viernes, 29 de mayo de 2015

Al hombre nuevo se lo llevó el viento



Jesús fue un arquetipo de ese hombre de laboratorio que la revolución cubana quiso diseñar. Descendiente por línea paterna de africanos y por la materna de haitianos que en el siglo XIX cortaron caña en tierras camagüeyanas, en 1959, en plena efervescencia revolucionaria, arribó a La Habana. Tenía 16 años. Lo primero que hizo fue hacerse miliciano. Después ingresaría en las nacientes fuerzas armadas.

Fue destinado a La Cabaña, al otro lado del litoral habanero. Al frente de la otrora fortaleza militar española estaba su ídolo, Ernesto Che Guevara. Lo veía de lejos, pero a Jesús no le importaba. Le enorgullecía saber que formaba parte de la tropa comandada por aquel guerrillero a quien por no haber nacido en Cuba se le veía con cierto misticismo.

Soldado obediente y fiel, Jesús fue escogido para integrar los pelotones de fusilamiento. Tampoco le importaba a quienes se mataba. Los condenados a muerte eran identificados con el mismo rótulo: "enemigos de la revolución". Decían que unos habían sido militares del depuesto régimen, otros chivatos o policías y agentes de los servicios de inteligencia batistianos, participantes en torturas y asesinatos.

Ni Jesús ni los otros uniformados de verde olivo se cuestionaban las sentencias a la pena capital, dictadas en juicios sumarios, que se celebraban por las mañanas y por las noches ellos se encargaban de cumplir. Jesús no había tenido tiempo de estudiar historia y desconocía los pormenores de la revoluciones en Inglaterra, Francia y Rusia. Para él, "todo era válido dentro de una revolución verdadera como la cubana, la primera a 90 millas de los americanos".

Jesús fue bautizado e hizo la primera comunión. De niño acompañaba a su madre a la iglesia y alguna vez, cuando fue castigado en la escuela, en silencio rezó un padrenuestro. Pero en 1959 dejó de ser católico y de creer en Dios. También le dio la espalda a las creencias de sus ancestros. Su abuela paterna, santera, le había dicho que él era hijo de Shangó.

De golpe y porrazo, Jesús decidió borrar ese pasado de su vida. Y a partir de 1959 fue solo “hijo de la revolución”. Ahora sus 'padrinos' eran Fidel, Raúl, Camilo y el Che. El fanatismo arrojó sus primeros frutos: tras destacarse por su participación en los círculos de estudios marxista-leninistas, fue seleccionado para estudiar en la Unión Soviética. Cinco años más tarde, regresaría graduado de piloto y casado con una rusa. Comprobó que en la vida militar estaba su verdadera vocación.

Una de sus frustraciones fue no haber podido estar al lado del Che en Bolivia. Tiempo después sería recompensado: le concedieron "el honor de ir a combatir a Angola para salvar la revolución de Agostinho Neto". A su regreso, con la mente un poco estropeada -no por las balas sino por los combates y la cruda realidad en aquellas lejanas tierras- decidió matricular ciencias jurídicas en la universidad y atender más a su familia.

Pero no para llevar a pasear a su mujer e hija. Jesús tenía otro objetivo: quería que las dos se convirtieran en ejemplos de que todavía un hombre nuevo se podía crear. Por iniciativa propia, se dispuso a rescatar de la basura, donde “los enemigos de Fidel, el socialismo y la revolución” la habían tirado, la idea de erigir un ser superior que, entre otras misiones, "tendría la de fundar una sociedad donde desaparecería la explotación del hombre por el hombre".

Rayando con la esquizofrenia, comenzó a someter a su hija y a su mujer a un delirante adoctrinamiento diario. A mediados de los 80, cuando los ecos de la perestroika y la glasnost llegaron a la isla, prohibió a su esposa traer a su hogar publicaciones rusas en español, como la revista Sputnik o el magazine Novedades de Moscú. Alegaba que en ellas se escribía sobre “la debacle” que estaba teniendo lugar en la URSS.

En casa de Jesús quedó terminantemente prohibido mencionar a ese “agente de la CIA y el imperialismo yanqui llamado Mijaíl Gorbachov, enemigo del pueblo soviético, aliado del capitalismo mundial”. Tampoco su mujer podía escuchar ninguna emisora extranjera en el viejo VEF, obsequio de un pariente el día de su boda con Jesús en una aldea rusa, allá por los años 60. Comenzó a controlar las llamadas telefónicas en su casa, lo que se hablaba cuando venía una visita y hasta lo que la pobre mujer conversaba mientras hacía cola en la panadería.

No solamente vigilaba a su mujer y su hija, también a los vecinos, a quienes delataba en cuanto sospechaba que "no eran revolucionarios de verdad como él, sino unos vulgares gusanos”, adoradores del dólar y el consumo, deseosos de que "el vil capitalismo regresara a Cuba con su carga de explotación y corrupción". Enseguida informaba cuando se enteraba de que alguien en la barriada escuchaba Radio Martí, tenía un teléfono celular o una computadora o con ilegales antenas parabólicas se las ingeniaba para ver canales de televisión de Miami.

A principios de los 90, la esposa se enfermó de los nervios, tuvo que dejar su trabajo y decidió divorciarse. El divorcio no supuso el fin de su calvario: como no tenía a donde ir, tuvo que seguir haciendo de tripas corazón y soportarlo en el mismo pequeño apartamento. La fórmula que encontró fue levantarse antes que él, preparar a escondidas un poco de comida, llenar un pomo con agua e irse antes de que amaneciera.

Caminaba toda la ciudad. Cuando el cansancio y el hambre la vencían, se sentaba en un parque o en el muro del malecón y se comía lo que llevaba en una cacharrita. La hija, por su parte, decidió irse con el primer hombre con un cuarto donde pudiera estar y salir del infierno en que su padre, “el hijo de Fidel, Raúl, Camilo y el Che” había convertido su hogar.

Familiares, amigos y vecinos lo dieron por loco. Y así siguió, sin usar desodorante (se echaba bicarbonato) ni cocinar con aceite de la shopping (compraba manteca de cerdo en el agro). Nunca entendió por qué Fidel despenalizó el dólar en 1993 ni por qué la revolución, para la que él no dudó un instante en dar su vida, hizo concesiones al enemigo, abriendo shoppings y permitiendo la entrada de "esos depravados turistas capitalistas". Sí, dejaban las divisas que la revolución necesitaba para sobrevivir, pero a cambio "pervertían al valeroso pueblo cubano".

Hace diez años, Jesús murió de un tumor cerebral. Para su mujer y su hija fue el comienzo de su liberación. Para sus pocos amigos, "la desaparición de un verdadero símbolo del hombre nuevo".

En sus inicios, la revolución contó con millones de seguidores, cubanos que como Jesús creyeron que un ser humano distinto, crisol de virtudes, podría hacerse realidad. Hombres y mujeres para quienes lo principal no fuera el dinero y el consumo, sino los valores morales. Ciudadanos capaces de llevar a cabo "una lucha sin cuartel contra el imperialismo yanqui".

El siglo XXI, la era de internet y la globalizacion, ha demostrado que personas como Jesús estaban equivocadas. La lucha armada ha dejado de ser una opción en el hemisferio occidental. Bolivia, Uruguay, Brasil, Venezuela, pese a sus imperfectas y cuestionables democracias, han optado por la vía electoral. Una galería de personajes latinoamericanos izquierdistas que décadas atrás, según los cánones revolucionarios de Fidel Castro, de que era imposible de forma pacífica alcanzara el poder, ha demostrado que mediante elecciones se puede presidir una nación.

