lunes, 8 de septiembre de 2014

Caseríos insalubres aumentan en la capital cubana



Desesperado y sin dinero para sostener a su esposa embarazada de 7 meses, Silvio se arriesgó a ocupar ilegalmente una habitación deshabitada, muy cerca del barrio donde reside en La Habana.

“No tengo trabajo fijo. Gano algo de dinero botando escombros o chapeando canteros. Recojo materia prima y siempre estoy dispuesto a trabajar duro. Pero apenas me alcanza para comer. Las malas condiciones de vida me llevaron a irrumpir en este lugar. Hasta ahora, ni la policía ni los inspectores de vivienda me han molestado. Si vienen, tendrán que sacarme a la fuerza. El Estado nunca me ha garantizado un hogar digno”, señala Silvio.

El 'okupa' habanero residía en un villorrio marginal al noroeste de la capital, donde las broncas familiares, hechos de sangre y un alto número de jóvenes y adultos presos son historias cotidianas.

Con la anuencia del presidente del CDR, una madrugada Silvio quebró el candado de la puerta con una pata de cabra y trasladó al cuarto las escasas pertenencias suyas y de su esposa, quien espera un niño para finales de agosto.

Osvaldo no tuvo igual suerte. Es padre de cinco hijos, su casa solo tiene dos habitaciones y residen doce personas. “En busca de espacio, construimos una barbacoa. Pero ya no podíamos crecer más. Mi esposa y yo dormíamos en la sala, en balsas inflables, sin ninguna intimidad como pareja. Cuatros generaciones diferentes conviviendo bajo el mismo techo".

Entonces Osvaldo decidió ocupar una vivienda desocupada, contigua a su domicilio. "Abrí un hueco en la pared y puse una puerta. Al principio, solo la utilizábamos para dormir y bañarnos. Luego la fuimos ocupando íntegramente. Alguien del barrio me delató y una tarde la policía nos sacó. Me llevaron a juicio y me pusieron una multa de 1,500 pesos. Hace 17 años la Dirección Municipal de Vivienda me prometió resolver mi caso. Todo son cuentos y mentiras. Las casas desocupadas se las dan a funcionarios del gobierno o a militares”.

El déficit habitacional es uno de los problemas más grave en Cuba. Se necesitan edificar 100 mil viviendas anuales para atenuar la situación. Pero cada año se construye menos.

En 2013, el Estado terminó poco más de 4 mil casas. Según Sara, funcionaria de vivienda, la crisis económica estacionaria que afecta a Cuba desde hace 25 años, ha obligado a recortar el presupuesto destinado a la construcción de casas.

“Estamos priorizando la construcción por cuenta propia. El objetivo es duplicar la producción y venta de áridos, cemento, baldosas y sanitarios. También agilizar nuevos y mayores créditos. No hay otra solución a corto plazo”, afirma.

El 60% del fondo habitacional en la isla está en regular o mal estado técnico. Y la calidad de las viviendas edificadas deja mucho que desear. Al no poder el régimen diseñar un proyecto viable, muchas familias ocupan inmuebles abandonados o levantan chabolas de hojalata y cartón en cualquier espacio.

En La Habana se han multiplicado las 'favelas'. Si antes de 1959 existían dos o tres barrios insalubres, ahora la cifra supera el medio centenar. Les dicen 'llega y pon'. En las afueras de ciudad, bordeando la Autopista Nacional, camuflados por una frondosa vegetación, existen varios caseríos insalubres.

Junto a su madre, esposa y tres hijos, Pedro vino huyendo de la pobreza y el futuro incierto desde la oriental provincia de Guantánamo, a unos mil kilómetros al este de La Habana.

En dos noches levantó una cabaña de aluminio con tejas de fibrocemento. Sin luz eléctrica, agua potable, servicios sanitarios y rodeados de mosquitos, la familia de Pedro sobrevive como puede.

Cada día es una aventura. “Mi madre vende jabas de nailon en los alrededores de una panadería. Mi esposa limpia el piso en una cafetería particular y yo me dedico a desmochar palmas. Nuestro sueño es legalizar nuestra situación en la capital y reunir dinero para levantar una casa de mampostería como Dios manda”, acota Pedro.

Su hija Maritza escogió el camino más fácil, la prostitución. Cuando oscurece, le hace señas con la mano a vehículos que transitan a más de 100 kilómetros por la Autopista. Si alguno se detiene, le dice su oferta: “25 pesos por una masturbación, 50 pesos por sexo oral y 100 pesos por penetración. Pero si la noche está floja, acepto rebajas”.

Diez kilómetros al norte, Carmen Luisa González convive junto a otras diez familias entre ratas y hurones, atrapada por un basurero en una finca intrincada del municipio de Marianao.

El 4 de enero de 2013, Diario Las Américas publicó una nota titulada, Mujer vive atrapada en un vertedero de La Habana, donde González contaba que desde el año 2001, las familias residentes en la finca han realizado infructuosas gestiones a todos los niveles, en busca de respuesta. Según las autoridades, ellos viven en 'tierra de nadie'.

Si hace año y medio la finca donde reside Carmen Luisa estaba rodeada por un basurero estatal y algunas casuchas, ahora se ha convertido en una villa miseria de medianas proporciones.

Iván García
Foto: Tomada de Cubanet.

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