viernes, 28 de febrero de 2014

Transición silenciosa hacia el capitalismo



Aunque Marino Murillo, zar de las reformas, afirme que el modelo cubano seguirá apostando por la planificación, en la hoja de ruta diseñada por tecnócratas de verde olivo, la locomotora que tirará el carro serán las zonas especiales de desarrollo con economía de mercado.

Ya el presidente Raúl Castro aprobó el Decreto-Ley de la primera de estas zonas, en el puerto del Mariel, a 45 kilómetros al oeste de La Habana. No es un camino nuevo. Regímenes totalitarios como China y Vietnam, crearon espacios de libre comercio monitoreados por el partido comunista.

Deang Xiao Ping en la China de 1978 y Doi Moi en el Vietnam de 1986, iniciaron procesos graduales de aperturas económicas desde el Estado, sin acompañarlos de cambios políticos, aunque ampliaron ciertas libertades personales.

En las dos naciones, las transformaciones fueron por etapas y suficientemente fiscalizadas para abortarlas en caso de fracasos. Desde los años 90, Raúl Castro y sus asesores militares, evaluaban los resultados económicos y, sobre todo, el riguroso control político, que permitía la permanencia en el poder de los gobernantes chinos y vietnamitas.

El crecimiento macro económico en flecha año tras año ha contribuido a disminuir la pobreza en China y Vietnam. También se han profundizado las desigualdades. Han crecido la explotación laboral y la corrupción. Y militares y políticos claves se han transformado en multimillonarios.

Un factor decisivo para el crecimiento económico en esos países fue las aperturas de zonas especiales. El régimen de La Habana tomó nota de las reformas asiáticas. Las ven como una forma de otorgarle continuidad al sistema después de la muerte de los Castro.

Pero las tímidas reformas en Cuba tienen un gran adversario en contra: el embargo de Estados Unidos. Las transformaciones en China y Vietnam contaron con el apoyo del Congreso estadounidense, que les otorgó el trato de 'naciones más favorecidas'.

Por tanto, la misión principal de los cabilderos del régimen, es fomentar una ofensiva publicitaria que fuerce a la Casa Blanca al levantamiento del embargo. A su favor, el apoyo de la mayoría de naciones del planeta. En contra, el poderoso lobby político cubanoamericano dentro del Congreso de Estados Unidos.

Ni China ni Vietnam tenían estructurados un entramado similar. La Florida, estado clave en las elecciones, tiene políticos de origen cubano que se oponen al fin del embargo. Cuba, además, no es prioridad en la agenda de Barack Obama.

En su escalada para consolidar un capitalismo estilo chino o vietnamita, de manera creativa deben mover fichas si desean seducir a la Casa Blanca. Mientras exista el embargo, pocas empresas sólidas invertirán en Cuba. Y la inyección de capital no será importante.

En lo concerniente a leyes sobre la inversión extranjera en Cuba, se esperan cambios trascendentales. La reciente autorización para que atletas (controlados por el Estado), puedan competir en circuitos profesionales; el aumento del pago a médicos cooperantes que laboran en el exterior; dar luz verde a inversiones de cubano-americanos en la isla (tema complejo debido al embargo); ampliaciones del trabajo por cuenta propia y cooperativas con mayor rango de autonomía, podrían conformar un nuevo paquete de medidas dirigidas a impulsar el desarrollo económico y elevar el nivel de vida en determinados sectores de la población.

Los cambios en materia política seguirán siendo un tabú. Aunque con el objetivo de persuadir a Washington, de que en el terreno político se ha abierto la mano, no es descabellado pensar que se le permita espacio y margen de maniobra a grupos disidentes colonizados por los servicios especiales de la inteligencia cubana.

De cualquier forma, el General Castro tiene la situación interna bajo control. Y a Estados Unidos le puede hacer ofrecimientos de interés. Alianzas en la lucha contra las drogas y el terrorismo. Evitar estallidos sociales que pudieran provocar una estampida de balseros rumbo a la Florida. Y licitaciones a empresas estadounidenses para exploraciones petrolíferas en el fondo marino cubano.

El régimen no es bobo. Sabe que si se levantase el embargo, el nuevo puerto del Mariel y las futuras zonas especiales de desarrollo pueden ser efectivas y atraer mayor flujo de capitales e inversiones directas.

El pragmatismo de la política estadounidense es una carta que puede utilizar el General. Aunque Cuba no es China ni Vietnam. Y en la otra orilla, a los cubanoamericanos con poder político los mueve algo más que anticastrismo.

Ellos han perdido mucho. Negocios confiscados, familiares fusilados y el desarraigo por un destierro forzoso. Es algo personal. Los cubanoamericanos son el gran rival de los Castro en una transición silenciosa y ordenada hacia un capitalismo de Estado en Cuba.

Iván García
Foto: Portada del reportaje especial que la revista británica The Economist le dedicó a Cuba el 24 de marzo de 2012.

miércoles, 26 de febrero de 2014

Piloto de la oposición



Cuando Cuba sea realmente un país libre y puedan las organizaciones y partidos políticos de la oposición ocupar el lugar legal que les corresponde, Vladimiro Roca Antúnez (La Habana,1942) será uno de los primeros en la cola para inscribir a su Partido Socialdemócrata, un viejo proyecto que lleva en sus sueños más de veinte años.

Como la personalidad se hereda y el carácter se adquiere en casa, personalidad y carácter se lo debe Vladimiro a su padre, aquel zapatero de Manzanillo, uno de los hombres más sencillos y afectuosos que he conocido en mi vida.

Tal vez sea esa la razón, entre muchas otras, por lo que este opositor, pacífico como el resto de los que componen el Movimiento Pro Derechos Humanos en Cuba, siempre fue de mi simpatía.

Si me preguntaran cómo lo vemos muchos de los cubanos que hemos tocado a su puerta, les diría que Vladimiro es de esas personas que atraen por su aura misteriosa, visible a quienes lo tratan con sinceridad.

Una de las razones que más admiro de él, es que jamás se ha sentido avergonzado de que su padre haya sido un comunista de primera línea, algo que, en aquellos tiempos convulsos e indefinidos, era la única forma que se conocía para luchar por la justicia social.

Una anécdota que me contó en cierta ocasión describe a las claras los conceptos morales y cívicos de su progenitor, cuando en 1980, al ver en la pantalla del televisor los actos de repudio que Fidel Castro ordenara contra los cubanos que querían salir por el puerto del Mariel, Blas se incorporó de su asiento muy molesto y los calificó de fascismo. La lucha por el poder de aquel viejo partido marxista-leninista que él representaba, era pacífica.