La formación del hombre nuevo en Cuba ha dejado un doloroso saldo: familias divididas, ancianos olvidados y miles de personas con profundas heridas. Y lo peor: haber constatado que los mejores años de tu vida se esfumaron y el sueño nunca llegó. Cuesta creerlo, pero a partir de 1959 millones de cubanos dócilmente se dejaron adoctrinar y creyeron que una nueva era había comenzado para su patria. En 1970, con la zafra de los diez millones, pero sobre todo a partir de 1980, con la estampida por el Mariel, una gran mayoría comenzó a darse cuenta de la gran estafa.

Jóvenes cubanos nacidos hace veinte años, se burlan cuando oyen hablar de planes lunáticos como la siembra de café caturra en las afueras de La Habana; de que en un poblado de Pinar del Río intentaron poner en práctica una sociedad comunista; del cultivo de uvas y fresas en las lomas del Escambray; la construcción de una costosísima central electronuclear en Cienfuegos; la compra de barredoras de nieve; la pretensión de entregarle a cada familia una vaca enana; la meta de que cada año, con ciclón o sin ciclón, se iban a construir no menos de 100 mil viviendas o la reparticion de GPS para controlar el gasto de combustible en vehículos estatales, entre otros descabellados proyectos de Fidel Castro.

En la Cuba actual, todavía por una senda marchan fanáticos al estilo de Jesús. Septuagenarios orgullosos de los “domingos de la defensa” que les permitía sacar del escaparate sus uniformes milicianos. Achacosos y con dificultades para caminar, debido a la artrosis, callos y juanetes, todavía sueñan con el día "en que a los yanquis hijos de puta se les ocurra atacarnos, entonces es cuando van a saber lo que es cajita de dulce de guayaba, porque este pueblo ni se rinde ni se vende” (más o menos eso recientemente le dijeron dos ancianos a una periodista de la televisión de la Suiza italiana que viajó a Cuba para realizar varios reportajes).

Por otra carrilera, cada vez más numerosa, van los que tienen los pies en la tierra. Apolíticos, disidentes e incluso militantes comunistas, hartos de un solo partido y de un mismo discurso. Convencidos de que el país está urgido de cambios, con los Castro o sin los Castro.

Entre los dos carriles, una generación de jóvenes y adolescentes dedicados a lo mejor que saben hacer: esperar. Mientras aguardan, siguen suspirando por una balsa o una visa para largarse del "paraíso socialista".

La generación del hombre nuevo hace rato dijo adiós en Cuba. Si esa imagen se sigue vendiendo en el mundo es porque aún tiene compradores. Turistas desinformados e indiferentes, al estilo de Beyoncé, Paris Hilton o Naomi Campbell, a quienes les da lo mismo tirarse un selfie con un tabaquero, el dueño de una paladar o el hijo de un dictador.

Tania Quintero

miércoles, 27 de mayo de 2015

Impunidad a cambio de delatar



Tatiana no conoce la historia de Mata Hari, la famosa stripper holandesa, condenada a muerte en Francia el 15 de octubre de 1917 por espionaje.

Esta chica, con pinta de 'yuppie', fue bailarina, prostituta en sus tiempos libres e informante de la policía. Si a militares y políticos Mata Hari extrajo informaciones secretas con su voluptuosa danza de los siete velos, Tatiana los sedujo con sus movimientos de cintura y cadera cuando bailaba la timba cubana.

De aquella época de farras, drogas y citas discretas con agentes policiales ha pasado una década. “Tenía 17 años, un cuerpo escultural y me gustaba la vida bohemia. Cada noche, recibía no menos de diez invitaciones a beber o comer por parte de clientes del cabaret. Y claro, también me gustaban los dólares. La mayoría de las bailarinas somos jineteras camufladas”, cuenta Tatiana.

Una mañana fue citada a una unidad de policía cerca de su casa. “Me atendió un tipo vestido de civil que se presentó como agente del DTI (departamento técnico de investigación). Sabían de mis relaciones con extranjeros, funcionarios e hijos de ministros y me chantajeó. Si colaboraba con ellos, no me abrían un expediente por ejercer la prostitución. A cambio, debía conseguir información y seducir a ciertas personas que operativamente le interesaban a la policía”.

Su temor de ir a prisión la colocó en la órbita policial. Durante seis años pasó información a los cuerpos policiales sobre empresarios extranjeros, ladrones de cuello blanco y funcionarios corruptos.

“No me sentía bien. Hice daño a otros que confiaron en mí. Pero romper el trato con la policía fue difícil. Me amenazaron con abrirme un proceso. Me pude zafar de ellos cuando dejé el baile, me casé y formé una familia”, confiesa Tatiana.

Durante una etapa de su vida, Óscar fue líder de una banda que se dedicaba a robar en iglesias y casas de extranjeros residentes en la isla.

“También planifiqué robos de lienzos de pintores de renombre. Tuvimos éxito e hicimos mucho dinero. Hasta que caí en desgracia. Una tarde fui detenido por la policía y sancionado a 12 años de cárcel. La información se la brindó uno de los ladrones de mi banda. Por delatar robos y denunciar a las personas que se dedicaban a comprar objetos hurtados, quedó en libertad y lo dejaban hacer. Es el método que utiliza la policía con los chivatos. Te dejan robar o vender drogas mientras delates a otros”, comenta Óscar.

Antonio fue ‘jíbaro’ (delincuente) en los años 90. “Vendí piedra, melca y marihuana. Me arrestaron durante la redada conocida como Operación Coraza. El 90% de los que venden drogas colaboran con la policía. Existe toda una red de traficantes controlada por la seguridad. No sé con qué intención, pero es así”.

Dentro de la disidencia, innumerables informantes también hacen labor de zapa. En la Primavera Negra de 2003, 75 opositores y periodistas libres fueron condenados a 20 años o más de prisión.

En los procesos judiciales, los servicios especiales 'quemaron' a varios agentes infiltrados en las filas de la disidencia y el periodismo independiente. Sus testimonios apuntalaron las sanciones penales. Manuel David Orrio, Néstor Baguer, Aleida Godínez y Odilia Collazo, entre otros, con sus chanchullos dividieron a sectores de la oposición. Algunos llegaron a estar al frente de grupos disidentes.

Ernesto Vera, de Santiago de Cuba, reveló que había realizado un trabajo encubierto a favor de la policía política, para desacreditar al grupo opositor UNPACU.

Al igual que entre jineteras, ladrones, marginales y vendedores de drogas, los cuerpos policiales te dejan hacer a cambio de información, dentro de la disidencia numerosos topos han penetrado organizaciones de activistas políticos y periodistas independientes, con la intención de intrigar o simplemente colonizar a la oposición.

Uno de los objetivos del régimen de Raúl Castro es crear una disidencia leal, que se avenga a sus intereses y le permita dar una imagen de 'libertad y democracia' de cara al exterior.

Iván García
Foto de Ernesto Pérez Chang, tomada de Cubanet.

lunes, 25 de mayo de 2015

El otro embargo



En el verano de 2014, Lisván, 48 años, dueño de un pequeño estudio fotográfico en un barrio al oeste de La Habana, sufrió en carne propia las secuelas de las prohibiciones absurdas del régimen de Castro hacia sus ciudadanos.

Con las ganancias obtenidas de su negocio y luego de estar guardando parte del dinero enviado por su familia desde el exterior, se alojó cinco noches con su esposa e hija por 822 pesos convertibles en el hotel Meliá Marina Varadero.

