lunes, 28 de marzo de 2016

La esquina del sexo



Son las nueve de la noche y muchachas con vestidos ajustados y provocativos, comienzan a llegar al sitio donde converge el Boulevard con la calle Aguilera, esquina de la ciudad de Holguín que a partir de esa hora cobra vida.

El lugar ha sido bautizado como El Chupi, pero nadie sabe quién ni por qué lo nombraron así. Algunos relacionan la palabra con las propuestas sexuales que se brindan allí cada noche.

Una de las primeras en aparecer es Elizabeth, rubia de 21 años. Llega temprano porque así tiene más probabilidades de encontrar clientes. “Antes venía a las diez, pero ganaba poco dinero. A esa hora hay mucha competencia… somos muchas en este negocio”.

Elizabeth ha bajado el precio y en estos días está ofreciendo su cuerpo por solo cinco dólares. “Estoy en la profesión hace tres años y sé por experiencia que en el mes de enero escasea el dinero”.

Ella sabe que en Cuba la prostitución es ilegal, por eso prefiere a los cubanos, porque “si la policía te ve con un ‘yuma’ (turista extranjero), enseguida te pide el carnet de identidad y corres el riesgo de ser detenida”.

Se aleja y, mientras camina, se muestra más sensual. Pero a medida que avanza la noche tiene menos posibilidades de ganar algún dinero para llevar a la casa.

El reloj de la iglesia San José marca las once y comienza a llegar otro grupo, aún más bellas y vestidas con ropa de marca. Son las que cobran 10 cuc por un “rato de placer”. Las más jóvenes, con rostros casi de niñas, piden 20 cuc.

Shakira, de 18 años y piel muy blanca, es la más atractiva de todas. El parecido con la cantante colombiana y su cuerpo escultural le han cambiado el nombre y facilitado el éxito en el negocio.

Según comentan, los hombres la prefieren por sus fantasías sexuales. “En la habitación les canto utilizando su pene como micrófono, también hago striptease”, presume con una sonrisa pícara.

En poco tiempo, la Shakira holguinera ha logrado una clientela exclusiva que la llama a su celular. “Mi número solo lo tienen los clientes confiables y los de buena paga”.

El negocio en El Chupi está organizado bajo estrictas reglas no escritas. Una de ellas es la de usar condón. No se permiten tomar fotos, realizar coito anal o solicitar tríos. El cliente asume el costo de la habitación, pagando 50 pesos por una hora, pero si a los cinco minutos el hombre eyacula, todo habrá terminado.

“Siempre intentamos que el cliente quede complacido para que vuelva, pero también utilizamos nuestras habilidades para tratar de terminar rápido y buscar a otro cliente”, dice Roxana, una trigueña de 20 años con grandes senos, que los exhibe a través de un escote bien abierto.

A pocos metros se ven varios muchachos. Son los encargados de brindarles protección y de avisar en el caso de acercarse la policía. “Los agentes vienen y nos piden identificación, pero es un acto de rutina porque le pagamos para que hagan de la vista gorda", explica un proxeneta.

Muchas jóvenes han intentado dejar de jinetear, pero han tenido que volver ante la imposibilidad de encontrar un trabajo decoroso que les permita sortear las carencias y el alto costo de la vida en la isla.

Ante el aumento de la prostitución, se abrió una cárcel provincial, donde más de 300 mujeres estarían encarceladas, según cuenta Indira, de 22 años, que allí estuvo presa.

El fenómeno ha tenido connotación social y ha obligado a las autoridades a reconocerlo. Recientemente, Roselia Taño Ricardo, secretaria general de la Federación de Mujeres Cubanas en Holguín, dijo a la emisora Radio Angulo que en la provincia han aumentado las indisciplinas sociales asociadas al ‘jineterismo’ (prostitución) y a prácticas sexuales que "afectan el crecimiento humano y degradan la condición femenina".

Texto y foto: Fernando Donate Ochoa
Cubanet, 25 de enero de 2016.

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