miércoles, 23 de septiembre de 2015

Mudos recuerdos de un despojo



Después de dictadas la primera y segunda ley de Reforma Agraria, así como las expropiaciones de propiedades norteamericanas y las de los bancos y las restantes grandes empresas en los primeros años de la revolución de Fidel Castro, solo quedaban algunas tierras en poder de pequeños agricultores y unos 58 mil negocios de poca envergadura.

Pero en 1968 la llamada Ofensiva Revolucionaria dio fin a todos ellos, acabando así con la propiedad privada que quedaba en el país.

Como imborrables recuerdos, se mantienen los nombres en aceras y portales de muchos de estos negocios, a diario pisados por los ciudadanos que por allí transitan.

En un recorrido por cinco calles de La Habana (Monte, Galiano, Belascoaín, Reina y Neptuno) en el piso pude constatar más de 50 inscripciones, algunas muy desgastadas e ininteligibles.

Pese a su deterioro, guardan la memoria de la propiedad privada, a la cual –según ha dicho Josefina Vidal, en sus conversaciones con el gobierno de Estados Unidos- el régimen no dará cabida de nuevo.

En los años que siguieron a la Ofensiva Revolucionaria, no se restableció el sector privado y la Constitución de la República solo reconocía como privados a los pequeños agricultores y sus propiedades personales, especificando que no pueden ser utilizadas “para la obtención de ingresos provenientes de la explotación del trabajo ajeno”.

El empleo por cuenta propia, por su parte, ha tenido sus avatares, ya que primero se reconocieron 63 actividades, después se prohibieron como parte del proceso de 'rectificación de errores', y a partir de 1993 se aprobaron algunas más y finalmente se extendieron a cerca de 200 las actividades particulares, pero constitucionalmente no están reconocidas como tales.

De igual forma, la Ley de la Inversión Extranjera solo establece como inversionista nacional a las personas jurídicas, por lo que los trabajadores por cuenta propia quedan expresamente excluidos. Igualmente ocurre con las cooperativas no agropecuarias, nombre virtual que se le ha dado a una forma de producción y servicios, y que a pesar de ser colectivas solamente están integradas por personas naturales.

Para completar estas restricciones, habría que agregar que tanto el ministro de Economía, Marino Murillo, como el presidente Raúl Castro, en diversas ocasiones han proclamado que no se permitirá la concentración de capital en los pequeños negocios, por lo que los cuentapropistas y las cooperativas no agropecuarias quedan condenados a no expandirse.
Una y otra vez, los transeúntes pasan indiferentes sobre los mudos recuerdos de tiendas y negocios privados, sin percatarse que representan el testimonio de un despojo.

















Texto y fotos: Arnaldo Ramos Lauzurique
Red Cubana de Comunicadores Comunitarios
La Habana, 27 de enero de 2015.

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