3 de septiembre de 2012

De Punto Cero a Londres 2012



Mientras varios atletas cubanos con aspiraciones a medallas, una vez más se vieron obligados a competir sin la presencia de sus entrenadores y mientras los campeones olímpicos son enviados a Cuba a pocas horas después de concluir su actuación, vimos a través de las trasmisiones televisivas a un relajado turista de rostro conocido y apellido 'ilustre' disfrutar de los Juegos Olímpicos.

El Dr. Antonio Castro Soto del Valle, en los últimos años en el hijo más visible del ex presidente Fidel Castro, a pesar de no ser especialista en medicina deportiva, cuando quiso se convirtió en médico titular de la selección nacional de béisbol. Allí lo hemos visto impartir señas a los jugadores, trasmitir las órdenes de su padre cursadas a través del siempre infaltable celular e incluso recibir, en el mismo terreno de juego, todas las preseas ganadas en algún torneo (aunque también se comenta que protagonizó algún que otro altercado con jugadores que no se tragaron fríamente sus imposiciones).

Un buen día, por obra y gracia de la desfachatez del nepotismo dinástico, Tony se convirtió en vicepresidente de la Federación Cubana de Béisbol. No asumió la presidencia porque ya sería demasiado, pero llegado a ese inmerecido lugar ya todo el mundo sabe quién manda en la pelota en Cuba.

Tony es cirujano ortopédico, especialista en reparación de caderas, y sin sonrojo asumió su nuevo cargo por encima de hombres que se han sacrificado y dedicado su vida al béisbol y cuentan con reconocida autoridad por sus trayectorias deportivas y bien ganado prestigio por su capacidad profesional. Resulta penoso ver a tantas glorias de la pelota cubana, escuchar absortos e inermes las valoraciones y orientaciones de este advenedizo neófito con poder inexcusable.

Sin embargo, lo increíble sucedió cuando el señor Castro fue elegido nada menos que tercer vicepresidente de la Federación Internacional de Béisbol Amateur (IBAF), gracias a la deshonestidad de los directivos de la institución.

Al parecer, esta familia ha tomado como costumbre asumir a capricho roles para los cuales no están preparados. El tío de Tony, el general sin batallas Raúl Castro, lleva seis años al frente del gobierno demostrando proverbial ineptitud. Por su parte, la prima Mariela Castro Espín, impuesta como directora del Centro Nacional de Educación Sexual, promueve el respeto a la diversidad sin pedir perdón por tantos crímenes y agravios cometidos desde el poder.

A la infanta, que ha tomado como hobby la lucha contra la homofobia, podemos verla promover la masturbación femenina en un programa televisivo en horario familiar, elogiar la prostitución holandesa, ofrecer su voto a Obama, supuesto enemigo de su padre, o politizar la marcha oficialista contra la homofobia.

El doctor Tony dirá que si dos pichones de español rezagados en el Caribe como su padre y su tío, han gobernado a los cubanos por más de medio siglo, y si su prima, heterosexual graduada de educadora de guardería infantil, encabeza la lucha contra la homofobia, él puede regir los destinos del béisbol cubano sin haberlo practicado siquiera en videojuegos.

Resulta que debido al interés del delfín, se comienza a descorrer el velo de tabú que ha impedido la relación de Cuba con el mejor béisbol del mundo. Ya se habla incluso en la televisión, de por qué no trasmitir el béisbol profesional, siempre tildado de mercantilista. Mucha gente sospecha que Tony quiere convertir los vínculos con el béisbol profesional en un negocio particular.

El asunto es que el béisbol no participa en las olimpíadas. Tal vez el vicepresidente de la IBAF haya tomado un contrato como ortopédico de la representación atlética cubana. No debemos olvidar que la presencia de este personaje en la sede olímpica, implica además un dispositivo de seguridad, lo cual hace más costosa la incursión londinense del hijísimo.

Aficionados de todas las latitudes durante los Juegos Olímpicos convirtieron a Londres en una fiesta donde tuvieron la oportunidad de respaldar con orgullo y entusiasmo a sus atletas. Una vez más, un escenario deportivo mundial vio a los abnegados deportistas cubanos competir sin el estimulante respaldo de su público.

El andar de Tony Castro por Londres, como si deambulara por los seguros parajes de Punto Cero, como es conocida la estancia familiar, nos recuerda cómo el privilegio inapelable de la destructora dinastía anticubana nos aleja cada vez más de la modernidad.