Alguien dijo una vez, no recuerdo quién, que Blas Roca había pecado de ingenuo cuando cambió la ideología de los guerrilleros barbudos, y los convirtió en leninistas. No lo creo así. Algún día sabremos quién cambió a quién, si fue el propio Fidel Castro el que hizo cambiar a aquel viejo comunista, cuando llamó fascismo a los actos de repudio que aún se realizan en Cuba contra los opositores pacíficos.

La historia, analizada a través del tiempo, nos puede dar grandes sorpresas.

Por lo pronto, la oposición política cubana, despreciada y difamada desde su surgimiento por la dictadura militar, hoy cuenta con personas como Vladimiro Roca, un hombre que si le debe algo a la revolución, ésta más le debe (y él sabe por qué lo digo).

Como me gusta ver más allá del paisaje, no dudo que, muy lúcido, conversador y versátil, logre en algún momento lo que se propone. No hay reto que sea demasiado grande para hombres como él, sociables, buenos amigos, apasionados, persistentes y sobre todo orgullosos de ser como son.

La prisión para él –así me lo contó-, donde estuvo cinco años por haber firmado uno de los documentos más valientes y valiosos de la oposición, La Patria es de Todos, lo hizo comprobar que su lucha no era contra los soldados que lo vigilaban, contra los que se han dejado atrapar por la dictadura: burócratas, policías, cederistas, jueces o fiscales, e incluso hasta vecinos, sino simplemente contra dos viejos dictadores, culpables de la inercia del diálogo político, del fracaso de cinco décadas de socialismo, del cacareado ¨hombre nuevo¨, de la bancarrota económica, del acrecentado deterioro de valores morales y cívicos de nuestra sociedad, de donde tantos se quieren ir.

Encontrar el sujeto de culpabilidad y decirlo sin miedo alguno, he ahí la razón de ser de Vladimiro Roca Antúnez, hoy un poco más viejo que ayer, cuando manejaba aviones en lo más alto del cielo. Pero todavía con una gran vitalidad para pilotar un pequeño grupo de amigos, confiados en la libertad futura de su terruño insular.

Por Tania Díaz Castro
Cubanet, 27 de noviembre de 2013.
Foto de Vladimiro Roca hecha en 2010 por el periodista estadounidenseTracey Eaton.

lunes, 24 de febrero de 2014

La Cuba del odio



“Si algún día esa 'gente' (la oposición) se hace con el poder, a los tres días van a matar a sus adversarios. Y detrás vendrá la ‘mafia’ de Miami, a confiscar sus antiguas propiedades. Lo que está en juego es nuestra supervivencia. Así de simple”, comenta Raciel, fervoroso castrista.

A falta de argumentos razonables, ciertos partidarios del gobierno utilizan un discurso trillado. Algunos son ancianos rencorosos, con un largo historial a prueba de bombas en apoyo a Fidel Castro y su revolución.

“En 1962 estuve en una trinchera durante la Crisis de Octubre. Y cuando comíamos el rancho, nos preguntábamos si sería nuestra última cena. Estábamos dispuestos a que Cuba fuera barrida del mapa en una guerra nuclear. Luego vino la limpieza de bandidos en el Escambray y las guerras en Angola y Etiopía. Yo no voy a renunciar a tanto sacrificio personal por estar en el jueguito con la oposición. Si los disidentes quieren el poder, que nos lo quiten a tiros”, acota Reinaldo, un viejo achacoso y severo.

Su incapacidad para reír o debatir ideas políticas diferentes le ha granjeado la antipatía del barrio. Tanto dentro del régimen como entre sus secuaces, hay un sector de 'talibanes' de extrema izquierda. Cada día son menos.

Pero existen. Con un lenguaje rudo y cargado de testosterona. Oposición, elecciones y alternancia del poder no figuran en su decálogo.

Forman parte de la Cuba de la envidia y el odio. Partidaria de pisotear al 'enemigo' con bofetones y linchamientos verbales. Se consideran marxistas. Con una ideología en la cual creer.

Otros son pobres diablos, con etiqueta de fidelistas. A Raúl Castro lo miran con desdén. Consideran que los cambios económicos, su predisposición a negociar con Estados Unidos y el reconocimiento a los homosexuales son señales de debilidad política.

Son expertos en levantar el teléfono y delatar al vecino que ha conseguido materiales de construcción destinados a reparar su casa. O informar a la contrainteligencia sobre el disidente o periodista independiente que vive en su cuadra.

Para estos cubanos, el diálogo es sinónimo de traición. Las diferencias se lavan con sangre. También al otro lado del Estrecho de la Florida hay una legión de políticos ultraconservadores.

Están afincados en el engranaje gubernamental estadounidense, y su guerra contra la autocracia de los hermanos Castro es más personal que racional. Tienen a su favor un lobby político real, dinero, vidas arruinadas y familiares fusilados o encarcelados muchos años en la isla.

Ellos tampoco desean dialogar. Quieren un embargo económico más efectivo. Cero remesas. Ni viajes familiares. O negocios con la dictadura.

Odiar es un sentimiento que cada persona es libre de elegir. Pero el gobierno autocrático y sus seguidores más conservadores, deben aprender una lección: la oposición tiene derecho a existir y refrendar leyes que la oficialicen.

Igualmente, al otro lado del charco, los políticos cubanoamericanos pueden y deben cambiar su mensaje. La suerte de Cuba se decide en los próximos 10 años. Quizás menos.

Con oídos sordos y rencor acumulado solo dejaremos abierta la puerta a más autocracia. Para un pueblo pacífico y emprendedor como el cubano, esta larga travesía por el desierto ya es más que suficiente.

No dejemos que el odio nos venza.

Iván García
Foto: Tomada de Un acto de repudio por dentro.

viernes, 21 de febrero de 2014

Diversiones de barrio



Es más rápido viajar desde Miami a La Habana, poco más de 45 minutos en avión, que trasladarse en ómnibus urbano desde El Calvario, un villorrio al sur de la ciudad, hasta El Vedado, la meca de la distracción nocturna en la capital cubana.

Pregúntenle a José, quien a veces llega pasadas las 5 de la mañana a su choza con tejas de fibrocemento. “Algunos viernes, mi novia y yo vamos al Parque de la Calle G, a tocar guitarra y beber ron a pico de botella con amigos. El viaje de ida demora más de una hora, el de regreso casi tres, pues de madrugada solo funciona la confronta”.