“En la playa trabé amistad con un grupo de canadienses. Una mañana querían invitarme a pescar en un yate que habían alquilado. Pero a pesar de ser huésped del hotel, los funcionarios de la marina no me autorizaron. Ningún ciudadano cubano residente la Isla, sin permiso del Estado, puede subir a bordo de una embarcación con motor”, señala Lisván.

Diez años atrás, las prohibiciones eran aún más aberrantes. Los cubanos no podían alojarse en hoteles de lujo, rentar autos o tener una línea de teléfono móvil.

Sentarse en el lobby de un hotel te convertía en una persona sospechosa para la Seguridad del Estado. Con la llegada de Raúl Castro al poder, tras el dedazo ejecutivo de su hermano Fidel, varias normas discriminatorias fueron derogadas.

Los cubanos eran ciudadanos de tercera en su propio país. Óscar, cantinero de un hotel habanero de cinco estrellas, participó como soldado raso en la guerra civil de Angola.

“Nosotros, los que habíamos apoyado a Fidel, los que nos comíamos una soga en nuestro país debido a la escasez, no podíamos subir a la habitación de un amigo extranjero. Y los cubanos que se habían marchado a la Florida, calificados como ‘gusanos’ por el gobierno, tenían derecho a disfrutar los centros turísticos. Era una contradicción olímpica”, recuerda Óscar.

En el invierno de 2015 esas prohibiciones ya no existen. Pero en vigor se mantienen varias normas que vulneran los derechos inalienables de los ciudadanos de la Isla.

Se habla mucho, con argumentos a favor y en contra, del embargo económico y financiero de Estados Unidos al régimen de Raúl Castro, pero en los foros internacionales se debate poco del embargo del Estado verde olivo a su gente.

El embargo interno se ha flexibilizado, pero todavía los cubanos no tenemos derechos a contratar una cuenta de internet en casa, pasear o pescar en un yate de motor o acceder a ciertos servicios de salud exclusivos para extranjeros.

Los derechos civiles apenas existen. No se permite la apertura de partidos políticos. Manifestaciones callejeras. Huelgas obreras. Sindicatos autónomos. Elecciones libres y populares para elegir un presidente. Periódicos independientes o contratar canales televisivos por cable.

Es delito de cárcel ofender la figura del presidente. Y desde 2002, tras una campaña de Fidel Castro, ninguna agrupación de la sociedad civil puede introducir una propuesta para cambiar la Constitución.

El sistema es perpetuo. Los gobernantes cubanos son una casta intocable. El pueblo se debe a ellos, no viceversa. El Estado es el único autorizado para difundir noticias, libros y películas.

Aunque existen periodistas independientes, partidos disidentes y una incipiente sociedad civil, el régimen mantiene una legislación que permite sancionar las discrepancias políticas con años de prisión.

Cuba es el único país del hemisferio occidental donde la oposición política es ilegal. No se permiten chistes o caricaturas a ejecutivos de la autocracia. Una revista como Charlie Hebdo es imposible en la Isla.

Continúan vigentes normas discriminatorias que impiden la libre circulación de cubanos dentro de su propio país, como el decreto 217 de 1997. El Ministerio del Interior desmantela pequeñas redes Wi-Fi locales donde los jóvenes juegan en red, envían filmes o chatean.

Inclusive, algunas de estas normas perversas han sufrido una nueva vuelta de rosca. La Aduana General de la República ha implementado un grupo de medidas para frenar las importaciones de los viajeros de origen cubano.

Estas regulaciones afectan la calidad de vida y el bolsillo de las familias en Cuba. Pregúntenle a Migdalia, ingeniera. En los últimos dos meses ha gastado 75 cuc por recibir paquetes que se exceden del kilogramo y medio autorizado por la Aduana.

En las valijas no venían folletos ‘contrarrevolucionarios’ ni artículos de lujo. Solo ropa y regalos por el cumpleños de su hija. Es el embargo del régimen Castro el que provoca más perjuicios al cubano de a pie. El otro, el estadounidense, es más mediático que efectivo.

Iván García

viernes, 22 de mayo de 2015

La Habana subterránea



Ni siquiera con suficiente moneda dura en su billetera, Ramsés pudo comprar pescado fresco, queso blanco y latas de atún de mil gramos en una cadena de tiendas por divisas.

“Un socio me llevó a la casa de un tipo que vende pescado de primera. En otro sitio compré yogurt, 12 libras de carne de res de primera, diez jabones Camay y dos tubos de pasta dental Colgate. Todo a mejor precio que en la tiendas del Estado”, cuenta Ramsés, mientras bebe una piña colada en un bar particular al oeste de La Habana.

El activo mercado subterráneo es oscilante. Existen etapas de vacas gordas y otras de escasez. Pero siempre regresa el comercio en negro, donde los precios se corrigen por las leyes ciegas de la oferta y la demanda.

Llamémosle Pedro. Él accedió a contar para Diario Las Américas cómo funciona el negocio clandestino de pescados y mariscos. También me presentó a varios personajes pintorescos que se dedican al juego ilegal, buscadores de oro, venta de alimentos, drogas y ropas de marca.

Para tipos como Pedro, la palabra de un hombre vale más que un contrato legal. “En este mundo las cosas se mueven por las relaciones. Más importante que el dinero es tener buenos contactos. Con solo mirar a un hombre a los ojos me doy cuenta si es serio y puedes hacer negocio”.

Pescadores legales e ilegales, administradores de almacenes estatales u hoteles de turismo figuran entre sus contactos. "Tengo cuatro neveras y suelo comprar de 600 a 700 libras. El precio oscila. El pargo, la cherna y otras especies con cabeza, los compró a 8 pesos la libra. Y los vendo a 25 pesos. Los pescados más cotizados, aguja, dorado, castero y atún o mariscos como la langosta y camarones o la caguama, los compro entre 30 y 35 pesos la libra, según la época del año. Después los vendo a 60 pesos o su equivalente en pesos convertibles. No vendo al menudeo. Tengo clientes de paladares y restaurantes estatales con mucha afluencia de turistas que cada quince días me compran 300 o 400 libras”.

En ocasiones, alquila una camioneta y personalmente viaja a comprar en lugares costeros, donde adquiere grandes cantidades. "Otras veces me lo traen a la casa. A los dueños de embarcaciones de pesca también les suelo comprar. La parte más riesgosa es la de transportar la mercancía hasta la capital. Tengo una licencia de pescador deportivo que me permite trasegar con 50 o 60 libras de pescado como cherna o pargo. El trasiego de mariscos y pescado de alta gama es ilegal. Los camuflo en la camioneta, pero los puntos de controles policiales y las patrullas de carretera son muy hábiles en detectar ilegalidades. No por honestidad, si no para ganar un dinero con los sobornos. Pesan el vehículo y así detectan cuando uno carga más kilogramos que el declarado. Tengo buenos contactos con oficiales de la policía. Mientras más estrellas en la charretera, más seguridad te ofrecen. En el entorno policial y de la inspección estatal la corrupción es amplia. Es un mundo podrido”.

Muchos de los artículos que Pedro necesita no siempre los paga en efectivo. “Con los socios dedicados a la venta de pollo o carne de res hago trueques. Igual con las personas que venden aseo o ropas. En este negocio, como en cualquier otro, es fundamental tener dinero suficiente, tres mil pesos convertibles o más”.

Uno de que 'bisnean' por la izquierda y no pagan impuestos al Estado, vive al final de un pasillo estrecho, en un barrio marginal de la ciudad. En ese mundillo, un periodista es tan intrusivo y molesto como un investigador policial.

“Es casi lo mismo. No te meten en una celda, pero en sus escritos dan pistas a la policía”, dice desconfiado. Veinte minutos me costó convencerlo que suelo enmascarar bien las historias. “Ni fotos, ni grabadora”, aclara.

