lunes, 11 de noviembre de 2013

"No estoy loco todavía"



La hazaña de la estadounidense Diana Nyad, de cruzar a nado el Estrecho de Florida, sin jaula de protección contra tiburones, reta al cubano Antonio Medina Castañeda, quien también persigue cruzar a nado las 110 millas.

Antonio posee el récord de más salidas ilegales fallidas: 20. Y en su casucha de la playa de Jaimanitas, al oeste de La Habana, se ha comenzado a preparar, "física y mentalmente" con el fin de escapar de lo que él “una gran jaula de castigo en forma de isla”.

El 'recordista de salidas ilegales' reside a unos metros del mar. Se ha lanzado a cruzar el Estrecho en todo tipo de artefacto: botes, balsas, tablas de corcho, una armazón de pomos plásticos vacíos amarrados con nylon de pescar dentro de sacos de yutes, (incautado recientemente por la policía), hasta un “submarino”, fabricado con tanques de aluminio y un motor de lavadora, proyecto que fracasó por no hallar la fórmula de almacenar el oxígeno.

La estadounidense le ha proporcionado a Antonio la "maravillosa idea de cómo espantar la mula" (huir), sin necesidad de recursos. La construcción de balsas y tablas requieren de múltiples materiales: poliespuma, corchos, velas, madera, tornillos, brújulas y GPS, entre otros, muy caros y difíciles de conseguir, que le han absorbido lo poco que ha ganado como zapatero durante años, un dinero perdido en naufragios.

"Diana Nyad me dio la respuesta. No necesito nada. Solo nadar y nadar" dice, feliz, del hallazgo encontrado en la primera plana de El Nuevo Herald, que me pidió le regalara. En ella aparece una foto de la nadadora arribando a Smathers Beach, en los cayos de la Florida, y el titular “Nunca se rindió”. Antonio añade que él tampoco se rinde y está seguro que esta vez, en su intento 21 lo conseguirá.

Le explico que la hazaña de Nyad no fue cosa sencilla. Necesitó una flotilla de cinco barcos, con un equipo de 35 especialistas, un traje isotérmico de neopreno, cremas especiales, un dispositivo que se puso en la boca para protegerse del ataque de las medusas, médicos y nutricionistas que supervisaron su estado físico y su alimentación en el trayecto.

Pero Antonio se ríe ante “todos esos efectos especiales”. Dice que la filiación adquirida con el Estrecho de la Florida en tantos intentos malogrados, es su pasaporte para llegar al otro lado. Su brújula será su instinto de fugitivo que siempre le dará el norte. Va a conversar en serio con los tiburones, para explicarles por qué huye de esta isla y cree que éstos podrían sensibilizarse con su “causa” y protegerlo durante la travesía.

La alimentación es lo que menos le preocupa, pues a veces se pasa más de tres días sin comer nada, no precisamente por estar a dieta. Tampoco el agua potable: hace más de 50 años que bebe agua mala por la única tubería que le entra de la calle.

Otro aliciente para Antonio es que la Marina Hemingway, de donde salió Diana Nyad rumbo a la gloria, le queda a unos pasos de su casa. Y dice que tal vez pulverice el récord que ella estableció el 3 de septiembre, de 52 horas, 54 minutos y 1,6 segundos.

“Cuando termine de prepararme, ¡lo que va a salir de Jaimanitas rumbo a Miami va a ser un torpedo!”.

Texto y foto: Frank Correa
Cubanet, 11 de septiembre de 2013.

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