Los de billeteras abultadas no tienen ese problema. Llaman a un Panataxi y en pocos minutos se encuentran en su casa o en la barra de una discoteca de moda, tomando cerveza mientras una luz blanca hace flashes sobre sus cabezas.

Según René, vecino de Párraga, barriada perteneciente a Arroyo Naranjo, el municipio más pobre y con más hechos de sangre y presos de La Habana, “en altas horas de la noche, a veces los taxis no quieren venir a Párraga, alegan el mal estado de las calles, aunque presiento que temen ser asaltados”.

Los jóvenes y no tan jóvenes, buscan cómo distraerse los fines de semana. El dilema principal de quienes viven en áreas alejadas del corazón de la ciudad es, al igual que la mayoría de los cubanos, la falta de moneda dura.

Si usted quiere estar cuatro horas bailando y tomando mojitos en una discoteca, necesita un mínimo de 20 pesos convertibles, el salario mensual de un trabajador.

En Párraga hay una discoteca llamada El Palenque. Pero no a todos les gusta ir. “Van tipos conflictivos, que por los alrededores guardan un arsenal de armas blancas y hasta pistolas. Las fajazones son monumentales, por eso muchos jóvenes preferimos ir a las discos del Vedado o Miramar, pese a su costo”, dice Danilo.

El Palenque, por cierto, no es barato. La entrada cuesta 2 cuc o 50 pesos. La cerveza, un peso convertible. Y el ambiente no es aconsejable. Entonces, los residentes en barrios como Mantilla, El Calvario o Reparto Eléctrico, como una forma de distracción, en ocasiones se refugian en el alcohol, la marihuana y los sicotrópicos.

Por esos lares ‘la yerba’ y los 'burles' o casas ilegales de juego, no son bichos raros. En el Calvario, es habitual que grupos de personas compren botellas de ron barato, se sienten en el parque que bordea la capilla del poblado y se bajen dos o tres litros. Los que poseen divisas también asisten al mismo parque, solo que ellos toman cerveza Cristal o Bucanero en latas, adquiridas en una máquina situada en las afueras de una pequeña bodega que vende en divisas.

Unos kilómetros al norte, en La Víbora, los jóvenes tampoco tienen demasiadas opciones recreativas. Si tienen cuc, por las noches se sientan a beber cerveza en un café que vende dulces y panes estilo francés. Pero lo frecuente es que compren Planchao, una cajita de ron blanco que vale 90 centavos de cuc.

Los jueves, la juventud viboreña suele asistir a El Túnel, la única discoteca de la barriada. El local es un antiguo refugio antiaéreo, de la etapa cuando Fidel Castro aseguraba que la invasión de Estados Unidos contra Cuba era inminente. A mediados de los 90 fue transformado en discoteca.

Al lugar a veces concurren reguetoneros de moda como el Yonqui, El Micha o Gente de Zona. La entrada cuesta 4 cuc. Cerca, en el Parque de los Chivos, jineteras con sayas muy cortas, andan a la caza de hombres que les paguen la entrada.

Yosvany y dos amigos hacen un trato con tres muchachas. Van al grano. “Les pagamos la entrada, cerveza y ‘vacilón' (entiéndase polvo y marihuana) y luego ustedes parten con nosotros”.

Las chicas aceptan. Un empleado del Túnel me cuenta que ellos tienen a mano machetes y otras armas blancas, para defenderse en caso de grescas. “A pesar de tener entre el personal a luchadores retirados y que un ex jefe de sector de la policía nos garantiza la tranquilidad, las broncas son frecuentes. Y no son simples peleas de bares. Esto se transforma en un oeste. Navajazos volando, tiros y cabezas partidas a botellazos”.

A la salida de la discoteca, la gente quiere más fiesta. Los dueños de autos o motos se llegan a otros sitios nocturnos en el Vedado o Miramar.

En las inmediaciones, pandillas de jóvenes marginales se dedican a asaltar a los que se marchan, para despojarlos de monederos, ropa, cadenas de oro y móviles inteligentes.

Si tienen suerte, y de los atracos logran reunir un poco de dinero, lo guardan para divertirse en la discoteca del barrio el próximo fin de semana.

Iván García
Foto: Tomada de Celia Cruz en el Parque de G.

miércoles, 19 de febrero de 2014

Ingenuo arrestado



El 18 de diciembre, al regresar a las 2 de la madrugada de la discoteca del poblado de Baracoa, Yuri León del Risco, jefe de una brigada municipal de Salud Pública, y vecino de Calle 230 no. 306, entre Tercera y Tercera-A, Jaimanitas, encontró un auto patrullero parqueado frente a su casa.

Como no tenía delito, tranquilamente pasó por su lado. Pero, al abrir la puerta de su domicilio, sintió los ronquidos de los policías. La falta de alumbrado sumía la calle en una 'agradable' penumbra. Tenían las ventanillas subidas. Estaban recostados, con las gorras tapándoles las caras.

Yuri se acordó de las “orientaciones” recibidas la noche anterior en la reunión del CDR, donde se pidió a los ciudadanos que encontraran policías durmiendo en los autos, llamaran al 106.

Entró a hurtadillas. Tomó lápiz y papel para anotar la matrícula, pero cuando se agachó para escribir, los policías se despertaron y la emprendieron contra él. Según Yuri, lo 'estrujaron vilmente' y lo esposaron, colocándole los brazos tan arriba en la espalda que le causaron daños.

Bajo protesta, lo metieron en el auto y lo llevaron a la estación de policía de Siboney. Allí lo entregaron al 'carpeta', quien levantó un acta por "alteración del orden público" y le impuso una multa de 20 pesos.

Yuri lanzó la multa sobre la mesa. Dijo que no la iba a pagar, por injusta. Pidió un certificado médico por lesiones, al estar amoratadas sus muñecas. El 'carpeta' le dijo: "¡Sí, cómo no! En cuanto se te baje la hinchazón".

Amaneció en la estación de policía, en un cuarto para interrogatorios. A las seis, con el cambio de guardia, la patrulla de relevo lo llevó al hospital militar. Y en vez de examinarle sus brazos, le hicieron la prueba de aliento etílico, pues en su declaración constaba que el hecho ocurrió al regresar de la discoteca.

La prueba consistió en que un médico llenó una planilla sin siquiera mirarlo, y anotó: Positivo. Yuri recriminó al doctor, le dijo que hacía eso porque era militar y para tapar a dos policías dormilones que roncaban más fuerte que su abuelo.