“Empecé haciendo negocios con anticuarios. Compraba oro, libros de valor, óleos de artistas plásticos cubanos bien cotizados. No puedes imaginar la cantidad de funcionarios involucrados en esos negocios. Todo sale por el aeropuerto, hacia Europa o Miami. También hay extranjeros que por su cuenta compran oro y clandestinamente lo sacan por vía aérea. Era muy arriesgado, por eso decidí apostar al seguro y tratar directamente con los funcionarios corruptos. Estuve una temporada preso por traficar con dólares y chavitos falsos. Ahora me dedicó al negocio de los alimentos, materiales de construcción, venta de ropa y electrodomésticos. Mi premisa es la seriedad, rapidez y confianza”.

Explica que con el boom de los emprendimientos privados, la gente quiere materiales de construcción de primera calidad. Y debido a la perenne escasez y altos precios, los particulares compran la comida por debajo del tapete. "Es muy difícil que alguien pueda prosperar si tiene que adquirir los insumos a precios minoristas y, encima, pagar elevados impuestos. Al contrario del Estado, que vende sin facilidades de pago, yo vendo a plazos. Cuando existe confianza mutua, el cliente me paga por partes, sea un televisor de plasma o cien sacos de cemento”.

Al igual que en cualquier barriada habanera, encuentras recogedores callejeros de la popular lotería ilegal conocida como 'la bolita'. Y si usted busca placer no es difícil encontrarlo. En una vivienda donde cuelga un cartel del CDR, una señora tararea una canción. Deja de cantar y en un susurro dice: “Hoy me entró yerba de la buena".

También ofrece ron Santiago, cerveza Heineken más barata que los mercados estatales y chicas por 20 cuc. Es la otra Habana. La subterránea. Donde todo se lucra y la simulación política se mezcla con los negocios sucios.

Iván García

Foto: Tomada de Vuelven las trapishoppings.

miércoles, 20 de mayo de 2015

Así vieron a Cuba ocho fotógrafos de la revista Life

Calle de La Habana, 1938. Thomas D. Mcavoy, Life.

Tranvías habaneros, 1944. Gerge Skadding, Life.

Familia campesina, 1944. George Skadding, Life.

Embajada de la Unión Soviética en La Habana, 1945. Ed Clark, Life.

Personal al servicio de una familia habanera rica, 1946. Nina Leen, Life.

Partido de béisbol en el Stadium del Cerro, 1951. Mark Kauffman, Life.

Panorámica de La Habana en 1958. Joseph Scherschel, Life.

Prado y San Rafael en enero de 1959. Grey Villet, Life.

Vista de la Base Naval de Guantánamo en enero de 1961. Dmitri Kessel, Life.

lunes, 18 de mayo de 2015

La muerte puede ser un negocio


En una carpintería en Bejucal, municipio de la provincia Mayabeque, al sur de La Habana, los sarcófagos se amontonan en un cuarto sin ventanas, rodeados de aserrín y rollos de telas negra y blanca, a la espera de que la empresa de servicios funerarios pase a recogerlos.

“Son de pésima calidad. La peor madera. Al igual que la tela para recubrir los ataúdes y los enchapes. Cuando se cargan las cajas vacías, tienes que moverlas con cuidado, porque madera se agrieta con cualquier golpe. Como hay déficit de cristales, le ponemos un pedazo de acrílico en la cabecera”, comenta un obrero.

Los servicios funerarios en Cuba son administrados por el Estado. Según Caridad, ama de casa, los problemas van más allá de no poder elegir un sarcófago de calidad.

“Hace una semana falleció mi padre. Aquello fue tremendo. Desde la ambulancia, que demoró tres horas para trasladarlo de la casa al hospital y luego otras dos horas para llevarlo a la funeraria. En la funeraria de Santa Catalina y Luz Caballero -en la barriada habanera de La Víbora- no había ni café. Las coronas que ofertan los establecimientos del Estado tienen las flores marchitas y están confeccionadas de forma chapucera”, cuenta Caridad.

Existen otras opciones, más caras. Alberto, dueño de una paladar en Arroyo Naranjo, en las afueras de la capital, desembolsó alrededor de 180 cuc en los trámites funerarios de un familiar.

“Compré un ataúd hecho por un carpintero particular, me costó 65 cuc. Y gasté 90 cuc en alquilar autos, comprar comida a los parientes, 10 cuc al empleado de la funeraria que maquilló al difunto y a los sepultureros les di 15 cuc para que me colocaran una jardinera con flores y cuidaran que no ultrajen el cadáver”, confiesa Alberto.

La prensa independiente ha reseñado varios casos de hurtos de osamentas humanas en cementerios, utilizadas en oficios religiosos. “Los paleros a cada rato vienen. Aunque a veces escudándose en la noche, se roban los huesos. O le pagan a los custodios, ellos ganan 300 pesos, y por 10 o 20 ‘chavitos’ les da lo mismo el muerto que sea”, cuenta un trabajador del Cementerio de Guanabacoa.

En el villorrio de El Calvario, en el desvencijado cementerio local, el sepulturero cosecha calabazas en una zanja al fondo del camposanto. “Hace tiempo que no hay entierros. La venta de calabazas le reporta una entrada extra de dinero”, dice un vecino.

En La Habana se ha puesto de moda incinerar a los fallecidos. Existe un solo crematorio, en Guanabacoa. “Cobran 300 pesos (alrededor de 16 dólares). Es un proceso rápido e higiénico. Después depositan las cenizas en un recipiente, que puedes guardar en tu casa, esparcirlas en el mar u otro sitio preferido de la persona”, explica Darién, quien guarda las cenizas de su madre al lado de su cama.

En un artículo publicado en el semanario provincial El Artemiseño, la periodista Yudaisis Moreno, se mostraba sorprendida por el comentario de un trabajador del servicio funerario, donde planteaba que “la estimulación salarial dependerá de poder enterrar unos 50 cadáveres cada mes”.

La reportera suponía que era una broma. Pero no lo era. Moisés Leonardo Rodríguez, periodista independiente, publicó una nota en Cubanet donde confirmaba que en el Cementerio del Mariel, la empresa funeraria local premiará salarialmente a sus trabajadores si efectúan 34 exhumaciones o entierros mensuales.

En Cuba sobreviven varios empleos estrafalarios como rellenar fosforeras, fabricar quinqués o forrar botones, pero en 56 años de autocracia verde olivo la defunción, como la vida, siempre fueron administrados por el Estado.

Ahora con las tímidas reformas económicas del general Castro hasta la muerte se puede negociar.

Iván García

Foto: Empujando un carro fúnebre en Cabañas, Artemisa. Tomada de Cubanet.

viernes, 15 de mayo de 2015

Cuba, paraíso del aborto


Un día después de la pasada Navidad, Daniela le pidió una semana de vacaciones al dueño de la empresa donde trabaja en la Florida. Le dijo que necesitaba realizar varias gestiones personales.

Reservó un billete aéreo con destino a La Habana y en el hospital Hijas de Galicia, en la barriada de Luyanó, le hicieron un aborto. “Solo tengo 22 años y estaba embarazada de dos meses. Aun no tengo seguro medico en Estados Unidos y por eso decidí hacerme el aborto en Cuba. Es el primero que me hago. Mi prima me consiguió los contactos”.

Cuarenta dólares deslizados subrepticiamente en un bolsillo de la bata blanca de la doctora y un bolso repleto de comida y juguetes para sus hijos, agilizaron la intervención quirúrgica.