Leonardo Calvo Cárdenas
Texto y foto: Cubanet, 15 de agosto de 2012
Leer también: Londres olímpica: una ciudad y unos juegos en movimiento.

sábado, 1 de septiembre de 2012

Así viví las olimpiadas



Apagué el móvil. Le dije a mi madre, editora de mis artículos, residente en Suiza, que me tomaría un par de semanas de vacaciones. Me alejé de las tertulias de periodistas disidentes y vecinos, quienes la mayor parte del tiempo se la pasan criticando la gestión de los hermanos Castro.

Le rogué a mi hija y a mi suegra que me dieran un chance con el televisor y vieran los dibujos animados y culebrones en casa de algún vecino. Durantes 16 horas diarias, calenté el sofá de la casa de la familia de mi esposa, para ver con tranquilidad y en colores, los Juegos Olímpicos de Londres.

Valió la pena. Vi la espectacular inauguración, muy británica, como era de esperar. Y observé como la china Ye Shiwen nadó un parcial de fantasía en los 400 metros combinado. Vaya tía. Ese trecho lo hizo más rápido que Ryan Lochte. Por vez primera en la historia de la natación una mujer en un tramo tiene un crono inferior a un hombre.

Por cierto, los comentaristas cubanos olvidaron decirnos que Lochte es hijo de una cubana. Me alegré que uno de mis ídolos deportivos, Michael Phelps, con sus 22 medallas, 19 de ellas de oro, superara a la gimnasta ucraniana Larisa Latynina.

Alenté a gritos, junto a mi hija de 9 años, al nadador cubano Hansel García en la final de 100 metros libres. El hombre estuvo sobrado en el último trecho. Lo nadó más rápido que el estadounidense, que el francés y hasta que el mismísimo recordista mundial, el brasileño Cielo.

Pero su reconversión de jugador de polo acuático a la natación le pasa factura en lo técnico. García arranca tan lento como un camión de petróleo. En las vueltas es algo chapucero. No se le puede pedir más: entrena en una piscina de condiciones lamentables en la barriada de Miramar.

Las escuelas de bachillerato en Europa o Estados Unidos poseen mejores piscinas. Bastante hizo el cubano con llegar a una final olímpica. No tiene trusas de mil dólares, que te impulsan como si fueses un torpedo. Tampoco entrenadores de renombre ni está insertado en competencias de calibre. Pero es un gallo de pelea.

Si por mí fuera, del deporte olímpico eliminaría el boxeo. Qué peleas tan mala. El orondo comentarista quería hacernos ver que un italiano mediocre, que derrotó a otro mediocre púgil cubano, era subcampeón mundial.

Si boxeadores vulgares, como ciertos ucranianos, chinos e italianos que observé eran campeones, es urgente el mensaje de que el boxeo amateur sobra en el calendario olímpico. Cubanos como Lázaro Álvarez, Julio César La Cruz, Roinel Iglesias o Robersis Ramírez enseñaron un boxeo distinto.

Aunque tampoco es para tirar cohetes. Están a años luz de un Yuriolkis Gamboa, Guillermo Rigondeaux o Mario Kindelán. Ni que decir de Adolfo Horta o el mejor de todos, Teófilo Stevenson. Pero viendo a la mayoría de los púgiles que estuvieron en Londres, se puede decir que pelean en diferentes galaxias.

Los boxeadores cubanos actuales parecen más toreros que púgiles. No les gustan los intercambios. Lo suyo es correr por todo el ring. Y hacer fintas de piernas y manos. Yo les daría un consejo: amigo, el boxeo es dar golpes.

Si a ratos tiraba un pestañazo fue mientras la televisión trasmitía los soporíferos y extensos carteles de boxeo. Todo lo contrario ocurrió con el baloncesto.

Qué nivel. Es cierto que el Dream Team marcaba diferencia. Y que la mayoría de los jugadores de la NBA no estaban en forma. Pero los porcentajes de tiro de un señor llamado Kobe Bryant hablan por sí solos.

Observar a esos morenos mágicos con sus mates espectaculares, el tiro de tres puntos de Kevin Durant o las fantasías de LeBron James es una fiesta que en Cuba se puede ver cada cuatro años.

No eran solo los fabulosos gringos de la NBA. En el menú había selecciones como la Argentina de Manu Ginobili o la España de Rudy Fernández y los hermanos Gasol. Con ese complejo de plaza sitiada que tienen las trasmisiones televisivas criollas, se le dio poca cancha a los partidos de los estadounidenses.