Volvió a reclamar un certificado por lesiones y el galeno respondió que no veía nada dañino en sus muñecas. Yuri regresó a su casa a las 8 de la mañana, en transporte público, muy molesto.

Le dijo a los vecinos que por haber cumplido lo “orientado” en la reunión del CDR, lo habían estrujado, esposado y multado. Y, encima, en acta lo declararon "borracho perturbador del orden".

Frank Correa
Foto de Yuri León del Risco hecha por el periodista.
Cubanet, 20 de diciembre de 2013.

lunes, 17 de febrero de 2014

O no llegamos o nos pasamos


¿Han visto ustedes alguna vez un juego de pelota en los estadios Guillermón Moncada de Santiago de Cuba o el Latinoamericano de La Habana? Si lo han visto, entonces saben de qué estoy hablando.

Para un equipo contrario, jugar y ganar en un Guillermón o Latinoamericano repleto hasta la bandera, es una prueba más que exigente. Pregúntenle al destacado árbitro cubano Iván Davis, hoy residente en Miami, la que te cae encima cuando el fanático considera que te equivocaste en una decisión.

Te tiran botellas plásticas al terreno. Te recuerdan a tu madre. O te esperan en las afueras, para ver si te pueden dar un gaznatón. Los grandes peloteros cubanos reconocen que no hay peor sitio para jugar que el Guillermón Moncada, con la conga santiaguera y su corneta china, repicando durante las tres horas que dura un partido.

Sin embargo, esa presión adicional de los fanáticos, es lo que hace a muchos peloteros sacar lo mejor de sí en el juego. “En otros estadios tu juegas a la pelota, pero en el Latino y el Guillermón tu disfrutas la pelota”, me contaba un ex pelotero del equipo Industriales. Bueno, eso era antes.

Porque la Federación Cubana de Béisbol, a través de un decreto divulgado el pasado mes de noviembre, pretendió prohibir las congas y el reguetón en los estadios. Pero ante la realidad de que los estadios cubanos parecieran funerarias, pero sobre todo por la polvareda que levantó la medida, las autoridades dieron marcha atrás.

Ahora dicen que van a estudiar la posibilidad de trasladar la música hacia las gradas de los jardines. Veremos cómo queda la cosa. Menos mal que todavía el público en los estadios puede tomar café mezclado con chícharos, discutir las jugadas y hablar boberías sobre las estadísticas.

Cambiando de tema. Desde hace varias temporadas, los medios oficiales ruegan que se devuelvan las pelotas que caen en el graderío. Pretenden convencer a los espectadores con el gastado discurso de que cada pelota le cuesta al Estado unos 6 dólares.

La gente también puede decir lo mismo. En el mercado negro, una pelota cuesta un peso convertible. Y en una tienda recaudadora de divisas, un par de spikes, un guante y un bate de aluminio, en su conjunto, ronda los 150 cuc, el salario de 8 meses de trabajo de un obrero.

Es cierto. Por el bien del orden público, hay situaciones que se deben prohibir. Las gradas de algunos estadios se han convertido en bares de mala muerte. Las botellas de ron se pasan de mano en mano durante los partidos. Igualmente son censurables las ofensas que les gritan a los peloteros. Las apuestas siguen haciéndose, pese a la vigilancia policial.

Si los estirados funcionarios de la FIFA, ésos que multan y castigan a los equipos por cánticos racistas en Europa, se dan una vuelta por Cuba, quedarían perplejos con los gritos de “negro mono” a un jugador. Los insultos raciales en el Latino eran una constante con jugadores de la talla de Pedro Luis Lazo. El soberbio pitcher de Pinar del Río acallaba las tribunas con una espesa lechada a Industriales.

Está bien que se intente controlar la violencia verbal y física desde las gradas. ¿Pero por qué también la música? Máximo Gómez, general dominicano de nuestra Guerra de Independencia, dijo que los cubanos, o no llegamos, o nos pasamos. Nos retrató de cuerpo entero.

Iván García

Video: Conga santiaguera en el Guillermón Moncada, durante un play off entre 'las avispas' de Santiago de Cuba y 'las naranjas' de Villa Clara, el 15 de mayo de 2009.

domingo, 16 de febrero de 2014

A propósito de Santiago Feliú


En Martí Noticias reprodujeron el post que Yoani Sánchez en su blog le dedicó a Santiago Feliú, cantautor recientemente fallecido y quien en 2010 declarara que "Nadie debe estar preso por sus ideas".

En Martí Noticias, a la bloguera dejé el siguiente comentario:

Yoani, escribes como si Santiago Feliú hubiera sido amigo tuyo de toda la vida. Y si lo 'amabas' tanto, ¿por qué nunca le dedicaste un post en tu blog? A los músicos y compositores que admiro y respeto, les he dedicado espacio en mi blog, como María Teresa Vera, Benny Moré y Bebo Valdés, entre otros.

Iván García, mi hijo, quien sí conoció a Santiago Feliú y en los 90 no se perdía sus recitales, en Mi generación o el desastre del ciclón, publicado el 20 de junio de 1998 en Cubafreepress, termina con estas palabras:

"Por eso tengo que hacer un acopio de voluntad muy grande para no convertirme en un zombi o tomar una balsa y huir como hicieron muchos de mi generación. Santiago Feliú, el cantautor de la nueva trova, lo definió magistralmente en una de sus canciones: "¡Ay de mi generación! ¿Quién pagará los desastres de este ciclón?".

Esas palabras de Iván estuvieron inspiradas en Metamorfosis, en mi opinión, una de sus mejores composiciones.

A los familiares y amigos de Santiago Feliú (La Habana 29 de marzo de 1962-12 de febrero de 2014), Iván y yo hacemos llegar nuestro más sincero y sentido pésame.

Tania Quintero

Video: Ay, la vida es una de las doce canciones del disco del mismo nombre, lanzado en 2010. Fue su noveno y último disco.

viernes, 14 de febrero de 2014

¿Por qué no hacer una consulta popular?



Las reformas en Cuba son lentas. Pero se mueven. En lo económico y dentro del marco de la propiedad se han realizado cambios. También en el terreno migratorio y deportivo.

El gobierno del General Castro intenta entrar de forma discreta a los nuevos tiempos. Los mandarines vienen estudiando hace un cuarto de siglo las reformas en China y Vietnam, parientes ideológicos cercanos.