Un ginecólogo habanero confiesa que a su consultan suelen acudir cubanas residentes en Estados Unidos para interrumpir sus embarazos. "Probablemente lo hacen a escondidas de su familia o porque resulta más barato y seguro hacérselo en Cuba. Por debajo del tapete te dan 50 dólares, a veces o más, depende de su nivel de vida".

La Isla se ha convertido en un auténtico paraíso del aborto. Según la última Encuesta Nacional de Fecundidad, un 21 por ciento de las mujeres cubanas de entre 15 y 54 años ha tenido al menos un embarazo que acabó en un aborto provocado o en una regulación menstrual.

Cuba presenta altas tasas de infertilidad femenina y una de sus causas es la práctica del aborto como método anticonceptivo desde edades tempranas, advirtió José Peláez, experto del Grupo Nacional de Obstetricia y Ginecología en la prensa oficial.

El aborto voluntario, que es legal en el país, constituye un problema de salud pues "se está utilizando por los jóvenes como método anticonceptivo, regulatorio de la fecundidad. Te encuentras pacientes que han tenido tres y hasta seis interrupciones (voluntarias del embarazo)", indicó el especialista.

Carlos, sociólogo, considera que no se puede soslayar el papel asumido durante años por el Estado, en su intención de sustituir a la familia.

“Esa política promovida por Fidel Castro de becar a niños y adolescentes alejados de sus padres, fue la semilla germinal de muchos fenómenos que vemos ahora, como la pérdida de valores o la promiscuidad sexual. Entonces adolescentes con 13 o 14 años practicaban el sexo, fumaban o bebían alcohol. Y crecieron los abortos y embarazos indeseados”, subraya el sociólogo.

Liudmila, trabajadora social, afirma que “los medios oficiales, ocupados en la propaganda política, nunca hicieron una campaña efectiva para que se practicara un sexo seguro. Solo después que a fines de los 80 irrumpiera el SIDA en Cuba, se comenzó a trabajar en esa dirección. También la extensa crisis económica que atraviesa el país es clave para que las mujeres no deseen tener hijos y decidan abortar".

La Isla exhibe un elevado índice de envejecimiento poblacional. Para 2025, el 30% de la población tendrá más de 60 años. El déficit de viviendas obliga que hasta tres generaciones diferentes tengan que convivir bajo un mismo techo.

Y está el fenómeno creciente de la emigración. Pregúntenle a Tamara, dependiente de un café por moneda dura, por qué no desea tener hijos en Cuba.

Mirándote a los ojos responde: “Con un salario de 489 pesos es imposible constituir una familia. Además, vivo en un cuarto con mis padres, mi abuelo y dos hermanos. No hay cama para tanta gente. Tendré un hijo cuando me vaya de este país. Si sigo aquí, no tendré ninguno”.

Yanisset, empleada de una farmacia, lamenta haber abusado del aborto. “Me hice cinco. Luego tuve dos embarazos ectópicos y ahora no puedo tener hijos. Es muy difícil ser mujer y no poder ser madre”.

Octavio, ginecólogo de experiencia, percibe que un segmento amplio de mujeres desconocen los perjuicios que provocan el aborto. “Cada día hay más pacientes jóvenes en mi consulta. Algunas con cuatro meses de embarazo ponen en peligro sus vidas”.

Sheila, 17 años, tiene turno en un hospital de ginecología y obstetricia del Vedado. “Es mi segundo aborto. No tengo miedo, te ponen anestesia y no sientes nada. Es rápido y sin complicaciones”.

En una mochila, le lleva un sandwich de jamón y un litro de refresco al médico. Y el bolsillo de su jean, un billete de 10 cuc. Aún no ha decidido si dárselo antes o después del aborto.

Iván García

Foto: Estatua a la entrada del Hospital Hijas de Galicia con una singular historia. Pese a los numerosos monumentos que en Cuba enaltecen el amor maternal, los abortos se han convertido en algo cotidiano en la Isla.

Leer también: Cuba: sobredosis de abortos, publicado en 2007 en este blog.

miércoles, 13 de mayo de 2015

Memoria recortada


Hace cinco años, con alegría recibí la apertura al público de los archivos de LIFE. Es que fue una de las revistas más cercanas en mi infancia. Como en mi blog he contado, estudié inglés en cursos gratuitos impartidos a partir de las 6 de la tarde, en la misma escuela donde hice la primaria, la Escuela Pública No. 126 Ramón Rosaínz, situada en Monte y Pila, Cerro.

En todos los estanquillos vendían revistas americanas. Aunque eran baratas, mi padre no me podía dar todas las semanas 0.20 centavos para comprarme una LIFE u otra de las muchas publicaciones en inglés, para que practicara el idioma.

La solución la tuvo mi madre. Habló con Fermín, carbonero nacido en Asturias, propietario de una pequeña carbonería en la esquina de Zequeira y Romay. Para envolver el carbón, a Fermín la gente le llevaba periódicos y revistas, entre ellas LIFEy National Geographic Magazine. Él las iba separando y una vez por semana yo pasaba y las recogía. Otro surtidor de revistas era Castell, chofer de un camión de Lindsay, una de las grandes lavanderías y tintorerías habaneras.

Castell era muy amigo de Delia, portuguesa que vivía en el primer piso de nuestro edificio, y quien se ganaba la vida alquilando a parejas uno de los cuartos de la casa, para discretos encuentros amorosos por unas horas o una noche. Ese tipo de negocios era tan frecuente en La Habana de mi infancia como el de las "cantinas", personas que se dedicaban a preparar comida y repartirlas a domicilio, en cantinas (envases) de aluminio.

Nunca vi la mujer con la cual todas las semanas Castell se acostaba: lo que recuerdo es que con Delia me dejaba revistas, de las que iban a botar clientes a los cuales recogía ropa sucia y se la llevaba lavada y planchada. Su zonas de recorrido eran el Vedado y Miramar, y entre ellas estaban dos de mis favoritas: Good Housekeeping, que aún se publica, con el mismo perfil y Lana Lobell, catálogo de modas por encargo, ya desaparecido.

Aprendí a recortar en el Kindergarten, a donde solían ir los niños a partir de los 3-4 años, antes de empezar la enseñanza primaria. Más que pintar y colorear, me gustaba recortar y pegar. En las quincallas, por 5 centavos, uno compraba un paquetico con una veintena de papeles de colores. El pegamento podía ser una pasta blanca sólida, para untar con el dedo o un pequeño pincel, o líquido, carmelitoso, en un frasco de cristal con una goma que tenía una abertura, para no ensuciarse las manos.

El Kinder lo hice en una escuela pública que había en Monte entre San Joaquín y 10 de Octubre, muy cerca de la Esquina de Tejas y donde después de muchos años, ya ruinoso el local, pusieron una de esas tiendas dedicadas a vender chucherías por divisas.

A los 5 años me inscribieron en la Ramón Rosaínz, seis cuadras más arriba, cerca del Mercado Único o Mercado de Cuatro Caminos, su nombre popular. En la Rosaínz comencé en el Pre-Primario, como entonces se le decía al Pre-Escolar. Cuando uno terminaba ese grado, ya prácticamente sabía leer, aunque la lectura se consolidaba en el Primer Grado.

En mi infancia, existían asignaturas que luego fueron suprimidas de los planes de estudio en las escuelas primarias, como Moral y Cívica, Música, Dibujo, Ortografía, Caligrafía, Trabajo Manual, Corte y Costura y Economía Doméstica.