Hubo juegos que no se pasaron. Incluso la propia final, se emitió diferida. Qué manía esa de convertirlo todo en un discurso político. Los estadounidenses son el número uno en baloncesto. Y punto. La gente tiene derecho a ver a los mejores.

Si calidad tenía el baloncesto, qué decir del voly de sala, muy competitivo. Todos extrañamos que la isla no estuviera representada en ninguno de los dos sexos. Al menos en los hombres, calidad todavía tenemos.

Me llamó la atención el sudcoreano, ciego legalmente, que con una facilidad pasmosa hacía diana con sus flechas en la arquería olímpica.

Después de Cuba, yo hinchaba por Brasil. Me decepcionaron sus voleibolistas de playa. Y sufrí durante el partido final de voly de sala masculino que perdieron increíblemente frente a Rusia, luego de haber ganado dos parciales. Lo siento por Giba. Hubiera sido el tercer título olímpico del voly masculino. Las mujeres sacaron la cara y arrollaron en la final a Estados Unidos.

El futbol brasileño sigue en deuda. No hay manera que gane una medalla de oro olímpica. Es el único trofeo que les falta. Ahora, ni Neymar, Oscar, Leandro o Marcelo, estrellas en ciernes, pudieron con el once mexicano sin tantos nombres, pero se plantaron serios en la cancha de Wembley.

Vi algo de tenis. Y de deportes un tanto exóticos para mí, como el piragüismo y la equitación. Aun me asombro como un abuelo japonés de 71 años era capaz de competir. Y un canadiense de 64 años obtuvo una medalla de bronce. Nadie supo decirme si los caballos eran tan viejos como sus jinetes. Si longeva es la equitación todo lo contrario resulta la gimnasia.

En mi opinión, el deporte más apasionante fue el atletismo. La sorpresa fue el dominicano Félix Sánchez. A sus 34 años todos lo daban por perdido. Resurgió de sus cenizas. Ave Félix. Qué carrera. Y que emoción ver a ese hombre llorando a moco tendido en lo más alto del podio. Donde quiera que esté su difunta abuela, la persona que lo crió, debe estar satisfecha de su nieto.

Ya lo de Usaín Bolt no es noticia. Es el primer hombre del mundo que se ha inventado una manera de volar sobre la pista. Este tipo no es un terrícola. 9.63 en 100 metros, la segunda mejor marca de la historia.19.32 en 200, la cuarta. Y un remate en los 4 x 100 para estampar un increíble registro de 36.84.

Fuera de serie no solamente es Bolt. De Kenia llegó David Rudisha, de 23 años y con una marca de 1.40:91. Este hombre corrió sin sudar la carrera de 800 metros más rápida de la historia. Pronostico que romperá su propio récord mundial y bajará de los 1.40.

Allyson Félix es otra gigante. Ganó 200 metros y fue pieza clave en los relevos de 4x100 y 4x400 de Estados Unidos. En el corto, con un registro de 41.37, echaron abajo una marca establecida por la RDA en 1985, hace 27 años.

Después de la ceremonia de clausura, y luego de estar 14 madrugadas, mañanas y tardes viendo deportes en vivo o diferido, caí en la cama y de un tirón dormí doce horas. El lunes 13 de agosto volví a la rutina. Escribir crónicas de la Cuba que los medios oficiales ocultan. Dar mis puntos de vista sobre temas políticos, deportivos o económicos. Charlar con familiares, amigos y gente de la calle.

Me gusta el periodismo. Soy un prisionero del oficio. Anhelo que el tiempo pase volando, para disfrutar de Río 2016. Y ver qué nos depara el futuro. Quizás en estos cuatro años se decide la suerte de Cuba.

Iván García

Foto: Tomada de El Nuevo Herald. Finalizada la ceremonia de premiación del decathlon, el cubano Leonel Suárez, quien obtuvo la presea de bronce, aprieta la mano del estadounidense Trey Hardee, medalla de plata. Sonriente observa el ganador del oro, el también estadounidense Ashton Eaton. Quienes tuvimos la suerte de ver sin censura los Juegos Olímpicos, pudimos comprobar que los cubanos son afables y no tienen a menos saludar y abrazar a su rival deportivo y "político". Como ocurrió al finalizar el salto con pértiga entre las atletas de Estados Unidos, Cuba y Rusia, reflejado en este fotorreportaje (TQ).