Quizás a partir de ahora acontezcan los cambios más drásticos. Y los más necesarios. A partir del 1 de noviembre, el Consejo de Ministros aprobó la nueva zona de desarrollo económico en el Puerto del Mariel, en las afueras de La Habana.

Pero si el régimen de verdad desea dar un espaldarazo a reformas profundas y sensatas, tiene que hacer algo más. Cuba es una nación empobrecida tras cinco décadas de pésimo desempeño económico.

En 1959 triunfó una revolución que hizo hincapié en lo político e ideológico y marginó la economía. Fidel Castro fue un caudillo. Para bien o para mal, según lo vean sus partidarios o detractores.

Su manera de gobernar el país, como una plantación, saltándose el presupuesto y manejando los recursos al estilo de un bodeguero, ha descapitalizado las industrias y colapsado la economía real.

Luego tenemos el embargo de Estados Unidos, que frena cualquier transformación a gran escala en el plano económico. Ningún socio sensato va a cambiar transacciones de volúmenes considerables con Estados Unidos, por una relación comercial en el pequeño circuito cerrado del mercado cubano.

Una buena jugada del régimen sería romper la inercia en el plano político. Y comenzar a reformar el anquilosado y predecible parlamento nacional. También se podría lanzar una convocatoria para un plebiscito donde el pueblo determine si desea mantener el actual estado de cosas u opta por elecciones presidenciales democráticas, donde puedan postularse políticos de otros partidos.

Algo similar a lo ocurrido hace 25 años en Chile. El contexto de cada país es diferente. En Chile, anticonstitucionalmente se depuso un gobierno elegido democráticamente en las urnas. Mediante asesinatos y burdas violaciones de los derechos humanos, Augusto Pinochet gobernó 17 años.

Fidel Castro llegó al poder tras una campaña guerrillera de tres años. Fulgencio Batista, un sargento reconvertido en coronel, había encabezado un golpe de Estado en marzo de 1952. Cuando Castro arribó a La Habana en enero de 1959 contaba con apoyo popular.

Se pensaba que restauraría las instituciones democráticas. Todo lo contrario. Instauró una autocracia de izquierda, transgrediendo derechos políticos y civiles.

Un autócrata es un autócrata. Da igual que sea de derecha, centro o izquierda. Nada justifica que un ejecutivo no realice plebiscitos y permita otros partidos. Cuba es la única nación del hemisferio americano donde disentir es un delito.

El General Castro pudiera dar una vuelta de tuerca. Convocar a un sufragio donde el pueblo decida libremente si desea mantener el sistema actual o se decanta por una democracia representativa. Poco pierde. En caso de derrota, el gobierno puede hacer política desde la oposición.

Es cierto que se podrían abrir un sinnúmero de pleitos jurídicos por expropiaciones ilegales y violaciones de derechos humanos en los últimos 54 años. Pero la edad actual de los hermanos Castro y su estado de salud, los indultaría de ir a prisión.

El régimen asegura que cuenta con el apoyo de la mayoría de los cubanos. Nada mejor que ponerlo a prueba con una consulta popular.

Iván García
Foto: Septiembre de 2012. Miles de personas participaron en la procesión que en La Habana conmemoró los 400 años del hallazgo de la Virgen de la Caridad del Cobre. Tomada de Confidencial Colombia.

miércoles, 12 de febrero de 2014

Ladrones amparados por la ley



El 21 de agosto de 2013, la Gaceta Oficial Extraordinaria No. 021, publicó el Decreto No. 313, del Consejo de Ministros, que pretende poner orden sobre el depósito, conservación y disposición de los bienes que se ocupan en procesos penales y confiscatorios administrativos.

En concreto, se refiere a la confiscación de bienes obtenidos mediante “enriquecimiento indebido”, tales como drogas, actos de corrupción u otros “comportamientos ilícitos”.

No se ofrece ninguna referencia a la ocupación de bienes, de todo tipo, a los acusados de delitos contra la Seguridad del Estado, como fueron los 75 procesados en la Primavera Negra de 2003, a quienes les ocuparon numerosas pertenencias que no podían catalogarse como pruebas de convicción, consistentes en televisores, refrigeradores, libros, equipos de música, dinero en efectivo y otros artículos que nunca fueron devueltos.

Esa práctica, que no se inició en aquella ocasión, y que sigue extendiéndose hasta hoy, no se menciona en leyes ni documentos oficiales.

No son nombrados tampoco los inmuebles objeto de despojo, sin ninguna garantía de devolución, sobre todo cuando se trata de viviendas que despiertan el interés y la ambición de los funcionarios del régimen.

Cuando en noviembre de 2007 el semanario Trabajadores entrevistó al entonces jefe de Procesos Penales de la Fiscalía General de la República, éste declaró cínicamente que en Cuba la corrupción solo se daba en los sectores intermedios y empresariales, y que se enfrentaban con todo tipo de medidas, incluyendo la confiscación y penales. El Decreto Ley No. 149 de 1994, sobre la confiscación de bienes y recursos, era una de ellas.

Al amparo de ese decreto, se radicaron 487 casos, entre 2003 y 2006, principalmente en arrendadores de viviendas no autorizados. En 2008, solo en la ciudad de La Habana, se procesaron más de 1200 casos, que incluían 100 fábricas ilegales, 60 talleres clandestinos y más de 200 casas-almacenes. La lista de lo ocupado era muy extensa. Pero jamás se dieron explicaciones sobre el sitio al que fueron a parar todos esos recursos.

El Decreto No. 313 y las resoluciones que lo regulan pretenden hacer creer que todo ya está resuelto. Esa normativa se refiere al depósito, conservación y disposición de los bienes muebles ocupados en procesos penales y confiscatorios administrativos. Regula el traspaso al Estado de los bienes depositados y su devolución, cuando corresponda.

Una resolución del Ministerio de Finanzas y Precios establece que los valores para las indemnizaciones se correspondan con el precio fijado por la entidad depositaria para su venta y que esa indemnización se realice en pesos cubanos no convertibles a divisa (CUP). En el caso de los bienes en depósito por el Banco Central de Cuba, ello significa que el Estado se apropia de bienes equivalentes a divisas y que un individuo no sancionado será castigado a recibir, sin su consentimiento, un valor en CUP no acordado con él.

Las resoluciones de los restantes organismos contienen arbitrariedades similares. No se incluye ninguna resolución del Ministerio del Interior, depositario de medios de interés para la Seguridad del Estado, cuyo alcance no se detalla exhaustivamente y que significa que puede apropiarse de cualquier objeto ocupado a encausados por supuestos delitos políticos.