Luego de hojear las revistas que Fermín y Castell me regalaban (y leer lo que a esa edad me podía interesar), recortaba las fotos y dibujos que me pudieran servir para pegar en las libretas, y las guardaba en una caja, distinta a la de los recortes destinados a jugar con las "cuquitas" o paper dolls, esas muñequitas de cartón con vestiditos de papel.

Igualmente recortaba y coleccionaba fotos de ropa, viviendas, artistas y países, para con mis amiguitas jugar a la casa y el vestuario que nos gustaría tener o el artista y país que nos gustaría conocer... cuando fuéramos grandes!

Para ese juego nunca recorté fotos de alimentos: éstos los guardaba para ilustrar clases relacionadas con la nutrición y recetas de cocina. Según los parámetros de entonces, pertenecíamos a la "clase baja", o sea, éramos pobres.

Pese a nuestro limitado presupuesto familiar, nunca dejé de desayunar, almorzar, comer y merendar dos veces al día. Tampoco recorté jabones ni productos de aseo: hasta el cubano más humilde podía por pesos comprar una pastilla de jabón Camay o Palmolive para bañarse, o de Oso o Rina para lavar la ropa.

Tania Quintero

lunes, 11 de mayo de 2015

Vuelven los apagones



Desde noviembre de 2014, con el pretexto de la sustitución de cables, transformadores y postes del servicio eléctrico, gradualmente han aumentado los apagones en La Habana.

En la barriada de Lawton, al sur de la ciudad, los cortes eléctricos son cotidianos. “La gente lo entendió en un principio. Cada 21 días quitaban la luz durante 9 o 10 horas porque estaban cambiando los postes. Pero han pasado cinco meses y ahora los apagones, a pesar de las renovaciones, son más frecuentes. Una vez por semana, entre 8 y 10 horas. Pero también por la noche, causando molestias debido al intenso calor”, comenta un vecino.

El 28 de marzo, hubo cortes a intervalos desde las 11 de las mañana hasta las 5 de la madrugada. “Eran apagones de media hora o veinte minutos, pero se repetían constantemente. Ésos son los peores, pues los electrodomésticos, aires acondicionados y computadoras que no tienen protectores de voltaje se pueden averiar”, señala un residente en la calle Carmen.

Según la Empresa Eléctrica las fallas en la generación no son por déficit de combustible, como se rumora en la calle, sino por problemas técnicos. ¿Cómo es posible que después de hacer reparaciones a fondo eso suceda?, pregunté por teléfono a una especialista de la empresa.

“Algunos arreglos no han tenido la calidad requerida y han provocado problemas de voltaje en las líneas. Estamos trabajando para reparar esos fallos”, respondió de forma lacónica.

¿Y quién responde por las averías en refrigeradores, computadoras y aires acondicionados de las personas afectadas por las diversas interrupciones?, indagué.

“No es un asunto nuestro. En las tiendas venden protectores para los equipos”, contestó y colgó el teléfono.

Es cierto. En las tiendas por divisas se ofertan varios modelos de protectores para equipos eléctricos y electrónicos. Pero a un precio que oscila entre 11 y 33 cuc.

El salario promedio en Cuba es de 20 pesos convertibles. Jubiladas como Lidia, 76 años, devenga una ridícula pensión de 198 pesos, alrededor de 9 cuc. Debido a fallas en el voltaje y apagones constantes, se le averió el refrigerador Haier, fabricado en China, que el Estado le vendió en 2007 a cambio de entregar un añejo Philco de mediados del siglo XX.

“Por ese aparato chino debo pagar, a plazos, 6 mil pesos (unos 250 dólares). Todavía lo estoy pagando de mi pensión. El Haier me ha salido malísimo. Se ha roto dos veces por problemas en el condensador. Después, la junta de la puerta no cerraba. Ahora, debido a los apagones, se fastidió de nuevo. Los funcionarios de la empresa eléctrica dicen que ellos no tienen la culpa. ¿Pero cómo puedo comprar un protector con una pensión de 9 chavitos?”, se lamenta Lidia.

Los apagones en Cuba son una marca registrada de la casa. Después que Fidel Castro se hiciera con el poder en enero de 1959, diseñó una estrategia para electrificar toda la nación.

El 94% del país está electrificado. Es la buena noticia. La mala, que los cortes de luz, en una isla tropical donde la humedad, el calor y los mosquitos abundan, generan malestar en la población.

En los años 60, 70 y 80 los apagones eran parte inseparable del folclor nacional. Pero el caos llegó a partir de 1990. Con el período especial, un autentico estado de guerra sin el rugir de los cañones, los cortes en la electricidad se intensificaron.

Doce horas diarias. Daniel, 47 años, profesor universitario, recuerda: “Eran alumbrones. Por las noches, para poder dormir, tirábamos una colchoneta en la azotea del edificio. En el verano era un drama. Por eso entiendo a los jóvenes que se lanzaron en balsa en 1994, intentando llegar a la Florida”.

A finales de los 90 y hasta 2005, los grandes apagones menguaron. Aunque no del todo. El Estado los programó. Cada barrio tenía tres cortes de luz semanales, de cuatro a seis horas. La agenda de apagones salía publicada en los periódicos provinciales. La crispación social estaba a flor de piel.

Bajo el nombre de Revolución Energética, Fidel Castro diseñó un plan. Renovó las centrales eléctricas, para que funcionaran con el pesado diésel cubano sobrado de azufre. Montó cadenas de plantas eléctricas portátiles para casos de emergencias.

Sustituyó viejos artefactos electrónicos por modelos más modernos. Y se comenzaron a sustituir postes de madera de las décadas 1940-50, por pilotes de concretos. El tendido eléctrico se fue renovando.

Han pasado diez años del inicio del proyecto y aun se trabaja, a paso de tortuga, en la renovación de la red eléctrica. El problema no es por déficit de petróleo. Venezuela canjea por médicos y asesores más de 100 mil barriles diarios de petróleo. Cuba, según reportes internacionales, vende el 30% en el mercado mundial.

Una fuente de todo crédito señala que debido a la crisis que vive Venezuela desde la primavera de 2014, se ha recortado la entrega de petróleo a Cuba.

“Ahora la cifra ronda los 65 mil barriles diarios. Y el gobierno sigue vendiendo su cuota del 30%. No creo que la causa de algunos apagones, que son más frecuente fuera de la capital, sea por falta de combustible, pues ahora se utiliza diésel nacional y hay nuevas plantas que combinan el petróleo con el gas. Es más un problema tecnológico” argumenta la fuente.

Los recientes apagones en La Habana han disparado las alarmas. Los vecinos de Lawton se preguntan si los frecuentes cortes de luz obedecen a una directriz estatal o son accidentales. Es que en Cuba los apagones, como los almendrones, ya forman parte del paisaje.

Iván García

miércoles, 6 de mayo de 2015

La cruz de Celia



Los habitantes de San Juan y los turistas que visitaban la capital de Puerto Rico, estaban fascinados al ver cómo surgían pedazos de La Habana de los años centrales del siglo pasado en cualquier esquina de la zona vieja de la ciudad.

Siguieron las rutas de un Buick negro y de un Plymouth Special de Luxe descapotables, que allá llaman convertibles, y no se alarmaron cuando constataron que funcionaba una dependencia del Partido Comunista de Cuba en la sede del emblemático cuartel Ballajá.

Era la magia del cine que aprovechaba el parentesco de San Juan y La Habana para que la compañía Fox Telecolombia filmara algunos capítulos de la biografía de la cantante cubana Celia Cruz. Es una serie de 80 capítulos de una hora de duración que recrea la juventud y la carrera triunfal de la artista, fallecida en el exilio de Nueva Jersey en el verano de 2003.