Arnaldo Ramos Lauzurique
Cubanet, 18 de diciembre de 2013.
Foto: Tomada de Cubanet.

lunes, 10 de febrero de 2014

Los Castro: un Estado dentro de otro Estado


Cuando en 2005 la revista estadounidense Forbes puso a Fidel Castro en una lista de las personas con poder político más ricas del mundo, con un valor aproximado de 550 millones dólares, el ex guerrillero sí que se enfadó.

Habilitó un programa especial en la televisión nacional donde por espacio de 4 horas aseguró no tener un dólar en ninguna cuenta bancaria y lanzó un reto: pagaba un millón de dólares al que pudiera demostrarle que tenía riquezas acumuladas. Vaya contradicción.

Castro estaba visiblemente enojado. Lo consideraba, y considera, un problema de honor personal. Su réplica cayó en saco roto. Al año siguiente, en 2006, Forbes subió la parada y estimó su patrimonio en 900 millones de dólares.

No sé si Forbes en su famoso listado, alguna vez incluirá al General Raúl Castro. El tema tiene diversas aristas y disquisiciones. Les hago una pregunta, que pudiera parecer manida ¿son realmente los Castro multimillonarios?

Bueno, legalmente no. Probablemente ni la CIA o el Mossad israelí puedan demostrar las supuestas fortunas de los hermanos de Birán. Forbes pierde de vista un elemento clave: la riqueza de los autócratas es imposible de calcular.

El patrimonio de los Castro no solo se puede medir por la cantidad de millones en dólares y euros. También se debe medir por el poder absoluto en todas las acciones económicas de la nación y el control directo sobre éstas.

Claro que para adquirir un lote de vehículos Hummer, deben pagar en efectivo. Se sabe, por desertores que trabajaron en su entorno, que tienen cuentas para cubrir un contratiempo, caprichos personales o urgencias de última hora.

Consideremos dos opciones. La primera, tal vez algunos parientes con vista larga y tengan cuentas bancarias en cualquier paraíso fiscal. Ese dinero podría ser una especie de seguro. Cuando Cuba entre por el aro de la democracia y se privaticen las ruinosas empresas estatales, parten con ventaja a la hora de rifárselas.

En caso de que inoportunos disidentes los desenmascaren como parte activa del antiguo régimen, en Marbella, la Rivera francesa, Grecia o Portugal, se pueden comprar una propiedad discreta alejada del stress público.

La segunda. Que la transición en Cuba hacia un capitalismo estatal siga siendo controlada por los mismos de siempre. En ese caso, volvemos a la primera opción.

Aquéllos que manejen los hilos del poder, si son precavidos, diseñarán entramados financieros para ocultar cifras millonarias, en caso de caer en desgracia o en la isla se produzca una situación política fuera de control y tuvieran que irse.

Ocultar dinero o blanquear capitales no es difícil. Lo hacen políticos corruptos que viven en democracia, cercados de regulaciones, prensa libre y tribunales independientes.

Entonces, qué no puede encubrir un gobernante de un Estado autocrático, dueño de los medios, de las finanzas y las auditorías. La sentencia de Luis XVI, “el Estado soy yo” tiene plena vigencia para los hermanos Castro.

De su voluntad emana el poder. Los cambios económicos. Las decisiones políticas. Quien debe ir a la cárcel por oponerse a sus normas y a quien se le debe permitir escribir y disentir.

Haciendo un repaso de las dos opciones llegamos a una conclusión: no necesariamente los Castro necesitan acumular cientos de millones para ser magnates poderosos.

Puede que algún pariente o compañero de viaje hurten o esconda un par de millones por ambición o pensando en el futuro.

Pero ni Raúl ni Fidel Castro lo necesitan. Lo tienen todo. El país entero, con sus tierras y recursos marítimos, los medios de comunicación y, además, amaestrada la voluntad de un segmento importante de la población.

El parlamento no puede bloquear una legislación del ejecutivo o desaprobar el presupuesto diseñado por ellos y sus compadres. Y eso es algo que no se puede cuantificar en números.

Los hermanos Castro están por encima de las listas de Forbes. Tienen el auténtico poder real. Han creado un Estado dentro de otro Estado.

Iván García

viernes, 7 de febrero de 2014

De la política cibernética cubana


Mientras el presidente Barack Obama debe hacer de bombero y con urgencia llamar al Planalto, para tranquilizar a una enojada Dilma Rousseff o dar explicaciones a la canciller alemana Angela Merkel, debido a las denuncias de espionaje por parte del analista Edward Snowden, países autoritarios como Cuba, China y Corea del Norte se burlan de las debilidades de una democracia moderna.

En Cuba, un agente de la Seguridad del Estado no tiene que solicitar autorización de ningún fiscal para hurgar en una carta o paquete de un opositor, violar su correo electrónico, indagar en su cuenta del banco o colocar escuchas telefónicas, en la línea fija o en el móvil. De acuerdo a determinadas circunstancias, los servicios especiales pueden monitorear las llamadas o desconectar el servicio.

Durante décadas, la vigilancia de lo que el régimen considera ‘diversionismo ideológico’ y ‘propaganda enemiga’, siempre ha contado con muchos hombres y recursos. Desde censores dentro de la anodina prensa nacional a tipos que queman diarios y revistas foráneas en los aviones que aterrizan en la isla. Películas, libros y hasta poemas, pasan por el filtro de una nómina de analistas de inteligencia graduados con notas altas en diferentes carreras universitarias.

En los primeros 30 años de su revolución, el autócrata Fidel Castro consolidó una auténtica muralla para controlar el flujo informativo exterior. De esa manera le fue más fácil gobernar. Cuando el muro de Berlín se venía abajo una noche de 1989, el sindicato Solidaridad de Lech Walesa negociaba con el general Jaruzelski o la URSS invadía Afganistán, la mayoría de los cubanos nos enteramos -incluso muchos ni siquiera se enteraron- con meses o años de retraso.

La caída del comunismo en Europa del Este, el surgimiento de internet y nuevas herramientas tecnológicas, plantearon un reto a los servicios especiales. Ya no podían controlar la información con la misma eficacia. Los cientos de miles de cubanos residentes en la Florida, en sus llamadas telefónicas a la isla, contaban sucesos que el régimen ocultaba. Y a través de conexiones ilegales de cable, la gente pudo analizar ciertas noticias desde otras perspectivas.

A partir de 2008, con la autorización de la telefonía móvil en Cuba, la proliferación de redes sociales y webs anticastristas, periodistas independientes y blogueros alternativos, la información dejó de ser un coto exclusivo de mandarines y generales. Entonces tuvieron que trazar nuevas estrategias.

El Ministerio del Interior cuenta con un equipo autónomo para controlar y fiscalizar las comunicaciones, a través de la telefonía, internet y correspondencia postal. Pero como el volumen es mayúsculo, han creado oficinas secretas. Cuentan con personal adiestrado en ETECSA.

Llamémosle Danilo. Es un especialista que trabaja en una planta desde donde se opera el tráfico de internet en La Habana. “A tono con los nuevos tiempos, las principales ramas de ETECSA han sido ocupadas por militares aparentemente jubilados. Tanto para la telefonía fija y móvil, como el seguimiento de trazas de internet, existen modernas herramientas de metadatos que son manejadas por la Seguridad del Estado”.

“Pongo un ejemplo. Cuando se desea saber dónde se encuentra un disidente, por un software adquirido en China, se le puede ubicar con exactitud, aunque su celular esté apagado. A la disidencia también le controlan sus cuentas bancarias y sus correos electrónicos, incluidas las contraseñas. Todos los datos personales que se almacenan en computadoras son útiles a los servicios especiales”, dice Danilo.

“La eficacia es del cien por ciento. No hay cabos sueltos. Ahora mismo, ETECSA trabaja en la creación de nuevas redes inalámbricas Wi-Fi, que deben comenzar a funcionar a fines de 2013 en varios sectores de la capital. El control será más fácil, pues las redes inalámbricas son altamente vulnerables”.

Según Danilo, “ya que Cuba no puede vivir de espaldas a internet, ha creado una formidable policía cibernética para controlar las nuevas tecnologías". A las personas que por su labor deben manejar información confidencial, les aconseja utilizar de emisarios a turistas o amigos extranjeros para el envío de cartas y textos en memorias portátiles.

A los opositores y periodistas independientes, Danilo recomienda “actuar de manera transparente, pues ellos discrepan públicamente. Pero sin perder de vista que la Seguridad del Estado está al tanto de lo que escriben o piensan hacer cuando envían emails. Cuando una nota sale publicada en el exterior, ya oficiales de inteligencia la han leído. La única forma de tener comunicaciones más seguras es teniendo una línea extranjera de móvil o accediendo a internet por redes no controladas del gobierno, con equipos como los que trajo para la comunidad judía Alan Gross. Por eso lo sancionaron a tantos años”.

“Aunque a corto plazo, gracias a satélites lanzados por Google, se puede revertir la situación en países como Cuba, donde navegar libremente por internet es casi un delito”, vaticina el especialista habanero.

Iván García

miércoles, 5 de febrero de 2014

La ideología de prohibir



Acerca de las absurdas y mojigatas limitaciones impuestas a los alumnos de la Facultad de Comunicaciones, escribía recientemente Elaine Díaz en su blog: “los decisores políticos se escandalizan con las cosas de los estudiantes como si la Revolución se viniera abajo la próxima semana. Habría que preguntarse qué clase de Revolución se viene abajo por tan poco.”

La respuesta es sencilla: una revolución como la de Fidel Castro, que hace mucho dejó de serlo para convertirse en una dictadura chantajista y mezquina, que si ha logrado mantenerse 54 años en el poder es precisamente porque le teme a todo lo diferente, se cierra a cal y canto, y no vacila en reprimir, lo mismo a un estudiante indócil que piensa con su cabeza que a las Damas de Blanco, que para los esbirros de la Seguridad del Estado todos son lo mismo: peligrosos enemigos de una revolución tan frágil que no puede tolerar algo que difiera un ápice de las ordenanzas oficiales.

Además, en su aberrante paranoia le temen a los libros, las canciones, las artes plásticas, los blogs, Facebook y la Internet en general. Y también a las películas en 3D. Los mini-cines privados que las proyectaban han sido prohibidos, sin importar las personas que perderán el dinero que habían invertido ni las que quedarán sin trabajo. Alegaron que estos cines nunca habían sido autorizados oficialmente, así es que ni siquiera les dieron un plazo para cerrar.

¡Allá los ilusos que pensaban que habían quedado atrás las prohibiciones por razones ideológicas!

Algunos piensan que detrás de la prohibición de los cines en 3D, como en el caso de la ropa importada de Ecuador o Miami que venden los particulares, está el deseo del Estado de eliminar la competencia de los particulares. Pero no nos engañemos: las razones son más ideológicas que meramente comerciales. Tan ideológicas como cuando en los 60 prohibieron la música norteamericana y por extensión la británica también, The Beatles incluidos, faltara más.

La prohibición de los mini-cines se veía venir. Hacía varios días, un extenso artículo (3 260 palabras) de Juventud Rebelde, el periódico de la Juventud Comunista, mostraba la preocupación oficial al respecto. Citaba a Fernando Rojas, viceministro de Cultura, quien acusaba a estas salas de video de promover “la frivolidad, la mediocridad, la pseudo-cultura y la banalidad”. A pesar de que el viceministro se pronunciaba por regular antes que prohibir, finalmente el régimen se decidió por lo segundo.

Así, una vez más, un puñado de intelectualoides sumisos y engreídos, a nombre de sus obsoletos jefazos, incultos y sin una gota de clase, que han haitianizado y lo que es peor, barbarizado el país, se arrogan el derecho a convertirse en árbitros de la calidad cultural y el buen gusto.

No es que les falte razón a los comisarios culturales cuando dicen que en estas salas primaban los productos banales y de baja calidad. Pero esos productos no son muy diferentes de las películas y series pirateadas que pasan por la TV cubana o que se exhiben en los pocos y deteriorados cines que quedan. Porque el cine high-brow (ay, Huxley) que dicen algunos corresponsales extranjeros se ve en La Habana es bastante escaso. Solo se ve cine de autor y películas de cierta calidad en algunos programas televisivos, en contados ciclos cinematográficos a los que muy pocos van y en los Festivales del Nuevo Cine Latinoamericano, que cada vez va peor y que ahora, sin Alfredo Guevara, está en veremos.