Modesto Lacén es el actor puertorriqueño que desempeña el papel del trompetista Pedro Knight, esposo de Celia Cruz. La actriz Jeimy Osorio interpreta a la cantante.

Los productores del filme destacan que la señora Cruz, nacida en La Habana, en 1925, pasó a la historia como "esa mujer que lejos de su tierra la honró con creces y nos demostró que no hay sueños imposibles. Será un homenaje a quien dejó en alto el ser latino, que nunca pasó inadvertida con sus vestidos de colores alegres, el característico contoneo de sus caderas y una poderosa voz que inmortalizó el inconfundible ¡Azúcar!".

La serie es la historia novelada de la llamada Reina de la Salsa: su infancia habanera, su recorrido como cantante en programas de radio y su éxito mundial. Obtuvo siete premios Grammy, una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood y grabó cerca de 50 álbumes.

Celia Cruz salió de su país en 1960. Dos años después, mientras trabajaba en Nueva York recibió la noticia de la muerte de su madre en La Habana, pero el Gobierno revolucionario de Cuba no le permitió viajar para el sepelio.

La serie sobre su vida se filma en San Juan porque su música todavía está prohibida en su país y los medios oficiales la ignoran. Prefieren que los habitantes de San Juan pasen por el mal rato de tener un local del Partido Comunista de Cuba en su ciudad a ver que llega al malecón Celia Cruz, aunque sea en la piel de una actriz.

Raúl Rivero
El Mundo, 24 de marzo de 2015.

Foto: Celia Cruz y su esposo Pedro Knight y Jeimy Osorio y Modesto Laicén, los actores que le dan vida en la serie.

lunes, 4 de mayo de 2015

Cuaderno de viaje (VIII) Radio Martí, la voz de la disidencia cubana



En el verano de 2011, durante una estancia en Camagüey, provincia a 570 kilómetros al este de La Habana, la dueña de la casa donde me hospedé desde el amanecer escuchaba Radio Martí, emisora radial fundada el 20 de mayo de 1985 por la administración de Ronald Reagan, con el objetivo de ofrecer a los cubanos informaciones censuradas o manipuladas por el gobierno de Fidel Castro.

La señora me contaba que desde 1985 por Radio Martí escucha radionovelas, noticias y el espacio matutino dedicado a la gente del campo. Cuando he viajado a otras provincias, casi todas las personas con las cuales hablo, se informan o siguen los juegos de béisbol de la Grandes Ligas, a través de Radio Martí. Probablemente se escuche más en el interior del país que en la capital.

Tiene una explicación lógica: la interferencia impuesta por el régimen a la emisora es menor. En Varadero, situado en la Península de Hicacos y a lo largo de toda la costa norte de Cuba, la programación de Radio Martí se escucha nítidamente.

Ahora mismo, tras el nuevo escenario geopolítico entre Cuba y Estados Unidos, dos antiguos adversarios de la Guerra Fría, diversas voces dentro del Congreso estadounidense se cuestionan la efectividad y penetración de Los Martí, como le llaman a la empresa que engloba a la emisora radial, un canal televisivo y una página digital.

Entre sus requisitos para normalizar las relaciones con Estados Unidos, Raúl Castro pidió desmantelar ese medio de comunicaciones. Desde su primera emisión en 1985, el gobierno de La Habana censura con una barrera de interferencias electrónicas las señales de radio y televisión. A la web Martí Noticias no se tiene acceso desde Cuba.

Usar la radio como un vehículo para informar a ciudadanos de naciones totalitarias, donde las noticias, filmes y libros son controlados por una autocracia no es una novedad. Durante la etapa del comunismo soviético, Estados Unidos creó Radio Europa Libre y Radio Liberty, emisoras que permitieron difundir lo que el Kremlin ocultaba.

La llamada 'guerra asimétrica' que según el régimen, Estados Unidos utiliza para desestabilizar a Cuba, es cuando menos una exageración.

Con la llegada de Fidel Castro al poder en enero de 1959, la propaganda dentro la revolución se convirtió en un poderoso instrumento de control social. Un año antes, el 24 de febrero de 1958, ya desde la Sierra Maestra, habían comenzado las trasmisiones de Radio Rebelde, que contribuyó a difundir el pensamiento verde olivo.

Unos meses después de ocupar el mando presidencial, Fidel Castro barrió con toda la prensa libre, estatizó periódicos y revistas y fundó Prensa Latina y Radio Habana Cuba, medios que en lo adelante tendrían la misión de vender al mundo las supuestas bondades del sistema cubano, alternando propaganda negra, gris y blanca.

En sus emisoras oficiales, Estados Unidos, Reino Unido, Francia o España también suelen hacer uso de esas herramientas para su provecho. Pero la narrativa es otra. VOA, BBC, Radio Francia Internacional o Radio Exterior de España, a pesar de ser públicas, aceptan criterios discrepantes.

Lo digo con conocimiento de causa. Soy colaborador asiduo de Radio Martí desde 1996. He participado en programas radiales y me han publicado artículos criticando a la disidencia cubana o al gobierno de Estados Unidos sin ningún tipo de censura.

De cerrar Radio Martí, la disidencia y el periodismo independiente no tendrían una vía de retroalimentación para llegar a los cubanos dentro de la Isla. Si el gobierno cubano permitiera que las voces disidentes tuvieran espacios legales en los medios, la emisora enclavada en la Florida no tendría sentido. Pero no es el caso.

En noviembre de 2014, al regreso de un taller de periodismo de investigación en San Diego, California, estuve cuatro días en Miami. Conocí personalmente a productores, conductores y periodistas que trabajan en Los Martí.

Hablé francamente con Karen Caballero, presentadora de TV Martí. Debatí con Álvaro Alba, Ofelia Oviedo, Héctor Carrillo, Amado Gil, José Luis Ramos, Rolando Cartaya, Margarita Rojo, Omar Montenegro, Luis Felipe Rojas y Juan Juan Almeida sobre el futuro de ese medio.

Tuve un encuentro muy provechoso con Carlos García Pérez, director de Radio y Televisión Martí, y con los funcionarios Humberto Castelló y Natalia Crujeiras. Sostuve que las trasmisiones radiales de esa emisora son cruciales para darle voz a la oposición y rebotar en Cuba los artículos de la prensa independiente.

Es una pena que TV Martí no se capte en la Isla, debido a la interferencia del régimen. Lo ideal sería que tuviera mayor alcance. Se sabe del poder de la imagen.

Mi opinión: cualquier estructuración que sufran Los Martí debe ser para mejor. Darle más espacio a periodistas independientes y blogueros alternativos es algo que se debe concretar.

Se puede mejorar la programación radial en temas relacionados con el ocio y la recreación. Se pudiera hacer un paquete más atractivo de noticias internacionales, sobre todo de Venezuela, país con un marcado interés en algunos sectores dentro de Cuba.

Miles de amas de casas son asiduas a las radionovelas. Se pudiera ampliar la oferta con más programas dirigidos a las mujeres. Los deportes siempre tendrán alto rating, deben tener mayor espacio.

Los periodistas independientes desde la Isla debemos contar historias amenas. Estamos en el siglo 21. Nunca antes los seres humanos tuvieron acceso a tantas fuentes de información como ahora. Para llegar a ellos necesariamente tenemos que ser novedosos.

El gobierno de Raúl Castro prohíbe la libre circulación de noticias e informaciones. Le teme a Radio Martí. Por eso la censuran.

Iván García

Foto: Cuba al Día, programa noticioso que de lunes a viernes, de 3 a 4 de la tarde, trasmite Radio Martí. Producido por Ofelia Oviedo, es conducido por Tomás Cardoso, Omar López Montenegro y la periodista Cary Roque.

viernes, 1 de mayo de 2015

Recordando a Sam Cooke




Reggie Love se acercó a Barack Obama y le dijo: "¿Estás seguro que te acuerdas de la letra?". Era la noche del cambio en América, la noche de la victoria del primer negro que llegaría a la Presidencia de los Estados Unidos, el 4 de noviembre de 2008.

Estaban en Chicago. Y el presidente electo parafraseó la letra de la famosa canción de Sam Cooke, A change is gonna come: "Ha tardado en venir, pero esta noche, el cambio ha llegado a América".

El 11 de diciembre de 1964, Sam Cooke, la máxima estrella de la música negra, el cantante del que se decía había inventado el soul, cenaba con unos amigos en un club del Downtown de Los Ángeles.

Estaba de buen humor y por eso cantó Good news. Según su asistente, entre los "amigos" que cenaban había ejecutivos de la compañía de Lawn Jockey, una especie de 'padrino' de la música negra, que apuntaban números en las servilletas. Hasta que Sam se hartó y dijo: "Yo prefiero llevar mis propios negocios".

Se levantó de la mesa, acompañada de una belleza euro-asiática, una tal Lisa Boyer. Lisa decía que era cantante, pero sus vestidos, su maquillaje y hasta el lenguaje corporal eran de otro oficio. Sam y Lisa llegaron al club PJS unos 15 minutos más tarde. Estuvieron muy poco tiempo, porque Sam le sugirió a Lisa ir donde ya habían ido otras veces, al Motel La Hacienda, en South Figueroa.

Sam se registró a las 2.35 horas de la madrugada con los nombres de Sam Cooke y señora y pagó los tres dólares que costaba la habitación. A las 3.08 horas, la policía recibió una llamada de Lisa en la que aseguraba "que estaba secuestrada". Cuando llegó la policía, Sam Cooke estaba muerto, semidesnudo. Sentado pero derrumbado hacia un lado. Sólo tenía una chaqueta puesta encima y su cabeza estaba inclinada hacia la pared de entrada de la recepción del hotel.

Tenía un disparo en el pecho y heridas por todo el cuerpo. Bertha Lee Franklin , la encargada del hotel, se declaró autora de los disparos en el acto: "Sí, sí, he sido yo la que le ha disparado... tenía que hacerlo, creí que me atacaba...". Mientras, la 'cantante' Lisa 'cantó' a la policía: ella fue al hotel sólo para hablar de su futuro en la música porque Sam tenía un sello discográfico, pero él no la escuchaba, sólo la quería desnudar. Se fue a refugiar al baño, pero fue inútil, Sam ya se había desnudado.

Lisa se escapó por una ventana, con la camisa, los pantalones y los calzoncillos de Sam hacia la recepción, pero encontró la puerta cerrada y se fue hacia una cabina de teléfono, desde donde había llamado a la policía.

La policía de Los Angeles se creyó la historia de las dos mujeres y rehusó a presentar cargos contra ellas. Es más, el primer informe calificó a la vigilante del hotel como a una especie de heroína que se había podido liberar de Cooke, un probable violador negro.

El problema es que después, el informe final de la policía resultó aún más grotesco. Según pesquisas posteriores, la 'heroína' Bertha había cambiado hasta cuatro veces sus declaraciones antes del juicio. Hasta el punto de que no se sabía si había sido un robo, un crimen pasional o un asesinato en defensa propia. Tampoco se examinó el cuerpo de Lisa por si realmente tenía trazas de haber sido forzada.

La policía informó que Sam Cooke había muerto a causa de varios disparos. El informe final demostró que Cooke sólo tenía un balazo en su cuerpo, justo entre la tercera y la cuarta vértebra, tan preciso que debió de matarlo instantáneamente. La obra de un profesional. Es poco probable que el disparo de una vigilante de un hotel aterrorizada fuera tan bien dirigido. En cuanto a la heridas, a los golpes en todo su cuerpo, no había explicaciones. Sam Cooke tenía 33 años.

La esposa de Sam, Barbara Cooke, con la que ya no vivía, no quiso siquiera interponer una apelación, tras un juicio muy corto y una deliberación de un jurado que tan sólo tardó 15 minutos en decidir que Bertha Lee Franklin había matado a Sam Cooke en defensa propia. Barbara, curiosamente se casó poco después con el cantante Bobby Womack, uno de los protegidos de su marido.

A pesar de todo, la familia materna del cantante contrató a una agencia de detectives, que descubrió bastante información contradictoria.

Para empezar: que Sam había estado saliendo con Lisa Boyer en las tres últimas semanas. ¿Por qué la quiso violar? Además, Sam salió del club con 3 mil dólares. Jamás se encontró esa cantidad. Segundo: Lisa fue arrestada por prostitución un mes después de la muerte de Sam (15 años más tarde acabó con sus huesos en la cárcel por asesinato en segundo grado, tras haber disparado contra su amante). Tercero: Bertha Lee, la heroica vigilante, no tenía registrado el arma calibre 22 , con la que decía que había matado a Sam. Sólo tenía registrada un arma calibre 32. Bertha murió 18 meses después en un asesinato que todavía hoy día es un misterio.

Muchos años después, la maravillosa Etta James escribió en su autobiografía 'Rabia por sobrevivir', publicada en 1995, que pudo ver el ataúd abierto de Cooke antes de que se lo llevaran a Chicago y pudo comprobar que tenía las marcas de una paliza: la cabeza estaba casi despegada del cuerpo, las manos estaban descoyuntadas, la nariz estaba hundida y tenía dos cicatrices tremendas en la cabeza.

¿Quién mató a Sam Cooke?. Las sospechas apuntan hacia la mafia de la industria discográfica. Poco antes de su muerte, el cantante había despedido a su mánager, J. W Alexander. ¿Saben quién fue su sustituto?. Ni más ni menos que Allen Klein, el mismo, el mísmísimo que fue mánager de los Rolling Stones y de los Beatles. Klein acaba de morir y también se lleva a la tumba una parte del 'misterio Cooke'.

Como hizo con los Stones y los Beatles años después -así se crearon Rolling Stones Records y Apple- Klein promovió un sello discográfico propio, su propia editorial, con el derecho de todas las canciones y un contrato de distribución de discos propio, todo a través de una cervecera en Baltimore.

Poco después del triste asesinato, Barbara vendió a Klein los derechos editoriales de las canciones que había escrito su marido, por poco más de 100 mil dólares. En la actualidad, sus acciones generan de cuatro a cinco millones al año.

El viejo mánager de Cooke, J.W. Alexander, era uno de los asesores económicos de Malcolm X. Así que la Nación del Islam también tenía motivos para matarle, dado que el cantante negó acceso a sus negocios a los hermanos. Sin embargo, el entorno de Malcolm X siempre trató de que pareciera todo lo contrario. A Change Gonna Come sonó en el día del entierro de Malcolm X y el cineasta Spike Lee también la incluyó en su filme sobre el líder

Sam Cooke también está enterrado en el cementerio de Forest Lawn, como Michael Jackson. En los alrededores de su tumba, en esos días en que se lloraba al 'rey del pop', no paraba de sonar What a Wonderful World, la gran canción del hombre que había inventado el soul hace 50 años.

Cooke siempre creyó en que los negros pudieran disfrutar de un cambio y que éste era realmente un mundo maravilloso. La pregunta sopla en el viento. ¿Lo es?

Julián Ruiz
El Mundo, 10 de diciembre de 2014 (publicado con el título El crimen del motel La Hacienda).