El interés de los comisarios en cultivarnos el gusto (siempre dentro de las coordenadas morales e ideológicas del sistema) para hacernos “el pueblo más culto del planeta”, por falta de organicidad y coherencia, pero sobre todo de sinceridad, ha fracasado en toda la línea. A los aseres les resbalan por el carapacho la Universidad para Todos, el ballet, la música sinfónica y de cámara, el jazz y el cine de autor. Ellos prefieren el reguetón, los muñequitos Manga y las películas de vampiros y de Jackie Chan. Y si tienen el dinero, “ponerse los espejuelitos” y ver Avatar y Ice Age en 3D.

Las prohibiciones no van a conseguir adecentar a los cubanos y cultivarles el gusto. Solo harán más aburridas y miserables sus vidas. Particularmente las de los jóvenes. Tal vez los jefes piensen que así les será más fácil controlarlos. ¡Vaya ideas que se les ocurren!

Luis Cino
Cubanet, 10 de noviembre de 2013.

lunes, 3 de febrero de 2014

Cuba: apartheid político



Los cubanos, si acaso, solo tenemos derecho a aprobar lo que ya viene cocinado desde las altas instancias del poder. Las propuestas o reformas económicas y jurídicas parten del status quo.

A la gente de a pie, si acaso, le queda debatir en una reunión del sindicato. Pero por lo general, debe aceptar y al final aplaudir. En Cuba, recoger firmas hacer una modificación legal o instaurar una nueva ley es atentar contra el Estado.

Los cubanos apenas tenemos derechos políticos. Estamos segregados. Tener otro proyecto de gobierno, apostar por una economía de mercado, elegir concejales, diputados o presidentes, con la participación de candidatos de partidos diversos, es un delito sancionado por la Constitución.

En 2002, Fidel Castro introdujo una reforma a la carta magna donde perpetuó su visión del gobierno y país. No importa que en 55 años esa fórmula no haya funcionado. No tenemos otra opción.

La oposición es ilegal. Cuba es la única nación del hemisferio occidental donde disentir está prohibido por decreto. Las tímidas voces dentro de un ala de la izquierda reformista, aupadas por la iglesia católica, proponen una "oposición leal".

Me pregunto: leal a qué o a quién. Cualquier ciudadano que se enrole en la vida política debe ser leal a su patria. Nadie tiene que ser leal a una forma de gobernar con la cual no está de acuerdo.

Por varias razones. La esencial, porque no ha funcionado. La mayoría de la gente sigue viviendo mal y comer dos platos calientes devora el 95% de sus entradas. Comprar una casa, un electrodoméstico o acceder a internet es un lujo para un trabajador, que devenga un salario promedio de 20 dólares al mes.

Aunque el régimen lo prohíba, es lícito que una o varias personas creen nuevos partidos o movimientos con una plataforma y propuestas económicas y políticas divergentes.

También forma parte de los derechos humanos la libertad de escoger una ideología distinta. El gobierno no puede ser un monopolio de un partido.

Tener aspiraciones políticas, incluso presidenciales, son ambiciones legítimas para quien tenga un proyecto de país inclusivo, moderno y funcional.

Cuba no es una monarquía. Pero en estos 55 años ha funcionado como una dinastía. No tenemos porqué aceptar que el poder se trasmita por herencia. Se debe consultar libremente a la población sobre el sistema político que desea.

De una vez y por todas, se debiera respetar el libre derecho de asociación y libertad de expresión. Los trabajadores deben tener toda la autoridad de pertenecer a sindicatos que velen por sus derechos.

También que se aprueben leyes que permitan revocar a un ministro o presidente incapaz. Se debería desenterrar para siempre esa concepción autocrática de gobernar.

Deberíamos poder tener derechos políticos distintos y que se nos respeten. No tener que reverenciar las propuestas del contrario si nos parecen descabelladas. No permitir que se instauren leyes que repriman y encarcelen.

Los políticos se deben a la gente, no a la inversa. Echemos abajo el apartheid político que desde hace 55 años impera en la isla.

Cuba no es una quincalla ni una finca particular. Cuba es de todos los cubanos.

Iván García
Foto: Portada de The Christian Science Monitor de noviembre de 2010, tomada del blog El Yuma.

sábado, 1 de febrero de 2014

Gusano, un documental que no deja indiferente


Excelente, sobrio, contundente. Así definiría el documental Gusano, realizado por Ailer González, su esposo Antonio G. Rodiles y otros integrantes de Estado de Sats.

Con un guión bien estructurado, entrevistados que en cada intervención hablan lo justo, con coherencia y buena dicción. Una edición ágil y la música adecuadamente insertada, los 48:08 minutos transcurren sin darte cuenta.

El documental narra la historia de los actos de repudio, desde que en 1980 los instauró Fidel Castro, a raíz de los sucesos en la Embajada de Perú y el éxodo masivo por el puerto del Mariel, hasta el pasado mes de diciembre de 2013, cuando el régimen movilizó a maestros y alumnos de primaria y secundaria y los mezcló con turbas gubernamentales, músicos y policías y agentes de la Seguridad del Estado, de civil, con las pistolas debajo de sus camisas, o de verde olivo, con las armas visibles.

Una movilización para tratar de impedir que en la sede de Estado de Sats, durante los días 10 y 11 de diciembre se realizaran varias actividades con motivo del 10 de diciembre, Día Internacional de los Derechos Humanos. Estado de Sats radica en el domicilio de Rodiles y Ailer, en Miramar.

Además del matrimonio Rodiles-González, entre los entrevistados figuran el poeta Rafael Alcides y su esposa, la bloguera Regina Coyula; el ex militar retirado Fernando Dámaso; el pintor Luis Trápaga; las artistas plásticas o audiovisuales Rebeca Monzó, Lía Villares y Kizzy Macías; los periodistas independientes Pablo Morales y Calixto Martínez; el escritor Camilo Ernesto Olivera; los fotógrafos Claudio Fuentes y Luz Escobar; las activistas de derechos humanos Ada María López y Seoanet Luque; el sacristán católico Roberto Pupo y los músicos Yordanis Gil, Gorki Águila, David Escalona y Boris Larramendi, quien reside en España y viajó expresamente a La Habana para participar en el evento de Estado de Sats.

De los momentos más impactantes, cuando se llevan detenido a Rodiles y otros del grupo y cuando su esposa Ailer empieza a caminar sola y permanece unos minutos en medio de la calle, frente a su casa. También, cuando caminando por la calle se ve a una mujer septuagenaria con un bastón, hablando con algunos de los movilizados y represores. Después se ve a la señora dentro de la casa, escuchando a Boris Larramendi. Es Gladys Fernández, la madre de Rodiles. Mis respetos hacia ella y hacia Ailer.

Tania Quintero